𝖿᥆ᥙr

167 33 3
                                    

La mujer de cabellos naranjas miró con una sonrisa a la pelinegra, no podía negar que le sorprendió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La mujer de cabellos naranjas miró con una sonrisa a la pelinegra, no podía negar que le sorprendió.

-Lamento decirte pero, no lo puedes llevar... Este reloj es especial, si cae en malas manos, puede haber un problema en la línea del tiempo y eso me puede traer graves consecuencias -sentenció la relojera.

Jennie frunció su entrecejo con molestia. Esa mujer le estaba estresando.

-¿Entonces por qué lo tienes en venta si no lo vas a vender? -gruñó mirándole mal.

Lalisa rió negando con su cabeza. La contraria comenzaba a molestarle, también. Una tensión se presentó en el lugar, las desafiantes miradas entre ambas mujeres no paraban, ninguna tenía planeado bajar la cabezas ante la otra, ambas eran lo demasiado orgullosas para ceder.

-Te doy dos mil y me lo llevo -ofreció la pelinegra con desesperación.

-Te dije que no, así que no insistas, tengo muy claro cuál es tu objetivo con el objeto y no pretendo dejar que te lo lleves para que veas a tu novia -reveló la mujer de ojos amarillos.

Los ojos de la relojera se comenzaban a tomar un color más opaco, haciéndolos ver casi blancos, con un leve color amarillo. Luciendo bonitos ante la pelinegra.

-Yo sé lo que hago, solo pretendo verla, no me acercaré a ella solo haré eso, el resto no me importa -aclaró firme- Bien, una mejor oferta, lo compro y tú me ayudas a ir al pasado y "evitas" que haga una estupidez -hizo comillas.

Manoban la miró con curiosidad, sabía lo que pasaría si la pelinegra iba al pasado, podía tener problemas sin embargo, también había beneficios en ello.

-Bien, harás todo lo que yo te diga, no hablaras, y permanecerás a mi lado en todo momento. Esas son mis condiciones -dictaminó, sería.

-Acepto.

Lalisa suspiró y asintió. Caminó lejos de la mujer de cabellos negros y cerró la puerta del local, junto con las ventanas y cortinas. Fue hasta detrás de una enorme vitrina que había en el lugar, presionó un botón y todo se oscureció, por fuera el establecimiento parecía una casa cualquiera, pero por dentro, todo se oscureció y todos los relojes y objetos desaparecieron a excepción del reloj de salón, el cual alumbró.

-Mantente callada, y ten la mirada al frente, solo sígueme.

Jennie asintió.

Lisa se acercó al reloj y abrió la parte inferior, una luz dorada apareció, nublando la vista de Jennie, quien tuvo que parpadear para poder ver y aclarar su mirada.

De alguna manera extraña Lisa entró, dejando confundida a Jennie, que se asustó cuando vio una mano, soltó una maldición y luego escuchó una risita.

-Apresurate, toma mi mano.

La voz de la mujer de cabellos naranjas resonó e hizo caso. Tomó la mano contraria y cuando abrió sus ojos -los cuales cerró cuando entró- quedó impresionada.

Imágenes, o mejor dicho, recuerdos comenzaron a aparecer... Sus ojos se fijaron en uno; la primera guerra mundial. Al lado de esta estuvo; la segunda guerra mundial.

-Ver a Hitler morir fue el mejor espectáculo que vi en mi vida, al final siempre fue un cobarde -mofó la relojera.

Jennie rió por primera vez, y su risa le pareció tan adorable a Lisa que casi se derrite de ternura.

Todo era tan espléndido, parecía tan irreal y fantástico. Tantos acontecimientos en la historia; la caída de las torres gemelas, la revolución rusa, la caída del muro de Berlín, el alunizaje del Apolo 11... Y así, la lista era larga.

Mientras caminaban, todo parecía tan fantástico de ver. Tantos momentos inolvidables.

-No mires mucho, no es bueno -alegó Lisa.

Jennie blanqueó los ojos y miró al frente, refunfuñando. Todo se fundió en un silencio sepulcral, la pelinegra caminaba siguiendo a la Relojera.

Hasta que está última se detuvo frente un enorme reloj, el cual Jennie ni notó por estar con la mirada gacha. Ya no estaban los recuerdos a su alrededor como pantallas, ahora habían muchos relojes, bastantes de tal manera que se sintió mareada cuando los vio todos.

-Cada reloj es una persona, es el tiempo que llevan -comentó la relojera, moviendo algunos botones que habían en el enorme objeto- Listo.

Volvió su mirada al frente, justo en ese momento vio su departamento, ya no había una enorme luz dorada junto con los relojes, ahora estaba en su departamento... En su hogar.

Pero, no todo es felicidad. Claro que no.

Sus ojos se cristalizaron cuando vio a Jisoo, entrar con una sonrisa en su rostro mientras reía. Sin embargo, lo siguiente la dejó estática, con una fea opresión en el pecho.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La Relojera || [JENLISA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora