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Quedarse a solas con si mismo era complicado, ya que siempre se sintió la mitad de un todo.

No lo malinterpreten, no es que fuera dependiente de Hendery —bueno, al menos no tanto— sino que en todos los momentos relevantes e importantes de su corta vida, su gemelo había estado a su lado, sosteniendo su mano, pisando su pie, riendo o llorando, Hendery siempre estuvo ahí; él y Yangyang hyung hicieron cada momento de su vida aún más especial, tener un recuerdo solo suyo era casi imposible.

Asi que, cuando Hendery sugirió tener habitaciones separadas lo considero como una locura y una traición, se mudo a la habitación de al lado a regañadientes pero nunca la sintió como suya, nunca la hizo suya, casi no dormía ahí y sus cosas, al ser pocas, siempre estaban ordenadas. Parecía una habitación de exhibición, y aunque seguramente Wendy agradecía eso, tal vez era momento de cambiarlo.

Xiaojun suspiró profundamente, sus pies descalzos arrugaron el papel periódico que cubría todo el piso de madera, colocó sus audífonos y subió el volumen de I like Me better mientras su mano apretaba una brocha mediana, un rodillo recostado sobre la pared blanca que se extendía frente a sus ojos.

Estaba tan seguro cuando compró la pintura color menta con su abuela —quien por cierto, no pudo ocultar su emoción al saber que él al fin decoraría su habitación después de tres años— pero ahora, la tarea se veía tan enorme que su corazón latía acelerado, presa del pánico al darse cuenta que esto era algo importante, su personalidad se reflejaría en estas cuatro paredes... ¿él incluso tenía una personalidad aparte de ser el hermano gemelo de Hendery? Dios.

No sabe cuanto tiempo estuvo petrificado en el centro de la habitación, reaccionó cuando su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo trasero y la música se detuvo. Tomó el aparato en sus manos y una calidez se extendió en su corazón al ver el nombre en la pantalla.

—Binnie... —murmuró y casi pudo escuchar la sonrisa del contrario.

—Hey, hola Junnie, ¿cómo estás? ¿qué tal vas con tu habitación?

—Estoy bien, yo... humm —miró hacía abajo, donde la brocha había caído al suelo y la cubeta de pintura abierta seguía intacta— voy bien.

Silencio se escuchó del otro lado hasta que la risa de Changbin apareció, Xiaojun no pudo evitar ruborizarse— Oh no ¿No has empezado cierto?

—Coloqué periódico en el piso y moví mis muebles. —se defendió, pero se mordió la lengua al notar su patética defensa— Abrí la cubeta de pintura... bueno, Kun lo hizo, pero...

—No te estoy atacando, bonito. —escuchó y cerró la boca al intante, demasiado avergonzado como para hablar— Te lo dije cuando me contaste que estabas pensando en pintar tu cuarto, es probable que no termines el mismo día e incluso es probable que no te sientas cómodo con el hecho de siquiera empezar a hacerlo, es tu proceso y lo respeto.

Xiaojun se colocó de cuclillas en el suelo, abrazando sus rodillas— ¿Te parece normal que no pueda hacerlo?

—Si no puedes hacerlo hoy, lo harás mañana, aunque des un brochazo al día y termines en diez años... no importa cuanto tiempo te tardes, importa el esfuerzo que pusiste en hacerlo.

—Siento que no pertenezco aquí... Binnie, siento que estoy... siento que, joder... ya no sé ni qué siento... pero siento algo raro...

—Yo siento hambre.

—¿Qué? ¿hambre?

—¿Ya almorzaste?

—Eh, no... estaba ocupado hummm... empezando a querer pintar.

—Ya veo, ¿está bien si voy a tu casa con unas hamburguesas y muchas papas? tal vez podría ayudarte a pintar un poco.

Xiaojun sonrió, tocando su nariz antes de asentir— Me parece bien.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2023 ⏰

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El Lee y los Seo | YangHenXiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora