Sorpresa

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El día había sido agotador, su espalda se sentía tensa y su cuerpo pesado. Habría estado trabajando en aquella empresa por al menos 3 años, era uno de los mejores, y el cansancio que le abordaba al terminar la jornada, le hacía entender que estaba dando lo mejor, lo que lo motivaba día a día a seguir así, sin importar que el dueño de la empresa fuese su padre. Aunque lo único que deseaba en ese instante, era entrar a la casa y besar a su esposo.

Ambos se habían casado hace 2 años, una enorme fiesta con amigos y familiares, al aire libre en un campo hermoso. Recordaba a detalle los nervios que le invadían ese día, y las ganas de llorar al ver a su hermoso prometido caminar hacia el altar, vestido con un traje blanco y un ramo de flores en su mano, del brazo de su padre.

Sin duda se sentía el ser más afortunado, tenía un esposo que lo hacía sentir tranquilo cada que estaba cerca, era amoroso y comprensivo, sin importar que tan mal hubiese ido el día, siempre lograba animarlo.

Salió del auto cerrando la puerta del mismo tras suyo, caminó hasta la puerta de la residencia y entró. Sorprendido por la mesa del comedor que mantenía velas en ella, sonrió a su amado, quien encendía estas mismas. Las luces estaban apagadas, solo había una pequeña lámpara encendida en la sala. Cerró la puerta y caminó hasta el pelinegro, quien con gusto rodeo su cuello y correspondió el beso que le daba, permitiéndole rodear su cintura, le sonrió y observó en la mesa un postre que solamente su esposo sabía hacer tal cual le encantaba. Sonrió y se sentó frente a él, sirviéndose, sonriendo del agradable sabor que dejaba en su boca.

Estaba tan distraído del delicioso sabor del dulce que apenas y caía en cuenta de que su Loki llevaba solo una bata de seda verde cubriendo su cuerpo, aunque, no fue hasta que terminó, que preguntó sobre aquello.

-¿Cariño?¿Por qué la bata?- El contrario solo sonrío y se levantó lentamente hasta quedar frente a su rubio.

-Bueno es que...quería darte una sorpresa.-Aquellas palabras salieron con coquetería, cosa que no pasó desapercibida por el ojiazul.

Loki desabrochó lentamente los amarres de la bata, abriéndola y dejando que cayera por sus hombros, deslizándose hasta el piso, y sonrío complacido al ver como la mirada de su esposo recorría su cuerpo con atención. Llevaba puesto un corsé que lograba cubrir su pecho, unas medias de encaje que llegaban hasta el muslo, también usaba un portaligas, pero lo que más llamó la atención de Thor fue la tanga casi transparente que dejaba ver el miembro de su amado, quien dio la vuelta enseñándole una parte de su cuerpo que al rubio volvía loco, su trasero, pequeño y redondo, perfecto según él.

Tragó en seco al sentir su miembro palpitante crecer en sus pantalones, sin dudas se estaba derritiendo ante el cuerpo de su pareja, quien sonrió al notar como mordía su labio.

-¿Qué te parece amor mío?- Susurro cerca de su oído y el rubio simplemente atinó a acariciar la cintura del más bajo, por el borde del encaje que tenía el portaligas, se levantó de la silla y lo atrajo hasta si, devorando sus labios.

El pelinegro rodeó su cuello aceptando aquel apasionado beso, y en cuanto lo hizo, el rubio lo tomó del trasero, logrando levantarlo y que rodeará su cintura con sus piernas, las cuales acariciaba a la vez que lo recargaba contra una pared, acariciaba su piel, especialmente su trasero. Bajó sus besos al pálido cuello y comenzó a dejar marcas rojas y mordidas que lograban estremecer al más bajo. Pasó sus manos amasando sus nalgas, para posteriormente acercarse a su entrada acariciando y apretando. Lo bajó de la pared y lo guio rápidamente hasta el sillón, donde lo recostó, se subió sobre él y volvió a atacar sus labios, dejándolos rojos. En medio del apasionante beso, Loki quitaba con desesperación la corbata y la camisa de su esposo, dejando al descubierto su torso marcado y sus fuertes brazos, abrió sus piernas dando acceso libre al rubio, quien dejó un camino de besos por su cuerpo, hasta llegar a sus piernas, donde besaba y daba leves mordiscos en sus muslos.

A Thor le encantaban las piernas de su marido, y es que siempre que tenía la oportunidad, besaba las largas extremidades, y si lograba dejar marcas, mejor, de todas formas, su cónyuge no se quejaba.

Se detuvo cuando llegó cerca de su entrada. Lo volteó, dejándolo en cuatro, y acercándose a sus nalgas, apartó el hilo que cubría su rosado agujero, sonrió al verlo y se acercó, besando y chupando, extasiándose con los sonidos que lograba sacarle a su amor. Metía su lengua y la sacaba, para volver a meterla y explorar con ella aquel anillo de músculos, hasta que sintió a su querido pelinegro gemir alto y correrse. Sonrió. Sacó sus pantalones tan rápido como pudo y acerco el grueso miembro a su culo, tomó las caderas del más bajo y se posicionó entre sus glúteos, frotando, sacando a ambos gruñidos de éxtasis. Cuando sintió que se desataría de placer, se adentró en aquel apretado agujero, sintiéndose desfallecer ante lo estrecho que estaba. Se quedó quieto unos minutos, estaba consciente de que aún si no era la primera vez del pelinegro, era incómodo y algo doloroso de todas formas, especialmente ante el gran miembro del rubio. Pasados unos minutos, el azabache comenzó a mover sus caderas, indicándole que se moviese , y así lo hizo, se movió lentamente al inicio, disfrutando de los espasmos que el cuerpo del ojiverde le regalaba, para luego comenzar a aumentar el ritmo, sin soltar la pequeña cintura de su hermoso pelinegro.

Escuchar los gemidos del más bajo y el chocar de sus cuerpos, solo lo prendía e incentivaba a seguir, llevando al pelinegro al delirio. No supo exactamente cuánto tiempo se mantuvo penetrando el estrecho agujero, o cuantas veces ya había llevado a su adoración al orgasmo, ni siquiera de cuantas veces se había venido el mismo. Había caído demasiado hondo en el mar de pasión, y las olas de lujuria y excitación lo ahogaban placenteramente. Se vino una vez más dentro de su pareja y besó su cuello.

Si, acababan de tener sexo, apasionado y candente, pero tenían el resto de la noche para hacer el amor y transmitirse todo su cariño. Oh, y por su puesto que lo aprovecharían.

One-Shots -Thorki-Where stories live. Discover now