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Desperté en un supermercado cerrado, en centro de Wall Street. Hacía mucho frio. A mi lado había una pantalla. Sabía cómo funcionaba, así que la encendí. En seguida se puso en marcha el holograma de un hombre anciano que me resultaba familiar.

Terriblemente familiar.

Su pelo canoso caía lacio hasta poco más debajo de los hombros, que eran anchos y mostraban una seguridad que desmentían sus ojos. Sus oscuros ojos estaban sumergidos en un velo de ansiedad, que todo el maquillaje que llevaba no podía ocultar. Aunque sí conseguía disimular alguna de las cicatrices que cruzaban su cara. La más grande iba desde el ojo derecho hasta el labio superior. Me pregunto cómo se la habrá hecho.

La pantalla empezó a vibrar en cuanto se abrió la arrugada boca del hombre. Y comenzó a hablar:

-Bienvenido al juego. Tu objetivo es hacerte con el resto de pantallas, que tienen los demás peones- Unas letras brillaban, parpadeantes, en la esquina superior de la pantalla.- Ellos también intentarán hacerse con la tuya. Una vez la consigas deberás deshacerte del peón poseedor de la misma.- Se me desviaba continuamente la mirada a las letras intermitentes.- Tus...- duda- Tus recuerdos han sido borrados...- Silencio.- Al, ten cuidado. - La ansiedad de sus ojos se tapó por el miedo, y su voz empezó a correr mientras decía: -¡A lo mejor matas a tus amigos, a tu familia, no te dejes engañar! ¡No todos los peones son gente como tú!- Las últimas palabras las gritó, mientras unas fuertes manos le arrastraban fuera de escena.

Se oyó un último aviso: -¡Hay un "bug" en esta parti...! -Antes de que terminase de hablar un disparo rompió el mensaje que quería transmitirme, y terminó la emisión.

Todavía ahora, paseando por Chinatown, siento las letras parpadeando en la pantalla: "EMISIÓN EN DIRECTO"

Ni siquiera les dio tiempo a cortar como asesinaban al hombre que me resultaba tan horriblemente familiar

Game Over: o ganas, o mueresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora