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INTRODUCCIÓN.

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Narrador: Peyton Black

La primera vez que vi a Daniel Larusso fue cuando llegó a Reseda. Estaba sentada en la puerta de la habitación del señor Miyagi, y lo oí hablando con su madre en la entrada del edificio. Me causó ternura cómo la señora intentaba animar a su hijo, aunque no hubieran muchas cosas buenas por resaltar del lugar. Y como una chica que nació ahí, podía confirmarlo.

Hasta ese momento no lo había visto, y no pensaba hacerlo, hasta que escuché que Freddy había invitado al chico a la fiesta de la playa. Antes me había invitado también, así que seguro lo vería ahí. Me metí a la habitación del señor Miyagi y me dispuse a acompañarlo a cazar moscas con palillos. Un pasatiempo extraño, pero que me ayudó a trabajar mucho la paciencia, la cual tengo muy escasa.

No pasó demasiado tiempo hasta que escuché la voz de Daniel en la puerta, preguntando por el señor de mantenimiento, interrumpiendo la actividad del señor Miyagi. Me escondí rápidamente y oí cómo él le respondía con palabras cortas y secas, provocando que el chico se vaya rápidamente. Antes de que desapareciera por el pasillo, vi su rostro con claridad.

A la tarde nuevamente lo vi, pero esta vez más claramente, mientras jugaba fútbol con otros chicos. También noté que empezó a mirarse mucho con Ali Mills, quien estaba sentada con su grupo de amigas. Había mucho coqueteo en aquellas miradas, veía venir que pronto se acercaran, lo cual pasó.

A la noche se hizo el desastre, puesto que Daniel se enfrentó a Johnny Lawrence. Gravísimo error. Aunque no lo culpo, no tenía idea de lo que era Cobra Kai y lo que significaba en el pueblo. Por otro lado, me pareció estúpido su actuar, no debía responderle la violencia a ese imbécil, más encima siendo (por más feo que suene) inferior respecto a técnicas de lucha y preparación. ¿Como lo sé? Con sólo verlo te das cuenta. Luego de eso, me sentí mal por no acercarme a ayudarlo, pero quería mantenerme al margen, como siempre hacía. Eso me evitaba problemas, así que me limité a ver cómo le decía a Ali que se alejara y lo dejara solo. No puedo adivinar sus pensamientos, pero me arriesgo a decir que se sentía sumamente humillado.

Volví medio tarde a casa, y al llegar el señor Miyagi me recibió despierto, lo que me hizo sentir mal.

— No volveré a llegar a esta hora... Si es que me vuelven a invitar a algo —dije interrumpiendo su "buenas noches". Él negó.

— No te preocupes, Peyton-San. Está bien divertirse, pero peligroso volver sola a estas horas. —habló con serenidad, mientras me pasaba una taza de té. Sonreí e incliné levemente mi cabeza, agradeciendo. Al terminar de beberlo todo, me despedí de él y caí rendida en mi cama.

Al día siguiente, durante el desayuno le conté todo lo que había visto. Y que el chico que vino de New Jersey había sido muy golpeado por el rubio de Cobra Kai, todo por haberlo desafiado. Mi tutor bufó, atento a mi relato.

— ¿Tú qué hiciste? —preguntó de pronto, sobresaltándome. Me encogí en mi lugar, ruborizándome leve.

— Nada, —contesté suspirando— sabe que no me meto, aunque sea sólo para consolar. Además no hemos hablado, sería extraño. —él hizo una mueca de desaprobación. Me sentí culpable, realmente debí acercarme, pero otra vez me mantuve quieta.

𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚. | Daniel Larusso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora