✿ Capítulo 3 ✿

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División de Shibuya

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División de Shibuya.
Departamento de Amemura Ramuda.

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Los rayos de sol, los que son tan anaranjados a esta hora del día, captan la atención del mayor, mientras aparca frente a lo que es el taller y departamento del pelirosa. Son segundos en los que se pierde observando por la ventana aquellos rayos, iluminando la calle. Está sorprendido de haber dedicado tantas horas de su día a Amemura Ramuda, tomando en cuenta que está por atardecer.

Tratándose de cualquier otro día, en estos momentos estaría terminando un turno y empezando otro, sin descanso hasta la noche. Pero, por segunda vez hoy, había pedido permiso. Nuevamente, por el menor.

No es que le preocupara, su nombre en el hospital tenía el suficiente prestigio para permitirse este tipo de cosas. Además, Jinguji Jakurai no era el tipo de médico que se caracteriza por pedir permisos a su trabajo de manera seguida. Si alguien se atrevía a insinuar que ahora lo era, no podría estar más errado. Era solo por ese día. Era solo por esa vez.

—¿En qué estás pensando? —cuestiona una vocecita que, si no hubiera sido por la somnolencia, habría sonado más firme.

—Disculpa. —se excusó, girando su cuerpo para observar los asientos de atrás, donde el menor se encuentra viéndole, sin expresar más que leve curiosidad— ya llegamos. —hace una pausa para examinarle bien y sonríe al ver que al dormir, la gorra del pelirosa se ha caído junto a los asientos— ¿estoy perdonado?

Su tono es amistoso y seguro, incita a Ramuda a sonreír. —Eso veremos. Acompáñame a entrar y me lo pensaré.

A penas dicho esto, el pelirosa abre la puerta a su costado, la cual es la que da hacia la calle —esta acción siendo una de las tantas cosas descuidadas e irresponsables que le ha visto hacer—, Jakurai no tiene tiempo de detenerle cuando el pelirosa ya está rodeando el auto hasta quedar frente a la ventana del conductor, donde le saluda juguetonamente.

A veces, Jakurai lo ve como a un niño más que cuidar.

Se estira poco y nada —pues ya es sabido que el hombre es de extremidades largas— hasta alcanzar la gorra del menor y finalmente bajar del auto. A unos pasos de distancia Ramuda, sin prisa alguna, se encuentra abriendo la cerradura de su taller sin verle.

—Ramuda-kun.

El mencionado abre la puerta, y antes de hacer cualquier otra cosa, voltea a ver al doctor.

—¿Qué pasa? —su tono es aniñado otra vez, y forma un pequeño puchero luego de preguntar.

El médico toma aire, muy suavemente. Procede y avanza hacia el más joven, de modo que tiene que agachar más su cabeza y el otro levantarla para mirarse entre sí. Ahí, Jakurai se las arregla para formar esa sonrisa encantadora de revista.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2022 ⏰

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