𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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° Prólogo °

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"Donde hay matrimonio sin amor, habrá amor sin matrimonio." - Benjamín Franklin.

El océano se podía apreciar en su totalidad, aquella parte del mundo la cual hasta el día de hoy, contiene muchas cosas que la humanidad desconoce, un lugar que puede abarcar los grandes misterios de este mundo al igual que los grandes miedos del mismo, pero eso solo lo vuelve más hermoso, aquella sustancia azul que cubre todo el planeta es algo único.

El sonido de las olas del mar, junto a sonidos de felicidad se podían escuchar en aquella playa, era un bello día, el sol en su punto máximo, calentando el ecosistema en esta parte del mundo, un niño se encontraba corriendo por aquella playa, en sus manos se encontraba un hilo el cual guiaba hacia un papalote de color rojo que alcanzaba lo más alto del cielo celeste.

Todo esto era visto por alguien que se encontraba a la lejanía, unos lentes negros cubrían sus ojos de aquel salvaje cuerpo celeste, su cabello castaño se movía un poco gracias a las pequeñas corrientes de aire que lo golpeaban, aquel sujeto miraba al pequeño niño de cabello negro, podía ver su felicidad desde lejos, podía sentir la radiación de aquel sentimiento.

Cualquiera pensaría que eso sería suficiente para hacer sonreír a un adulto, pero no lo era para él, el castaño se encontraba sonriendo si, pero no era una sonrisa de felicidad, sino de tristeza, solo podía sentirse mal al ver aquella sonrisa de un ser que aún tiene mucho por vivir.

- ¡Akiro, es hora de irnos! -

Llamó aquel hombre al niño, el cual vio a al castaño y corría hacia él con toda las fuerzas que sus piernas podían dar, el hombre se subió a su auto, era un vehículo elegante, su color negro brillante absorbía todo el color que lo rodeaba, sus adornos plateados brillaban gracias al sol y su capota se guardaba dejándolo como un convertible.

El niño junto con su papalote subieron al auto, se notaba el aura feliz que el niño emitía, aquel castaño podía sentir esa aura.

- ¿Adonde iremos papá? - Preguntó el pequeño pelinegro mientras sus ojos violetas aún seguían clavados en el papalote.

- ¿Qué te parece si vamos a comer? -

- ¡Yay!, quisiera comer Nizakana -

- Ponte el cinturón, no quiero que tu madre me regañe nuevamente -

El pequeño hizo caso y se puso su medida de seguridad, el motor del auto encendió y rápidamente fue puesto en marcha sobre aquella carretera de asfalto, el camino era tranquilo, el hombre mantenía su mirada en la carretera mientras el niño en su papalote.

- Papá. ¿Te puedo preguntar algo? -

- ¿Qué es? -

- ¿Cuándo volverás con mamá y las demás? -

El castaño se quedó en silencio, el niño por primera vez había dejado de ver el papalote, para ver a su padre con una mirada inocente, el castaño no sabía qué responder, su mirada se centraba en el camino.

Reflect On Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora