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LOCKHART Y SU SAN VALENTÍN

LOCKHART Y SU SAN VALENTÍN

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Durante la estancia de Hermione en la enfermería, Angel no fue a visitarla

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Durante la estancia de Hermione en la enfermería, Angel no fue a visitarla. Aunque, por medio de Madame Pomfrey le envió distintos dulces. Y es que eso era normal en ella, solía hacerlo con personas que incluso no conocía. Su única recompensa era verlos sonreír al ver los dulces anónimos enviados. Y ver una sonrisa plasmada en ellos la hacía sonreír a ella también.

El sol había vuelto a brillar débilmente sobre Hogwarts. Dentro del castillo, la gente parecía más optimista. No había vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi Decapitado, y a la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente dejarían atrás la infancia.

Gilderoy Lockhart estaba convencido de que era él quien había puesto freno a los ataques. Angel le oyó exponerlo así ante la profesora McGonagall mientras los de Slytherin marchaban en hilera hacia la clase de Transformaciones.

—No creo que volvamos a tener problemas, Minerva —dijo, guiñando un ojo y dándose golpecitos en la nariz con el dedo, con aire de experto—. Creo que esta vez la cámara ha quedado bien cerrada. Los culpables se han dado cuenta de que en cualquier momento yo podía pillarlos y han sido lo bastante sensatos para detenerse ahora, antes de que cayera sobre ellos... Lo que ahora necesita el colegio es una inyección de moral, ¡para barrer los recuerdos del trimestre anterior! No te digo nada más, pero creo que sé qué es exactamente lo que...

De nuevo se tocó la nariz en prueba de su buen olfato y se alejó con paso decidido.

La idea que tenía Lockhart de una inyección de moral se hizo patente durante el desayuno del día 14 de febrero.

Angel y Draco llegaron juntos viendo el Gran Comedor con desagrado.

Las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y, aún peor, del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones.

—Por Merlin... —murmuró Draco caminando a su mesa junto a su melliza.

Lockhart, que llevaba una túnica de un vivo color rosa que combinaba con la decoración, reclamaba silencio con las manos. Los profesores que tenía a ambos lados lo miraban estupefactos. Desde su asiento, Angel pudo ver a la profesora McGonagall con un tic en la mejilla. Snape tenía el mismo aspecto que si se hubiera bebido un gran vaso de crecehuesos.

Angel y la cámara secreta | 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora