mi suegro me preña

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Ya llevábamos casados 5 años, seguíamos buscando nuestro primer embarazo, lo intentábamos desde el principio y toda la información que habíamos conseguido era que mi flujo vaginal era muy fuerte para los soldaditos de mi marido y que si encima sumamos que sus espermas tenían poca movilidad pues aún era más difícil la misión. Aún así nos animaban a seguir intentándolo y nos decían que lo conseguiríamos. Yo era muy caliente de siempre, y aunque solo me había acostado con mi marido me encantaba el sexo, yo era la imaginativa de los dos, y le buscaba de continuo, exceptuando los días que tenía la regla, el resto procuraba tener sexo, con él, o sola. Me describiré, tengo 29 años, rubia de pelo largo, apenas llego al 1,50, y algo entrada en carnes, de niña tuve complejo por lo grandes que eran mis pechos y las burlas que ello conllevaba, pero ahora ya de adulta, me encantaban mis enormes tetas, y procuraba lucirlas con escotes más bien exagerados, además a mi marido le entusiasmaban, disfrutaba mucho comiéndoselas, y en la intimidad le gustaba muchisimo que yo le masturbara con ellas.

Mi marido procedía de una familia muy humilde, era de un pequeño pueblo, y sus padres eran aún jóvenes, le tuvieron a él de adolescentes. Nosotros íbamos a verlos con regularidad, y yo siempre me preocupaba por mi suegra, a la que acechaban muchos problemas de salud.

Una mañana temprano recibimos la llamada de mi suegro, que menos queríamos escuchar, su esposa había fallecido esa noche mientras dormía. Enseguida nos pusimos de camino y mi marido se encargó de todos los detalles para el entierro. Mi suegro estaba destrozado.

Cuando todo paso, y por fin pudimos descansar en la casa familiar, le hice ver a mi esposo, que la casa estaba sucia, y que no nos podíamos ir de allí y dejar a su padre así. Mi marido me propuso que me quedara allí hasta el siguiente fin de semana, porque él tenía cosas urgentes que hacer en su trabajo, y el domingo vendría a buscarme. Así yo ayudaría a su padre a recoger la casa y las pertenencias de mi suegra. Acepte, era lógico.

Cuando ya mi marido se había ido, me puse a limpiar, entendía que si aquello estaba así no era por defecto de mi suegra sino por sus enfermedades. Mi suegro, muy temprano se había ido al campo, a cuidar sus plantas y siembras. La casa era muy pequeña, dos habitaciones contiguas, situadas frente al aseo, y un salón con la cocina incorporada. Aún así, estuve todo el día arreglandola, exceptuando que tuve hacer la comida para cuando mi suegro regreso. Él era un hombre grande, fuerte, y aún a pesar de lo duro de su trabajo se conservaba muy bien, era incluso guapo. Ese día hacía calor, y yo estaba solo con unos short y una camiseta de basquet, en casa siempre intentaba estar cómoda, y allí había estado así muchas veces. Comimos mi suegro y yo, pero vi que sus miradas eran diferentes, hasta entonces nunca había reparado en cómo se fijaba en mi, pero ahí me percaté que sus ojos eran de deseo. Comprendí que mientras estuviera allí debería de vestir de otra manera. Después de comer, él volvió a irse, y yo segui con mi tarea, muy a última hora decidí dejarlo y seguir al día siguiente. Estaba sudada y tenía que ducharme, mi suegro no había vuelto, y no sabía cuando lo haría. La bañera se dividía del resto del aseo por una cortina trasparente, y allí estaba yo duchandome cuando llegó mi suegro y me dijo que lo sentía pero que se venía meando. No se corto nada, en poner sus ojos sobre mi mientras meaba, yo por mi parte no podía taparme, y segui enjabonandome, però claro, yo también le veía a él, y aquello me asombro. Mi suegro tenía un pene enorme, gordo, venoso y coronado con un gran capullo. Aparte su forma de orinar era fuerte, con un chorro potente. Ver aquello me dio cierto morbo, pero enseguida lo descarte. Él salió del baño y yo pude salir de la ducha y secarme. Como no había traído ropa de recambio al baño tuve que salir semidesnuda a mi habitación y vi a mi suegro sentado en su cama mirándome. No me llegue a parar, pero, no anduve todo lo deprisa que debería, me gustaba que me miraran, y aunque aquello no estaba bien, algo me obligaba a hacerlo. Me volví a poner otros short y otra camiseta, pero esta aún más ajustada y ombliguera. Aún hoy no se porque lo hice, si por mi calentura natural, por la visión del pene de mi suegro o porque era esos días en que las mujeres ovulamos y nos llama la atención el sentirnos deseadas. Ahora era mi suegro el que se duchaba y al pasar delante del baño, vi aquel pene de nuevo, pero ahora lucia completamente erguido, era impresionante y yo sabía porque estaba así, yo era el motivo. Supuse que el pobre hombre llevaría mucho tiempo sin sexo debido a la enfermedad de su mujer y el que yo me paseara desnuda por la casa le habría producido aquella ereccion.

los amantes de adelitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora