CAPÍTULO 6

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Cuando las presentaciones terminaron se instaló un silencio incómodo, el cual aproveché para observar bien a Eric. Sus facciones eran delicadas, podía intuir que en el rostro se parecía más a su madre, pero el cabello castaño y sus ojos verdes eran iguales a los de Abdel.

Sus ojos se encontraron con los míos y pude ver como una sombra atravesaba su mirada. No supe identificarlo bien, pero supe que había visto algo en mí que no le había agradado.

Abdel se aclaró la garganta y dijo:

- Beiradd, me gustaría resolver algunas cuestiones contigo-. Beiradd solo asintió en forma de respuesta – Eric, acompaña a Brenda y vuelve con nosotros cuando estés libre.

- Claro – respondió este.

Abdel se retiró, con Beiradd siguiéndole los pasos, ambos se dirigieron al pasillo que conducía a la sala de reuniones.

- ¿te dirigías a tu habitación? – preguntó Eric, con una sonrisa amable.

- Sí, de hecho, solo volvía de hablar con Arantxa. No es que tenga mucho que hacer aquí. – respondí.

- Entiendo. Debe ser difícil estar en un lugar desconocido y, más aún, si estás sola.

Sus palabras me tomaron por sorpresa y, al mismo tiempo, liberaron todo aquello que había tratado de reprimir los últimos días. La realidad de estar a la deriva, sin saber el lugar exacto de mi estadía y, además, sin alguien en quien confiar mis miedos e inseguridades se acentuaron. Mi cara debió de expresarlo todo porque, de inmediato, la actitud de Eric cambió e intentó disculparse.

- Lo siento, no quise decir eso. Yo

- Está bien, tienes razón. Es difícil- se produjo un momento de silencio y lo aproveché para terminar aquel intercambio – voy a subir

- Te acompaño – dispuso

- Estoy bien, solo necesito estar sola – respondí.

Se quedó mirándome un momento, cavilando entre ignorar mis palabras y seguirme, o dejarme marchar. No le di tiempo a que lo pensase y comencé a subir las escaleras. Tal vez había sido grosera, pero necesitaba estar sola.

Entré en mi habitación y me derrumbé por completo, dejando que todo lo que había acumulado en los últimos días saliera a la luz. Eric tenía razón, me encontraba sola, sin nadie a quien recurrir y sin saber el verdadero motivo de estar allí. Me habían dicho que corría peligro, pero no me habían dicho cuál era el tan temido peligro.

Caminé hacia el gran ventanal y miré el paisaje de afuera, mientras mis pensamientos se dirigían a la primera mañana en que Abdel y yo habíamos hablado. Lo único creíble en toda esa historia era que mi padre tenía un hermano, por supuesto, hasta llegar a la parte en que eran gemelos y desde ahí en más todo se distorsionaba. Todo aquello parecía un sueño, pero a la vez era tan real que era imposible ignorarlo. El hilo de mis pensamientos se detuvo cuando recordé lo que Eric había dicho al entrar en el salón, aún mantenemos los ojos sobre los mensajeros de Cedric ¿qué significaba aquello? ¿lo estaban vigilando?

Abdel había dicho que mi padre había logrado escapar de Cedric y que luego este le había tendido una emboscada ¿Cedric era el peligro del que intentaban protegerme? De todos modos ¿qué tenía que ver todo aquello conmigo? Yo era una simple humana, no suponía ningún peligro para nadie ¿o sí?

Quería respuestas para todas mis preguntas, pero no tenía quién las respondiera, acababa de hablar con Arantxa y yo ya tenía más preguntas que antes. Dejé salir un gran suspiro ante aquel pensamiento.

Aunque tal vez sí había una manera de responder algunas de aquellas preguntas. Era algo arriesgado, pero era mejor que nada.

Salí de la habitación procurando que nadie me viese y me dirigí escaleras abajo. Caminé en dirección al pasillo que llevaba a la sala de reuniones y en cuanto abrí las puertas de este di un respingo, el corazón se me aceleró y mi cuerpo entero tembló, todo esto en un mismo microsegundo.

Clanes: El inicio de la revoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora