Reviso universidades donde podría comenzar mi maestría, debería preparar mi aplicación pronto si planeo continuarla aquí, sería lo ideal. Trabajar y estudiar sería una forma muy caótica de vivir mi vida un tiempo, pero la idea me encanta.
Soy de las personas que disfrutan de un buen reto, estar ocupada, y con mis dificultades a la hora de dormir, llegar al tope del cansancio, donde desfallecer o dormir no estén muy claros, suena irresistible para mi.
Si bien yo disfruto estar en medio de un poco de todo, me molesta las personas que van rápido y sin elegancia.
Que mi asistente me de una demostración de como corre debió ser una señal de que era una persona hiperactiva, su taconeo incesante de aquí para allá, se confunden con una novela escrita en clave morse, larga, interminable, molesto y mas adjetivos irritantes que se me puedan ocurrir.
La veo de manera desaprobatoria, pero ella no parece notarlo, es tan feliz, siempre está tarareando o moviendo los labios cantando en mudo, sus tic nerviosos en la pierna me dan uno a mi en el ojo.
Tomo mi tarjeta de la oficina, escribo la clave en un papel. Voy a gritar su nombre cuando... como se llamaba...
• Tú, bailarina de tap - la llamo y ella se acerca. - Quiero que vallas y consigas los zapatos con punta de algodón, o lo que sea que encuentres que no sean tan ruidosos.
• Desde luego, ¿que calce es? - me pregunta a lo que la miro ofendida.
• NO son para mi, son para ti, que pronto harás un agujero en el suelo - ella asiente un poco apenada, toma la tarjeta y se retira con mas cuidado.
Lo admito, la estoy censurando de cierta manera, no es algo que disfrute, mi paciencia es algo deficiente y, por si fuera poco, también selectiva, no es que yo lo desee, solo es asi.
Disfrutando un poco de silencio soy capaz de concentrarme de nuevo en las posibles universidades.
Todas se ven bien, en especial una que se encuentra en el centro de la ciudad, muy cerca de aquí, tal vez esa sea la indicada.
El teléfono suena, es de recepción.
• Diga. - respondo.
• Mensaje para la señorita Mayer.
• Soy yo. - claro que soy yo, mi asistente fue de compras.
• En recepción hay un hombre que desea verla, pero no tiene cita, ¿Lo dejo subir?
• ¿De quien se trata? - no espero a nadie que yo recuerde.
• Tristán Burke. - el mundo parece detenerse hasta que vuelven a hablar. - ¿Sigue ahí?
• Sí - es lo único que atino a decir.
• ¿Lo dejo subir? - pregunta. No sé, ¿que hace aquí?
• No, dile que estoy en una junta.
• Respondió que esperaría.
• Dile que no tendré tiempo, que vuelva otro dia.
• Insiste en que es urgente. - Es mentira, no tenemos nada urgente de que hablar. - dice que solo serán unos minutos, insiste. - pues no lo veré, estoy muy bien asi, sin hablar y cada uno con su vida. Le diré que se vaya.
• Dile que suba. - ¿¡what!? Que acabo de decir. La llamada se corta
¿! ¿¡Que acabo de hacer!? no, mi dios, que hice.
Dos minutos después, alguien toca mi puerta, puedo distinguir dos figuras cuando una la abre, es Daniela, y tras ella... Tristán.
Él levanta la cabeza y fija su mirada en mi, me da una media sonrisa, sin mucha gracia, un tanto nerviosa. No puedo evitar pasear mi mirada por todo su persona. Luce unos jeans negros con una camisa de vestir, con los primeros botones desabrochados, con su reloj de oro puro adornando su muñeca, sus zapatos de cuero marrón elegantes pero casuales.
Cuando mi vista vuelve a su rostro, noto que el hace lo mismo, me mira todo lo que su vista alcanza ya que estoy sentada, nos miramos por lo que parecen horas, pero en realidad solo son segundos hasta que la voz de Daniela me despierta.
• ¿Gusta que preparéis café o alguna bebida caliente? - nos pregunta a ambos, pronto siento mis mejillas ardiendo, mal momento para ser rubia natural.
• Solo agua, para la señorita. - responde... su voz. Siento sed de rente y recupero un poco de mi compostura.
• Eso es todo Daniela, puedes retirarte. - ella asiente y se acerca a su mesita para sentarse, cuando le doy una mirada poco amistosa y entiende que me refiero a que debe salir. Pronto se retira.
Me levanto de mi silla y camino hasta mi sofá junto a la ventana, donde le ofrezco sentarse frente a mi, el aún en la entrada de la puerta, descruza sus piernas y camina, cuando se acerca me desplomo con poca elegancia a mi lugar pero pronto recupero mi postura. Inmutable.
• Hola. - me saluda.
• ¿Hola... como te ha ido? - pregunto. El sonríe.
• No me quejo.- dice mientras recorre su mirada por mi y vuelve a subir y me mira directo a los ojos.- ¿y a ti?
• Excelente, ¿que haces aquí?
• ¿Te molesta que esté aquí?
• Francamente no te esperaba, estaba en medio de unos asuntos muy importantes. - comento rápidamente.
• No tuve tiempo de saludarte cuando saliste disparada. - responde. - Casi creí que fue una alucinación
• Oh, ¿te pasa muy seguido que ahora dudas de tus ojos? - pregunto con un poco de ironía. - El cielo se estaba cayendo, no podía quedarme parada en la lluvia. - acoto en mi defensa.
• El cielo no caía dentro del restaurante.- dice el.
• ¿Como me encontraste? - pregunto.
• Pues tu padre estaba ahí y conversamos unos minutos, como siempre que nos encontramos.
• Oh... - traición. - entiendo. Dime en que puedo ayudarte. - comento con falso desinterés.
• Solo pasaba por aquí y se me ocurrió pasar a saludarte. Darte la bienvenida, de nuevo. Hace mucho frio como para encontrarte en la madrugada junto a la playa.
• Si, ya no hago eso. - respondo evasiva, solo quiero que se vaya.
El me mira por unos segundos sin decir nada, solo en silencio como asimilando si en realidad soy yo o buscándome el tercer ojo, no lo se, pero me pone muy incómoda que me hace desear que se vaya, O irme yo.
• No quisiera sonar descortés, pero si eso era todo, te pediría si podrías retirarte, tengo mucho trabajo y ya estoy atrasada, además tengo una junta a la que debo ir en unos minutos. - suelto un vómito verbal. El continúa mirándome fijamente y solo me pone incómoda.
• No quisiera quitarte mas tu tiempo. - responde y se levanta un poco molesto, lo puedo notar, la forma en como curva sus labios y levanta una ceja, pronto suaviza sus facciones, pero ya las vi.
• Tal vez en otro momento con mas tiempo. - miento y también me levanto. - él asiente, pronto entra Daniela con el agua y lo acomoda en la mesita pare retirarse asi como llegó, veloz, hubiese deseado que no tan veloz
• Si, tienes razón. - dice y se encamina a la puerta cuando antes de irse suelta un comentario que indigna por completo todo mi ser, es como transportarnos en el tiempo Huyes como siempre. - eso detona algo en mi. Con una calma y lentitud alarmante cada palabra fluye de mi
• No, no hui, te dejé y me fui. - lo miro fijamente. - No escape. - niego lentamente con la cabeza. - ¿No se te ha pasado por la cabeza que tal vez no fuiste la única razón? - pregunto y sin esperar su respuesta, continuo. - ¿Sabes Tristán, no te has puesto a pensar que no eres el centro del mundo, y acaso si lo fueras, déjame informarte que ese mundo, no soy yo. No me pasé noches en vela pensando en como mentiste. Yo viví mi vida, lo sigo haciendo, con o sin ti, mi vida no se detuvo.
• Tu vida no, pero la mía si, porque me quede aquí, pensando en ti, en como explicarte todo lo que paso. En como los demás me juzgaron porque tú decidiste que ya no querías ver a nadie. Te esperé, pero si mi existencia en tu vida vale tan poco, está bien Amely, sigue tu vida.
• Gracias, gracias Tristán, eso hacía.
• Eres imposible.
• Y tú un mentiroso, ¿crees que fui a vivir en una cueva? ¿Que mágicamente internet no existe? Te vi, no detuviste la tuya como lo dices, y está bien, tampoco lo quería, solo no te aparezcas aquí y me tires tu labia barata. - él me mira completamente indignado.
• No sabes como me sentía por dentro.- se acerca hasta quedar por completo frente a mi.
• Si, súper destruido, en los brazos de tus muchas amigas. No te hagas
• No imaginé que me recibirías asi.- niega lentamente con la cabeza y sonríe sin humor.- solo no te mientas a ti misma, se nota que si pensaste en mi. De hecho seguro llevas planeando ese discurso desde la ultima vez que te vi... o bueno, me viste.- eso hace arder mis mejillas de puro disgusto. El comienza a alejarse, pero se detiene en la puerta. - Adiós Amely
• Oye Tristán, toma nota, eso que haces, eso si es huir - lo desafío.
• Pero al menos no al otro lado del país. - me grita antes de abrir la puerta.
• Puedes perderte en el Himalaya si lo deseas, a ver si encuentras la "paz" que te quité. - grito en ironía.
• Mejor no te respondo, tal vez te salgan alas y vueles despavorida de esta conversación., se voltea, pero luego se gira de nuevo hacia mi. - pero alas de urraca.
• Pues tú enorme nariz de palo, será mas grande que mi pico y alas juntas.
• Con tus...- lo interrumpe mi florero volador, ya que reacciona rápido y cierra la puerta.
• Y no vuelvas a mi oficina. - entreabre la puerta y grita.
• Urraca. - para luego cerrarla y marcharse.
¡Maldito! Estoy furiosa
Masajeo mi frente mientras siento como la rabia recorre mi cuerpo... ¡Quién se cree que es! Maldito. Poco después tocan la puerta, intento organizar todo lo que desordené en mi arrebato de ira.
La puerta se abre y veo a mi secretaria mirarme preocupada. Actuó como si nada pasase y le pregunto que quiere.
• ¿En qué puedo ayudarte? - Pregunto con total calma.
• Su padre desea verla. Le puedo decir que está ocupada si lo desea.
• ¿sabes qué? Sí, dile que estoy manejando una crisis de trabajo y estoy muy ocupada, que lo veo en la noche en el momento que me libere. Gracias y cierra la puerta al salir. - asiente y se inclina para recoger el florero.
• Sólo deja eso ahí- le indico perdiendo un poco la paciencia. Ella se apresura a salir y yo me siento en mi cómodo sillón a ver las mini personitas abajo