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SALVANDO A POTTER

SALVANDO A POTTER

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Caminó por los pasillos revisando cada compartimento hasta que logró divisar uno completamente vacío

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Caminó por los pasillos revisando cada compartimento hasta que logró divisar uno completamente vacío.

Acomodó sus cosas para luego sentarse viendo como Sirius se recostaba en su regazo.

Acaricio su cabeza para después abrir su libro sintiendo como la puerta del compartimento se abría y cerraba.

—Ya no llores, ya no me extrañes... ya llegue —dijo Blaise sentándose a su lado—. Hola Sirius.

—Prometiste que irías a mi casa en vacaciones.

—Si, lo se. Mamá estuvo como loca, ¿tanto me extrañaste? —preguntó divertido acariciando al gato negro.

—A decir verdad... si. Las clases de modales me vuelven loca. Cabeza, espalda, hombros, blah, blah, blah... —contestó soltando un suspiro.

Ambos envolvieron una plática sin nada en específico, pues el tema cambiaba cada cinco minutos. Antes de que el sol diera su fin, Draco llegó acompañándolos por el resto del tiempo hasta que fueron guiados a las carrozas.

—— ••• ——

Bajo el techo encantado, que aquel día estaba de un triste color gris, las cuatro grandes mesas correspondientes a las cuatro casas estaban repletas de soperas con gachas de avena, fuentes de arenques ahumados, montones de tostadas y platos con huevos y beicon.

Harry y Ron se sentaron en la mesa de Gryffindor junto a Hermione, que tenía su ejemplar de Viajes con los vampiros abierto y apoyado contra una taza de leche. La frialdad con que ella dijo «buenos días», hizo pensar a Harry que todavía les reprochaba la manera en que habían llegado al colegio.

Angel entró al comedor y acompañado de Blaise se dirigió a la mesa de Gryffindor, algo que desconcertó a ciertas personas.

—Granger, gracias por el libro —dijo con él en manos.

Angel y la cámara secreta | 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora