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Sirius Black se había enfrentado a muchas cosas en su juventud, desde desafiar a su familia con sus ideales hasta pertenecer a la Ordén de Fenix y peleando contra mortífagos, pero nunca pensó que a sus 28 años tendría que enfrentarse a una mujer enojada con él.

—¿En serio vas a actuar como niño? —Preguntó Rebecca colocando sus manos en su cintura y mirando mal a Sirius.

—Si, ya me siento mucho mejor. —Afirmó el Black con una sonrisa quitando la poción de nutrientes. 

Estaban terminando de desayunar, y desde que su identidad había sido revelada Rebecca se había encargado de preparar todo tipo de pociones nutritivas para él y Harry, pero estas saben horribles.

—Pues yo te sigo viendo muy flaco. —Rebecca negó con la cabeza. —¿Y se suponía que eras muy popular con las chicas? No lo entiendo...

Eso pegó un poco mucho en el ego de Sirius Black, pero se negaba a tomar esas pociones que preparaba la rubia, sabían horrible, y aunque si sentía que su fuerza había aumentado e incluso se sentía más sano, ya no había razón para que tomara esas pociones. 

—Yo me veo muy bien, tal vez deberías ir a que te revisen los ojos. —Contestó encogiendose de hombros. 

—Incluso Harry se toma las suyas. —Dijo la rubia señalando al niño que hacia una mueca después de tomarse la poción. 

Harry sonrió hacia su tío mostrando su vaso vacío y tomando alegremente una galleta para quitarse el mal sabor de boca. 

—Harry las necesita para crecer fuerte y grande. —Se excusó el Black. —Yo ya no las necesito. 

Rebecca asintió y tomó el vaso, claramente no se rendiría tan fácil, entonces tomó del cabello a Sirius y lo jaló para que abriera la boca y se tomara la poción.

—Vas a tomartela hasta que yo diga que no es necesario. —Masculló la rubia con una sonrisa bastante aterradora. 

Justo en aquel momento entraba Remus Lupin junto a Henry Belmont, vieron como es que Rebecca obligaba a Sirius a tomarse una poción. 

Finalmente la rubia lo dejó y sonrió satisfecha cuando se la tomó toda, pero no sin antes verla como si estuviera loca. 

—El tío Sirius no quería tomarse su medicina, y mamá solo lo está ayudando. —Explicó Harry a su Tío Henry cuando este lo miró. —Es para que se ponga más fuerte...

Henry solo soltó una risa pequeña para después empezar a carcajearse y dejando a Sirius con una cara roja de la verguenza,  ¡Rebecca lo estaba tratando como un niño! 

Remus sonrió de lado, apenas era su segundo día después de toda la locura que le contaron, y ver a Sirius mejorando cada vez más, con la apariencia que él casi recordaba del pasado lo alegraba. 

—¿Por qué el señor que apuntó con su varita al tío Sirius está aquí? —Preguntó Harry mirando con desconfianza al nuevo integrante en esa cocina.

Remus entonces se sintió mal de ver que Harry le trataba como un extraño e incluso lo miraba con desconfianza, claro que no lo recordaría, apenas y tenía un año cuando lo vio por última vez.

—Harry, eso fue un malentendido. —Explicó Rebecca. —El tío Sirius le debía dinero a Remus, por eso le apuntaba con su varita. 

—No me dejes como un deudor. —Se quejó Sirius comiendo de las mismas galletas que Harry para quitarse el mal sabor de boca. 

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