FIN

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Amar era un sentimiento tan complejo que explicarlo era complicado, habían tantas formas de darle un significado pero muchas veces sentías que era el incorrecto o una mezcla de todo…

Félix cayó enamorado una vez esos ojitos gatunos de un Minho nervioso se confesó en aquella plaza del mercado. Aún cuando el ambiente no era el adecuado, sus corazones se unieron y trajeron consigo una mezcla de nuevos sentimientos que los aturdió por mucho tiempo.      

El amor es fuego.

El pecoso sentía su pecho arder cuando las caricias de su novio rozaban su piel, sentía tanta calidez a la compañía del contrario que lo comparó con una fogata en medio de tanto frío.

El amor es mágico.

Cuando Minho besaba sus labios sentía una conexión inefable hacia los mismos, todo su cuerpo llamaba por la atención del contrario y ninguno se negaba a cumplir con sus más bajos caprichos. Se sentía inexplicablemente unido al corazón de su novio que, lo comparó con la magia.

El amor es un refugio.

En brazos de Minho encontró lo que llamó paz y regocijo, no importaba cuán mal o bien se sentía, aquellos brazos eran su mejor compañía junto a ese olor característico en el cuerpo del mayor.

Aquel amor que los consumió por tanto tiempo, se había casi extinto como el rocío en el calor. Sus sentimientos se encontraban en un constante cambio que solo lograban partir en más pedazos sus corazones.

No debieron tardar demasiado en darse cuenta de su propia realidad.

Se enamoraron como cualquier otra persona, se amaron con toda la intensidad que se pudo hasta que sus propias fuerzas se agotaron. Lo dieron todo el uno por el otro y, ahora que no quedaba nada, estaban desesperados por más.

Quizá fueron muy jóvenes para amar.

Quizá en sus próximas vida realmente cumplieron tantas de esas promesas que en esta vida hicieron.

Quizá su amor ya venció pero ellos seguían aferrados a el con la esperanza de pudiera resurgir como un fénix, cuando no era así.

Los pétalos de su romance ya estaban marchitos y no había cómo dar vuelta atrás para tratar de arreglarlos, de darles algo de color y vida.

Aquella fogata en medio del frío se apagó luego de tanto dar calidez y protección. Aquella magia que los envolvía dejó de funcionar una vez sus corazones dejaron de latir para el contrario.

Aún cuando seguían juntos, se sentían tan lejanos al otro.

Minho no sabía cuándo fue la última vez que le cantó a Félix por las mañanas o realizó promesas con las que estaba decidido a cumplir. No recuerda aquello que sentía al ver esa sonrisa tan bonita correspondiéndole a él y sus sentimientos. Ni si quiera venía a su mente la sensación de ese clic y todo lo que llevaba consigo. Porque había pasado algo de tiempo desde que dejó de sentirlo.

¿Por qué seguían juntos, entonces?

¿Era por aquellos recuerdos los que jamás los dejó volar? ¿O fueron ellos mismos al no sentirse preparados para huir?

— No hagamos esto más difícil – habló nuevamente Félix tomando el rostro de Minho entre sus manos — Yo ya no estoy enamorado de tí y ya es momento de soltarnos – acarició esas mejillas húmedas que solo lograron darle una sensación de ahogo en sí mismo. Le estaba haciendo daño, estaba dañando a su pedazo de cielo aún cuando esa no era su intención. Cuánto deseaba él que las cosas no hubieran tomado este rumbo, pero ya era tarde... Demasiado tarde — Nos amamos tanto como pudimos, Minho, pero ya no queda más – rozaron sus narices — Me temo que nuestras reservas se agotaron – y un sollozo se le escapó.

Enamorados de un Recuerdo [MinLix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora