Capítulo 3: El gran Best Seller.

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Grace Kelly ~MIKA

Tina llevaba el delantal manchado, el pelo rojo amarrado en una coleta y la cara de haberle pasado la peor desgracia de su vida

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Tina llevaba el delantal manchado, el pelo rojo amarrado en una coleta y la cara de haberle pasado la peor desgracia de su vida.

—Los despediré si no me invitan uno de esos —sonrió con malicia y Axel estalló en risas.

—Tú eres de las que ya no hay, cariño mío —Axel se acercó a ella con la intención de pasarle un brazo por encima y ella lo empujó de mala gana.

—Ve a trabajar, insecto —ordenó con mala cara y él salió huyendo.

Tina era la hija del jefe, así que tenía toda la autoridad para mandarnos y amenazarnos de despido, cada que ella quisiera, y eso era muy seguido. Era bastante intimidante, a pesar de ser tan bajita. Axel solía tenerle más miedo que yo.

Creo.

—¿Qué haces aquí, Spencer? ¿Hoy no habías pedido permiso para pasar todo el día donde...?

—Sí, sí, ahí he estado hoy. Pero bueno... ya sabes, extraño a mis mejores amigos cuando los tengo lejos.

—¿Hablas de mí y de Axel? —preguntó con cierto brillito en la mirada, y yo le puse una mueca.

—Hablo de estas bellas botellas de licor, cerda —señalé a la variedad de botellas de todo tamaño, forma y color que tenía en la repisa de al lado y Tina me tiró un manotazo.

—¡Te voy a despedir! —amenazó.

—Vale, vale. Tinita bella y hermosa. ¿Tienes horas extras para hacer? Necesito dinero.

—Toma lo que falta de mi turno y te dejo la mitad de mi sueldo de hoy.

—Mira que generosa que estas —sonreí con entusiasmo cuando me lanzó el delantal apestoso a la cara. Me lo puse rápidamente y fui a servirle un trago a un cliente que me acababa de llamar.

Repetí mentalmente la regla de Axel sobre nada de alcohol y drogas juntas, y de esa manera pude resistir la tentación de probar alguna en el transcurso de entrega de bebidas.

Tina me miraba con mueca de aburrimiento desde el lugar en el que antes estaba sentado. Me hizo una seña con la mano y me acerqué.

—¿Cómo te fue hoy en el cementerio? —cuestionó haciéndose la desinteresada, aunque sabía que se moría de curiosidad por saber.

—Normal.

—Contigo la palabra normal puede tomar mil significados. Especifica.

—Bueno, no hay mucho que decir. Me encontré con una vieja amiga y pues nada.

—¿Tú tenías amigas? —La miré con mala cara y Tina se rio.

—Bueno... era más amiga de Tatiana que mía, pero ya me entiendes la idea.

El chico de las TormentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora