C1 • Mañanas •

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Shōyō Hinata siempre encontraba la manera de sorprender a su novio en todo lo que se proponía y no a hacer.

Cada mañana antes de que el sol tenga la oportunidad asomarse en el horizonte, Kageyama ya se encuentra sentado al borde de su cama preparado para salir a correr, pero siempre es detenido por algo, o mejor dicho por alguien. Y es que la tentación de detenerse a contemplar durante unos instantes el rostro durmiente de Hinata es demasiada como para considerar soportarla.

Así que se permite a sí mismo el lujo de observar aquel adorable rostro, ligeramente hinchado debido a las horas de sueño. La cabeza de Hinata descansa acurrucada sobre ambas manos, y sus sedosos mechones de cabello rojizos se encuentran más alborotados de lo habitual. Se ven tan suaves y esponjosos, que las manos del colocador se mueven prácticamente por si solas a acariciar con suavidad aquella maraña de rizos despeinados.

No era para nadie un secreto que desde siempre había tenido una extraña obsesión con la cabellera de Shōyō, pero ya no era solo eso, todo en aquel chico lo tenía completamente hipnotizado.

Tobio sonríe, es una sonrisa tímida que pocas personas han visto y no cualquiera tiene el poder de provocar, pero si bien sonreír era algo difícil y poco habitual para él, junto a Shōyō todo parecía ser un poco más sencillo.

Kageyama no se atrevía a despertarlo, ¿Cómo iba a siquiera intentarlo sintiéndose tan vulnerable al lado suyo? Jamás iba a admitirlo, pero sin duda alguna ese chico pelirrojo se había convertido en una de sus más grandes debilidades.

Al sentir aquellas caricias cálidas, Shōyō también sonríe. Es una sonrisa diminuta, nada comparado a su deslumbrante rostro habitual.

Completamente adormilado y casi de manera instintiva, estira un poco la cabeza en busca de la cálida mano de Kageyama como si se tratase de un pequeño felino, acción que provoca en el contrario un notable sonrojo, y se apresura a intentar calmar cubriéndolo con el dorso de su mano. No puede permitir que Hinata despierte para verlo así y su orgullo quede hecho pedacitos.

De esa manera disfrutaban algunas de sus mañanas juntos, sintiendo la presencia y el calor del otro, e incluso pese a que debido al confinamiento Kageyama no había tenido la oportunidad de salir tan a menudo a ejercitarse, su cuerpo no podía evitar seguir despertando a la misma hora de siempre, minutos antes de que sonara la alarma del despertador para aprovechar ese tiempo extra juntos.

Es una íntima rutina suya que en secreto disfrutaba, y estaría destinada a suceder de la misma manera todos los días de no ser por lo impredecible que podía ser Hinata en ciertos aspectos.

Esa mañana aún recostado, Kageyama se gira sobre sí mismo buscando una vez más el rostro y calor de la persona que tanto ama, pero lo que ve en su lugar casi lo hace caer de la cama.

-¡Qué carajos! - La voz de Kageyama retumba por toda la habitación despertando a un sobresaltado Hinata, quien accidentalmente tira una patada con la fuerza de una mula directo a la mejilla del colocador.

-¿¡Dónde!? -Shōyō se levanta de un salto y adopta una postura defensiva, aún sin percatarse del pequeño incidente. Al no encontrar nada fuera de lo habitual, se voltea confundido hacia su novio -¿Kageyama, por qué gritas?

-Tú... - Habla furioso el pelinegro mientras se frota la mejilla.

-¿Qué te pasó en la cara?

-Pequeño idiota... -Despacio, Kageyama se levanta de la cama con el rostro ligeramente agachado y una mirada sombría parecida a la de la niña del aro, pero mil veces más escalofriante.

-¿K-Kageyama? -El mencionado comienza a caminar lentamente en dirección a Hinata como un depredador a punto de atacar a su indefensa presa.

Se sentía como si una aura oscura comenzara a apoderarse de todo el piso de su apartamento, algo parecido a cuando el cielo comienza a nublarse antes de que se desate una peligrosa tormenta. Para este punto Shōyō ya se encontraba completamente aterrado mientras a su mente llegaba una especie de déjà-vu.

•CONTIGO EN CASA• [KAGEHINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora