Sabo, el cuarto D.

31 1 0
                                    


Sabo era el hermano de en medio de Luffy y Ace, los tres eran conscientes que no eran hermanos de sangre, las extrañas circunstancias en que se volvieron hermanos no importaban, ahora eran familia y eso no iba a cambiar.

Sin embargo, de vez en cuando Sabo recordaba el día en que había escapado de casa, harto de pasarse el día memorizando libros, uno tras otro.

Escuchando siempre las quejas de su padre por no ser el hijo que él esperaba, sumiso y obediente, mientras era ninguneado por su madre a quien le preocupaban más las apariencias ante la gente y que sus uñas lucieran perfectas que el propio bienestar de su hijo.

Todo eso se acumuló en su pequeña cabeza un día, cuando reclamó a su padre diciendo que odiaba ser de una familia dinerada, el hombre reaccionó de forma violenta hacia él lanzándole una tetera de agua hirviendo a la cara, fue cuando decidió escapar.

Pero el mundo no era tan simple como en los libros que leía, donde construían una balsa y viajaban por el río en busca de aventuras, afuera, los niños sin hogar competían por un pedazo de pan y los adultos los veían como pestes, no había misericordia por edad o tamaño.

El mundo para los que no tenían un techo era duro.

A esa tierna edad, Sabo aprendió de mala forma lo que el mundo fuera de su mansión tenía para él.

Su estómago gruñía desde hace días y estaba cansado, acababa de meterse en un pleito con unos chicos mayores y estaba completamente golpeado, se metió a una iglesia buscando refugio de la lluvia y fue ahí cuando la escucho por primera vez.

Con el cabello enmarañado y la cara sucia, vistiendo un overol dos tallas más grandes que ella, una niña castaña de grandes ojos azules cantaba a todo pulmón de una forma encantadora.

Sabo fue engatusar de inmediato por esa voz tan dulce que se acercó lentamente como si hubiese sido hechizado, como si escuchase al mismo flautista de Hamelin.

Y las aves revolotean afuera de la iglesia, él podía ver sus sombras a través de los vitrales y esa niña relucía con la luz cálida de otoño que iluminaba los rincones del sitio.

-Un ángel.

Expreso el chico para sí y sin pensarlo mucho pues había hablado en voz alta, cosa que saco a la niña de su canto profundo, interrumpiéndole de tajo.

-¡Mis más sinceras disculpas! ¡No deseo molestara a nadie!

Expreso la pequeña reverenciando al inmediato, sonreía a pesar de que estaba temblando de miedo.

-Oye no he dicho que me molestes.

Replico el joven al ver la actitud temerosa de la niña, el ciertamente nervioso de haber sido escuchado en voz alta, se rascó con nerviosismo la venda que llevaba en el rostro pues su herida seguía reciente y sin sanar.

-¡¡¡Koala!!!

La chica alzo la cara a donde le llamaban.

Era un tipo que lucía siniestro, como una especie de monje de cabello largo negro y unas gafas negras, con la nariz moqueando.

-¡Deja de perder el tiempo, tenemos cosas que hacer!

-¡¡Lo siento mucho!!

Expreso sonriente corriendo a cumplir la orden

- ¿Porque sonríe, si se ve que le tiene miedo?

Pensó el chico rubio al verla alejarse.

A partir de ese día Sabo acudía todas las tardes, escondido tras los muros, escuchaba cantar a Koala, cerraba los ojos dejándose encantar por su voz y las melancólicas letras de sus canciones, le gustaba perderse un rato de la realidad del mundo en ese momento del día, lo esperaba ansioso.

El amor no se hizo  para "La voluntad de D" ( Ace, Law, Luffy Y Sabo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora