C U A T R O

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Sara llegó primero, como era de esperar. Hanna solía llegar justo a la hora a todos los sitios, decía que era para causar expectación e impacto al momento de entrar, así la gente volteaba a mirarla y ella adoraba la atención. Claramente decía eso bromeando, aunque Sara pensaba y le recalcaba que siempre llamaría la atención porque era preciosa, pero la verdad es que Hanna tenía muchos problemas de puntualidad en su juventud y luchaba con eso día a día. Al menos llegar justo a la hora no era retraso, y parecía una buena combinación entre la responsabilidad y su impuntualidad, que formaba parte de su personalidad rebelde en su juventud.

De todas maneras, había cierta verdad detrás de la broma recurrente de Hanna sobre su gran entrada a la hora. Al momento en que llegaba hacía que todos volteasen a verla y se fijaran en ella, y hacía que quienes ya la conocían, miraran expectantes la puerta esperando que ella la cruzara en el momento indicado. Justamente esto estaba haciendo Sara, tenía la vista clavada en la entrada, esperando que su amiga la cruzara. Planeaba lanzarle una mirada y saludarla con el mentón, o en caso de que no la viese de inmediato, levantar su mano derecha y mover un poco sus dedos para llamar su atención y anunciar su lugar.

–¿Le tomo su pedido, señorita? – la voz del mesero la sobresaltó. Estaba sumida en sus pensamientos y la mirada perdida en el lobby.

–No, gracias, aún no. Estoy esperando a una amiga. – sonrió amablemente al chico y este se retiró tras asentir.

Volvió rápidamente la mirada a la entrada principal, la hora se acercaba y no quería perderse la entrada de su acompañante. Y a pesar de que nadie más a excepción de ella esperaba a Hanna en el lugar, pasó lo de siempre. Al llegar parecía que todas las personas presentes en el sitio volteaban a mirarla, o así lo percibió ella. No necesitó levantar el brazo, Hanna la vislumbró de inmediato y respondió la sonrisa de Sara.

–Exijo que la próxima vez me avises para venir más guapa. – se acercó a su mesa y se inclinó para saludar con dos besos.

–¿De qué hablas?. – preguntó risueña mientras contestaba los besos un tanto sonoros.

–Estás guapísima, tía. Siento que no me vestí a tu altura. – respondió mostrando un puchero mientras se sentaba a su lado.

–Aún no comprendo de qué hablas, yo te veo preciosa.

–Lo dices para hacerme sentir bien.

–Claro que no, es la verdad.

Rieron y pidieron sus bebidas. Dos horas pasaron en un instante. Estaban pasándola fenomenal. Claramente hablaron un poco del trabajo, clásico de ellas, muy enfocadas y organizadas, compartir sus apreciaciones y planificación les servía para ver si evaluarían los productos de manera similar, ya que ambas velaban por las recomendaciones y reviews honestos. Conversar con la otra se les hacía muy fácil, pasaban de un tema a otro sin parar, desde recuerdos, anécdotas, conspiraciones y hasta de las modas que han visto pasar estos años y la relevancia de las redes sociales para la vida en sí, no sólo para su trabajo.

Por alto parlante anunciaron que abrirían la zona subterránea del local, la cual era una pista de baile, y ambas se miraron al instante. Por su puesto que irían a bailar.

Tomaron sus copas y se dirigieron al piso de abajo, entraron de las primeras en la pista y de inmediato comenzaron a moverse. Si bien no son de bailar mucho, en las fiestas sí que se motivaban, mucho más si están juntas, un dúo dinámico imparable.

–Me encanta verte tan animada. Siempre fuiste tan alegre. – elogió la japonesa a Sara.

–Tienes razón, era bastante alegre, pero en el último tiempo me he puesto muuuy amargada. – contestó alargando las últimas palabras, y con tono despreocupado.

Mi lugar | Sara bjeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora