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—¡Johnny dale un beso más de mi parte al bebé! —Donghyuck miraba a su pequeño con adoración a través del teléfono, acaban de pasar a dejar a los gemelos al Instituto y ahora estaban afuera de la Universidad Nacional de Seúl con la esperanza de entrar a su Facultad de Lengua y Literatura.

Y también con la esperanza de no vomitar su corazon que estaba en su garganta o hacerse pipi encima porque tenía unas ganas enormes de ir al baño.

Johnny obedeció al instante, sus labios tocaron la frente de su hijo mayor, haciéndolo sentir amado.— Sin importar el resultado de hoy, estamos orgullosos de ti, te esforzaste, has sido un buen hyung y has dado un buen ejemplo a los gemelos... —murmuró su padre y Yangyang sintió sus ojos picar.

—John tiene toda la razón, cielo, estamos orgullosos de ti y te apoyamos, pase lo que pase, ahora ¡ve ahí y haz a ese examen tu perra! —gritó Donghyuck en su exposición, atrayendo la vista de algunos comensales.— Volveré pronto, los amo.

—Te amamos. —dijeron ambos al mismo tiempo antes de que la llamada se cortara y Yangyang se quedará congelado en el asiento del copiloto.

—Me voy a morir. —susurró, sintiendo que no podía ni caminar, joder, iba a pisar el suelo de la Universidad de Seúl, la tan etérea e inalcanzable.— Papá, tengo miedo...

—Yang, yo sé que es horrible, conozco por lo que estás pasando, tu padre también y aunque ahora se vea imposible... no lo es, confía en ti, en tu capacidad y lo que has aprendido, sé que te ira bien. —dijo, apretando su mano que estaba sobre su rodilla.— Y si no te fuera bien... un resultado no va a hacer que deje de amarte, trataremos de nuevo y de nuevo, todo con tal de que cumplas tus sueños.

—Gracias. —puchero Yangyang, dejándose abrazar por Johnny, por su padre.— En serio estoy aterrado.

—Todo va a estar bien bebé, por cierto, tu padre ya llegó. —exclamó hacia su hijo, que limpió sus ojos y notó el auto que se había estacionado frente a él.— Ve a que él te de su bendición como yo te la doy. —exclamó, tomando la mejilla de su pequeño y besando su frente.

—¿Te vas a quedar a esperarme? —Yangyang tomó su bolsa, revisando por quinta vez que sus dos estuches estuvieran conpletos.

—Le pedí el día a tu abuelo, estaré aquí esperándote hasta que salgas, tomate tu tiempo. —asintió Johnny, haciendo a Yangyang sonreír de nuevo.— Fighting cielo, todo va a estar bien.

Yangyang lo abrazó una vez más, antes de bajarse del auto y correr al de enfrente. Jeno salió con una amplia sonrisa, Renjun, su pareja, le siguió segundos después lo más rápido que su vientre le dejó levantarse.

—¡Mira a mi chico universitario! —exclamó Jeno, abrazandolo con fuerza.

—Casi universitario, papá. —murmuró pero Jeno solo bufó.

—Yo sé que estás dentro, no tengo por qué dudar de mi pequeño.

—Tu padre tiene razón, Yangyang, estás dentro, lo harás maravilloso. —asintió Renjun, tocando su brazo con cuidado.

—Muchas gracias por estar aquí hoy. —dijo, colocando su mano sobre la de la pareja de su padre.— A pesar de que es difícil ya para ti venir con Chenle, en serio es lindo tenerlos aquí.

—No nos lo hubieramos perdido por nada, tu... hermanito también está emocionado. —balcuceo Renjun, tomando su mano para colocarla sobre su vientre, recibiendo una suave patada.— Él tambien dijo fighting.

Jeno sonrió enternecido, dio un beso en la sien de Renjun y sonrió ampliamente hacia Yangyang.— Estamos orgullosos cariño, tu piedes, pateale el culo a ese examen.

El Lee y los Seo | YangHenXiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora