- ¿Te marchas a casa?
MinHo y TaeMin caminaban juntos por primera vez por esos pasillos hacia la salida del instituto.
- Si, ya no tengo más clases hoy. Esta era la última. – Respondió TaeMin.
- Ahm...
- Tú aun tienes algunas, ¿no? ¿No tienes una ahora mismo?
- Ups. – Dijo divertido – Vaya, parece que ya llego tarde. Qué remedio, mejor será que me marche también. – "¡Tendrá morro...!" Se vio riéndose de que uno de sus alumnos hiciese campana de otra clase.
- ¿Y la siguiente? – MinHo levanto los hombros torciendo los labios. "Dios, es realmente sexy."
- ¿Vamos a tomar algo?
- ¡MinHo...! – Seguía riendo con él – No puedes ser así.
- ... En serio. No tengo nada interesante que hacer aquí. Quiero... ir contigo... A cualquier parte.
"Acaba de decir que te quiere; no le des falsas esperanzas."
Sonrió como un bobo.
- Vamos a desayunar, andar. – Dijo TaeMin.
"¿¡Que!?"
No recordaba habérselo pasado tan bien tomando un café con alguien jamás en la vida, ni con JongHyun, porque, comparándola con ese desayuno con MinHo, sus recuerdos de JongHyun se volvían asquerosamente cutres e infantiles.
- Si, supongo que me deje llevar demasiado joven... - MinHo sonreía viéndole remover él café. – Pero ya sabes, esas cosas... Sientes tan intenso a esa edad... Y a esta, pero a esa mas o peor, porque no entiendes realmente nada de lo que pasa.
Desayunaban tranquilamente en una cafetería carca del instituto, y por algún motivo, le estaba contando su vida.
"Bueno, si se él motivo."
- Me camelo súper fácil... me deje; ¿Cómo no hacerlo? Solo tenía doce años... Y él era tan sexy... Un universitario... Ya ves. – Lo recordaba con cierta vergüenza – Me invito a muchos cafés antes de atreverse a invitarme a tomar unas copas. Pero es que con solo eso yo ya. En fin... Imagínate ¡Él me leía poesía...!
- Dios mío...
- Pues si... Súper mal... - Decía riendo – Algunas eran un poco picante y yo... bueno... Me ponía malo, claro. – "Está claro que JongHyun sabía lo que se hacía... O simplemente se dejaba llevar pero..." – Era un niñato. Imposible no caer.
Era como verlo frente a sus propios ojos, unas mesas vacías mas allá; él, con doce años, creyéndose él más afortunado de los chicos del mundo solo por estar sentado con ese chico mayor que le hablaba como a un igual " Aunque seguro que era porque él también parecería un niñato" , contándole sus pequeños problemas, leyéndole poemas y canciones románticos entre café y café, entregándole poesías en cartas perfumadas, tocándole la mano, la rodilla, provocándole lentamente con sus palabras y sus miradas, hasta volverle completamente loco y ciego por él deseo de que le agarrase, le hiciese todo aquello de lo que hablaba en los poemas, esas cosas tan dulces y misteriosas, prohibidas, a escondidas de todo el mundo.
"Ay..."
Casi se re enamoraba y todo...
- Ese tío... - MinHo chasqueo la lengua devolviéndole a la realidad. – Que asco.