El olor a sangre era fuerte, las calles estaban impregnadas en aquel líquido camersí. Quién diría que la guerra llegaría a este lado del reino, siempre pensé que estabamos seguros, que la guerra era un panorama alejado de mi vida y algo que nunca llegaría a conocer, que los conflictos cesarían antes de que esto sucediera.
Era increíble como pensaba en ello temblando en un callejón, tratando de no perder el control al ver los ojos moribundos de mi padre, ambas manos estaban en mi boca y solamente podía temblar mientras escuchabas los pasos metálicos acercarse cada vez más a mi, el eco y el no saber si escapar o morir con mi familia me estaba volviendo loca.
—Oh, una joven dama.
Intenté huir pero era tarde, el caballero de armadura manchada de sangre me agarró evitando que me fuera, mi mente estaba en blanco, el temor me había bloqueado y solo pude ver los ojos de mi viejo padre que yacían sin vida en mi dirección, aquellos ojos que había amado, que me habían dado confort y calidez fueron los mismos que me habían rogado ayuda y los mismos que me habían condenado.
No te echaba la culpa, esto no era un cuento de hadas, mi padre no diría"salvaté", si hubiera podido hablar en su estado de terror hubiera simplemente suplicado ayuda sin tan solo su voz hubiera logrado salir. Para ser sincera, si yo hubiera estado en su situación no creía ser capaz de decir que se salvará.
El caballero me amarro del cuello con una soga, otros habitantes del pueblo también estaban allí, las sogas nos conectaban y no podíamos simplemente desatarnos gracias a nuestras manos prisioneras.
Nos hicieron caminar durante horas, hasta que llegamos al reino vecino, aquel reino con el que manteniamos una constante lucha. Nunca habia estado en este lugar, no mucho menos algo parecido a la capital de nuestro reino que era lo que parecía este lugar.
Nos llevaron a un sitio desconocido, nos encerraron en lo que parecía una celda aislada y nos dieron de beber en un posillo para perros dónde todos debíamos probar cortos tragos de agua.
Habían pasado varios dias dónde con suerte nos daban de comer un pedazo de pan duro, el cual debimos repartir entre los niños, muchos estaban llorando por el fuerte dolor en sus pies y la perdida de sus familiares frente a sus ojos.
Nuestra decencia humana había sido arrebatada desde el momento en que nos tomaron prisioneros, éramos como perros esperando a la espera que alguien más eligiera nuestro destino, pequeños niños deberían pasar por ello y sería una mentirosa si dijera que el miedo no se apoderaba de mi al pensar en que estaba en manos de los traidores.
Finalmente uno de los guardias abrió la puerta y nos saco maniatados, nos llevaron a lo que parecía un pequeño escenario y nos subieron ahí, había una multitud de gente de ropas caras mirándonos, y unos altos asientos destacaban por encima de todos, los reyes.
—Bien, entonces empezaremos por los más pequeños, como saben, su valor será elevado por su inocencia y virginidad.
Habló quien nos había traído hasta aquí, los niños estaban confundidos y ninguno de nosotros pudo hacer nada cuando se los llevaban uno por uno, mis lágrimas resbalaban por mis mejillas y no podía evitar sentirme culpable al solo pensar en mi seguridad y no pensar en los otros, solo pedía que yo no fuera elegida.
—Mierda, perra, deja de llorar.
Sentí como mi espalda era golpeada con un palo, por fin levanté mi mirada del suelo y lo miré con odio en busca de atacarlo, este jaló mi cabello y me hizo mirar a la multitud, me fijé en el caballero junto a los reyes, mi vista había sido clavada directamente en el.
—Ya basta.—Hablo el caballero de rubias hebras.—Yo la compraré a ella.
Pude sentir como un nudo se formaba en mi estómago, no sabía decifrar que era lo que sentía, solamente podía suplicar que me dejarán viva.
—¿Está seguro duque Takami? Ella parc—
—La compraré ahora.—Habló con firmeza aquel duque, el vendedor me tomó por los hombros apretando con ligereza estos para luego entregar la cuerda de mis manos al chico de ojos dorados, y este último le entregaba una bolsa con oro.
Tuve que quedarme a mirar como vendían a los demás, ninguno había quedado para el final del día, recién ahí aquel hombre llamo a un sirviente y le ordenó llevarme a su casa, este me tomó y antes de que el hombre me llevará el rubio le dijo algo.—No seas rudo con ella.
Seguí al mayordomo, se mantuvo en silencio durante todo el viaje hasta que llegamos a una mansión gigante, el mayordomo habló con unas sirvientas y al llegar a una habitación me ató a una cama.
—Quedese aquí hasta que lord Takami vuelva.
No pronuncie ni una palabra y solo ví como este se fue, me levanté y obviamente intenté escapar, pero estaba cansada, finalmente me repose sobre la cama con mi vista perdida en el techo, aquella suave cama me enrollaba y mis ojos pesados finalmente se cerraron...
...
La tenue luz de una vela hizo que me despertara, el cuarto estaba completamente oscuro, aquella vela que me había despertado estaba sobre un platillo y mis manos... Estaban sueltas. Subí mi vista hacia donde estaría el responsable de todo esto y pude ver al rubio, su brillante armadura había desaparecido siendo reemplazada con lujosas pero más cómodas telas, su vista era mucho más calmada de aquella fría que miraba hoy en la tarde, parecía concentrado en sus pensamientos más que en ofrecerme esa mirada a mi.
—Usted... Me ha soltado.—Dije finalmente, sentí que realmente ahora me miraba a mi.
—Siento eso, tenía asuntos pendientes de los cuales ocuparme y al parecer el mayordomo no la hizo sentir cómoda, cortaré su cabeza de ser necesario.
—¡N-no! E-estas bien, no estuve... Incómoda. —Su forma de pensar dejaba ver lo frío que debe ser un caballero, pero estaba muy confundida.—¿Por qué usted me trata así?—Por mucho que quería ocultarlo para evitar que el se enfadara era notable en mis temblorosas manos.
—Eres una esclava de guerra, mis hombres destruyeron todo lo que tenías, no me importaría normalmente, pero...—Pausó unos momentos, como si estuviera inseguro de decir lo que quería.—Tus ojos parecían estar rogando por ayuda.
Me quedé unos momentos en silencio, fue cuando nuestras miradas se encontraron, yo... ¿Realmente le pedía ayuda? ¿Realmente el quería ayudarme?
—Entonces usted podría dejar-
—No. - Me interrumpió. —Aunque quisiera dejarla ir, su rostro es como las mujeres del sur, su sangre florece con tan solo verla, no puede ir, podría ser peligroso para usted, la única manera de mantenerla a salvó es estando aquí.
—¿Usted me mantendrá segura...?
El asintió.—Prometo mantenerla segura mi lady, soy Keigo, Keigo Takami es quien le hace esta promesa.
Era obvio que el quería saber mi nombre, el nombre de una ahora simple esclava.— Y quien acepta su promesa es Tn.
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Solo puedo verte a ti. KeigoXTn
FanfictionLa enemistades de los reinos hacian marcas feroces en la mente de los ciudadanos. Años de guerra traian hambruna al pueblo, mas gente muerta en el campo de guerra, y aún así debías esforzarte, los enemigos no podían ver tus lágrimas, tu debilidad, m...