CAPÍTULO 4

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No terminaba de entender la escena, había estado a punto de morir y de un momento a otro mis ojos habían visto como un águila pasaba a ser un hombre, más específicamente, el águila se había convertido en Abdel. La confusión y el miedo se apoderaron de mí, y mi única respuesta fue cubrirme la cara con mis manos antes de echarme a llorar.

Abdel acortó la distancia entre nosotros y me tomó por los hombros, un gesto bastante familiar a pesar de que ni siquiera nos conocíamos; me ayudó a ponerme de pie y me habló en un tono amable:

- Sé que estas asustada y que todo esto es un poco confuso, pero debes confiar en nosotros, no queremos hacerte daño. –

No sabía si este hombre me decía la verdad, pero, después de todo, me había salvado la vida, por eso mismo decidí darle una oportunidad.

- Está bien- concedí

Abdel me propuso desayunar mientras me lo explicaba todo y yo acepté. Salimos de la habitación y recorrimos un pasillo lleno de otras puertas, las cuales supuse serían más habitaciones. Las paredes eran de piedra rojiza o azul, según la posición y la luz con que se las mirase. Subimos las escaleras dejando varios pisos atrás hasta llegar a la terraza, en donde nos aguardaba una mesa y dos sillas. No fue hasta ese momento, que advertí que el chico de los ojos grises ya no nos acompañaba.

- Toma asiento – pidió Abdel. Me ubiqué en la silla junto a él- ¿té o café? – preguntó

- Café, por favor- dije en un murmullo.

La terraza nos ofrecía una vista completa del paisaje montañosos sobre el que nos encontrábamos, el sol se encontraba a nuestras espaldas, por lo que la vista era mucho más bonita. Parecía un buen lugar para reflexionar, algo que necesitaba en ese momento. Abdel rompió el silencio en que nos habíamos sumido.

- Seguramente tienes muchas preguntas y la verdad es que no tengo mucho tiempo, asique seré breve. Pero antes me gustaría saber cuándo fue la última vez que viste a tu padre.

- Hace como tres meses, aproximadamente – contesté, luego de un sorbo de café.

- Créeme que nosotros no sabemos mucho, la última vez que se escuchó de tu padre por estas tierras fue cuando se rumoreaba que había logrado escapar de su hermano.

- ¿hermano? –pregunté. Estaba desconcertada, mi padre jamás me había hablado de su familia.

Abdel me miró uno segundos antes de contestar:

- Sí, tu padre tiene un hermano, se llama Cedric –continuó –cuando tu padre huyó a tierras humanas, perdimos contacto y no supe nada de él hasta hace algunos meses, que escuché que Cedric había logrado tenderle una emboscada para traerlo de vuelta a Tyboty.

No pasé por alto el hecho de que había dicho Tierras humanas y de que no tenía ni idea de qué lugar era Tyboty, lo que me hizo entrar en duda y terminé por preguntar en qué lugar me encontraba. Abdel comprendió mi confusión y, en lugar de explayarse en alguna explicación, simplemente sacó un mapa de su chaqueta y lo extendió para que lo viese.

A decir verdad, no recordaba haber visto nada como eso en mis clases de geografía.

- ¿tu padre nunca te habló de este lugar? –preguntó, yo negué con la cabeza.

No entendía que era lo que se suponía que debía saber, pero Abdel parecía un poco afligido por tener que explicarme todo aquello.

- Lo siento, di por hecho que tu padre te había hablado del lugar en el que creció – hizo una pausa y adoptó un tono más serio –Brenda, tu padre no era un simple humano, él no pertenecía a tu mundo, pertenecía a Tyboty, en donde nos encontramos ahora –arrugué mi entrecejo al oír eso – Has dejado el mundo humano.

Clanes: El inicio de la revoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora