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—¿Saben qué? creo que prefiero aprender a pescar o vender galletas en las calles. —murmuró Yangyang jugando con sus manos y viendo por el retrovisor a su padre con una sonrisa tranquila mientras tenía a los gemelos dormidos uno a cada lado.

Su examen había sido programado más temprano que el anterior, por lo que se habían fue levantado antes y a pesar de que no vivían lejos de la universidad apenas habían pegado un ojo en la noche, así que Xiaojun estaba acurrucado al lado de su padre, con una mano entre su cabello ya que a él siempre le gustó que le tocaran le hicieran mimos para dormir y Hendery estaba roncando a sus anchas, con su cabeza en una extraña posición hacia atrás y la boca abierta.

Sonrió ligeramente viendo a sus hermanos con ternura antes de suspirar de nuevo y ver el camino que se le hacía tan largo, era casi como un tortura, coló el viaje a una condena.

—No tengo ningún problema con eso, cariño. —negó su papá Johnny a su lado, con los ojos fijos en la carretera pero con una sonrisa que sabía iba dirigida a él—. Puedes hacer con tu vida lo que quieras... pero te conocemos y por eso sabemos que no es lo que quieres... tú quieres escribir y no vas a ser feliz con algo menos que eso.

Yangyang puchero, joder, él tenía razón... pero nadie le dijo que iba a sufrir el no ser suficiente pra la jodida carrera incluso antes de entrar a la universidad.

—No tienes que estar nervioso, ÑamÑam. —escuchó murmurar a su espalda y sus ojos rodaron al escuchar el apodo infantil que su padre le había dado hace años—. Estamos orgullosos de ti no importa que pase.

La calidez inundó su corazón, soltó el aire que sus pulmones habían retenido de manera inconsciente y asintió viendo a su padre a través del retrovisor.
Sintió su teléfono vibrar por un mensaje de su tierno Minho, quien le daba ánimos desde la lejanía... él tenía que calmarse, todo iba a estar bien.

—¡Listo! Hemos llegado. —exclamó su padre Johnny a su lado y el nudo en su estómago se apretó de nuevo.

—Tenemos que regresar a la casa, deje abierta la llave del agua. —murmuró en pánico y Johnny le sonrió ampliamente, pasando la mano por su cabello antes de acercar sus labios a su frente y plantar un beso lleno de cariño—. Papá...

—Estarás bien, te estaremos esperando acá afuera para ir a comer algo luego ¿bien? Incluso puede ser ese lugar de crepas que tiene esos sabores de helados raros que te gustan. —exclamó el mayor, con una sonrisa tímida y apretando su mano con fuerza—. Ahora ve ahí y haz a ese examen tu perra...

—¡Johnny!

—¡Eso dicen los jóvenes ahora!

Donghyuck hizo rodar sus ojos antes de bufar, su mano se estiró hasta alcanzar los dedos fríos de su pequeño y los apretó con fuerza antes de exclamar desde su lugar, ya que los gemelos seguían dormidos—. No hay un solo día en el que no me hayas hecho sentir orgulloso y hoy no será la excepción... todo pasa para bien... no te asustes.

Yangyang asintió, tocando los nudillos delicados de su padre y sonriendo hacia Johnny que lo veía aún tranquilamente, un auto conocido se estacionó enfrente de ellos y tomó su bolsa para bajarse—. Díganle a los chicos que tratare de no tardar...

—Trajimos sándwiches como el que ya te comiste... estaremos bien, tómate tu tiempo y salúdanos a Jeno y Renjun. —exclamó su papi y este asintió, bajando del auto al tiempo que su padre se bajaba del suyo con una amplia sonrisa.

Sus brazos se extendieron y el camino decidido hasta él para abrazarse a su torso con fuerza, las manos de Jeno frotaron su espalda con cuidado antes de reír suavemente— ¿Cómo te sientes?

El Lee y los Seo | YangHenXiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora