Come back to bed

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O,

Donde es la mitad de la noche, Percy está cansado y solamente quiere que su novia vuelva a la cama.





Percy nota el segundo en que Annabeth se desliza fuera de la cama. Es difícil no darse cuenta, de verdad, cuando ha estado durmiendo junto a ella durante años. Se ha acostumbrado a la manera en que respira y la linda forma en que gira de un lado al otro aproximadamente cada hora, por lo que lo deja sintiéndose bastante vacío y frío cuando las tablas del piso crujen bajo el peso de sus pies.

Él no la sigue de inmediato, pensando que ella regresará lo suficientemente pronto. Es alarmante cómo puede imaginarla sin verla: sus pasos están más espaciados, por lo que sabe que todavía está medio dormida y puede escucharla toser débilmente, los restos de su desagradable resfriado.

El ruido cesa y eso es lo que lo saca de la cama. Sus pies se deslizan por el suelo y escalofríos recorren su cuerpo ante el contacto. Sus pasos son ligeros como una pluma mientras camina por el pasillo hacia la sala de estar, donde espera encontrar a su novia.

Percy la encuentra allí, y la vista hace que tenga que detenerse por un momento para recoger las gotas de su corazón derretido. Está de espaldas a él, por lo que no se mueve, pero está sentada en el suelo frente a la mesa de café, con un cuenco en las manos.

Todo un buffet, de verdad. Ha agarrado innumerables bocadillos y los ha puesto frente a ella mientras termina un tazón de helado. Percy cree que le recuerda a una niña pequeña escabulléndose en este momento con la manta peluda que le cubre los hombros, y ese pensamiento lo obliga a sofocar la sonrisa en su rostro. Él simplemente la observa por unos segundos más mientras sus dedos se ciernen sobre los coloridos envoltorios, decidiendo sabiamente qué abrir a continuación. En su opinión, es un refrigerio merecido porque ha estado enferma durante días y también ha tenido problemas para pasar los exámenes finales.

Annabeth bosteza y eso hace que la atención de Percy regrese a la situación. Da un paso hacia adelante con suavidad, apoyándose en el borde trasero del sofá.

—Vuelve a la cama —le dice en voz baja, deslizando sus manos sobre sus hombros.

Ella salta, pero simplemente se deja caer hacia atrás en el sofá para poder mirarlo en lugar de darse la vuelta. El pulgar de Percy acaricia su mejilla con cariño.

—¿Estás bien? 

Annabeth bosteza de nuevo cuando rodea el sofá. Se sienta a su lado en el suelo, abriendo un brazo para que dejarla acurrucarse contra su costado. Ella no duda en aprovechar la oportunidad, presionando su rostro contra su pecho.

—Estoy bien —murmura contra él. El sonido está completamente amortiguado por su camisa, pero él la entiende lo suficientemente bien.

—¿Qué estás haciendo?

Ella mira los bocadillos frente a ella a modo de explicación. 

—Estaba hambrienta.

Percy se ríe, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja. Se recuesta para poder mirar toda su cara. 

—Puedo ver eso.

—No te burles —se queja.

—No me estaba burlando —asegura. Su mano va a trazar lentamente sobre su espalda mientras presiona un beso en la parte superior de su cabeza.

—No he comido en todo el día —trata de explicar.

Percy no puede evitar la mirada de regaño que lanza en su dirección. 

—Annabeth.

—Lo olvidé —se encoge de hombros y da una mirada de inocencia, esos grandes ojos grises mirándolo con sólo una pizca de culpa.

—¿Olvidaste comer?

—Sí, pero no importa porque estoy comiendo ahora.

Percy observa el tazón de helado. 

—Estás cargando carbohidratos en tu cuerpo.

—Cualquiera que haya tomado biología en la escuela secundaria sabrá que es para energía a corto plazo, que necesito porque tengo un montón de tareas que hacer.

—Lo que necesitas es dormir.

Él sigue acariciando su espalda de arriba abajo y su punto se prueba cuando sus ojos comienzan a cerrarse. Presiona sus labios en la parte superior de su cabello y cierra los ojos mientras la mece ligeramente. 

Nunca se cansará de esto, sosteniéndola en sus brazos, viéndola quedarse dormida; cómoda, cálida y segura. Muestra lo lejos que han llegado, cuánto confía ella en él, y también le recuerda su futuro. Ambos están en su último año de universidad, por lo que es solamente cuestión de tiempo antes de que se gradúen, y luego... 

Un anillo se encuentra intacto en la esquina de su tocador. Ha querido hacerlo durante tanto tiempo, prácticamente se muere por hacerla su esposa y despertar con ella por el resto de su vida, pero está esperando hasta que ya no estén en la universidad.

Ahora mismo, sin embargo, está tentado a dejar escapar las palabras. Él quiere decirle que es hermosa, que la ama y siempre la amará, y que quiere casarse con ella. Y aunque cree que a ella no le importaría, sabe que se merece mucho más que una propuesta a medias sin ningún anillo en sus manos, así que tendrá que esperar.

Aun así, todavía tiene ganas de compartir algo de lo que siente y, aunque no es una propuesta, dice: —Me casaré contigo algún día.

Percy no espera una respuesta. Parece dormida y su respiración es uniforme, por lo que se sorprende cuando logra oírla susurrar.

 —No si me caso contigo primero, perdedor.

Es tan Annabeth que no puede evitar echarse a reír a las dos de la mañana. Ella abre un ojo y es una vista que él piensa que jamás se acostumbrará a mirar. El ojo que puede ver brilla y hace que su estómago se agite, por lo que coloca otro beso en sus labios. Lo mantiene durante unos segundos, deleitándose en el suave contacto, respirándola por completo.

—Te amo —murmura.

Ella le repite las palabras, toda soñolienta y linda.

—Vuelve a la cama —súplica suavemente, en voz baja, nada más que un mero susurro en su oído—. Estás exhausta.

—Estoy comiendo —argumenta, incluso si está a punto de volverse a dormir.

—Tráelo contigo —pide, y es finalmente así que ella le hace caso.

Es un corto paseo de regreso a la habitación y Percy tiene que acomodar la manta en su hombro al menos dos veces para que no se caiga porque Annabeth se niega a dejar que ninguno de los bocadillos caiga de sus manos. 

Cuando por fin llegan, se apresura a meterse en la cama junto a él, directamente hacia sus brazos abiertos. Están metidos debajo de cuatro mantas, lo cual es obra de Annabeth, y es entonces cuando ella arroja la pila de bocadillos directamente sobre el estómago de Percy.

Él bromea diciendo que ella lo usa como su mesa personal y Annabeth responde con algo sarcástico, pero está demasiado concentrado en el momento para intentar interpretar lo que dice. Esto se siente exactamente donde quiere estar por el resto de su vida, y exactamente donde se supone que debe estar por el resto de su vida.

Cuando finalmente se queda profundamente dormida contra él, acurrucada en su pecho y respirando contra la piel de su cuello, Percy cree que ha encontrado su hogar.

PERCABETH ONE SHOTS «Canon Version»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora