Abrí los ojos. Estaba en una inmensa nave industrial. Gruesas cadenas oxidadas caían desde el techo, y sujetaban enormes ganchos. Ellos quieren hacernos creer que tenían su utilidad en el pasado. De hecho, yo debería creer que tuvieron su utilidad. Pero recuerdo la vez en la que escuché que todos los escenarios del juego eran creados únicamente para eso, para el juego. Me lo dijo mi padre, antes de separarse de mi madre.
Me comencé a incorporar del frio suelo y contemplé el escenario en el que me encontraba. Unas inmensas y oscuras paredes de hormigón parecían tener dificultades para soportar el alto techo, salpicado con unas pequeñas ventanas, todas rotas, que permitían que los rayos del sol se colasen para reflejarse en los cristales de estas mismas que había por todo el suelo.
Antes de sentarme por completo noté un dolor agudo en el cuello. Mierda. Tenía la mano dormida y el cuello dolorido por la mala postura. Ya que me iban a dejar abandonada en una nave industrial, podrían haberme dejado un cojín, o por lo menos haberse molestado en dejarme en una postura más cómoda, que no me provocase tortícolis.
Me senté, y me apoyé contra la pared, mientras masajeaba suavemente mi cuello, para intentar calmarme el dolor que me había provocado la mala postura contra el rígido suelo. Justo al sentarme, golpeé con mi mano una pequeña pantalla que había en el suelo.
Era una pantalla del tamaño de mi mano, y se iluminó en cuanto mis dedos acariciaron su superficie. Apareció el holograma de una mujer.
Tenía el pelo negro como el carbón, y le caia rizado hasta los hombros. Sus ojos grises estaban tapados por la tristeza y unos surcos en el maquillaje delataban que había estado llorando. Vestía una camisa negra, perfectamente planchada, y llevaba un collar de oro colgado al cuello, de esos que guardan algo en su interior. Sus alargados dedos no paraban de hacerlo bailar, y de abrirlo y cerrarlo. Era evidente que estaba nerviosa. Desvió un momento su mirada hacia detras del cámara y sigió las indicaciones de comenzar.
-Bienvenida al juego. Tu objetivo es hacerte con las pantallas de los demás peones y, posteriormente, deshacerte del portador de esta. -Silencio. El collar la distrae demasiado. Me gustaría saber lo que tiene dentro.
De hecho, lo sé. Es una foto. En ella aparecen una niña, pequeña, de pelo castaño y la cara repleta de pecas y un niño de pelo negro y ojos marrones, llenos de felicidad. Ah y un estúpido gato. Lo sé porque yo misma le regalé ese collar a la mujer de la pantalla.
Cuando consigue volver a centrarse en la grabación, da fin a su discurso diciendo: - Te quiero Shaula.
Y la pantalla se funde en negro.
En ese momento solo se me ocurre una frase, que no para de rondar mi cabeza: -Yo también te quiero, mamá.
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Game Over: o ganas, o mueres
General FictionUn juego. Unas reglas. Un error: tu. Debes sobrevivir a toda costa, pero hay un fallo. ¿Qué serías capaz de hacer por sobrevivir? La partida ha empezado, debes empezar a jugar. Si mueres: game over