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Nuevamente Rebecca y Harry se encontraban caminando por los concurridos pasillos del Callejón Diagon

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Nuevamente Rebecca y Harry se encontraban caminando por los concurridos pasillos del Callejón Diagon.

—¿Podremos ir a comer un helado? —Preguntó tímidamente.

—Por supuesto, una vez que terminemos todo. —La rubia asintió mientras caminaban tomados de la mano.

—¿Y por que debo de traer estas ropas tan extrañas?—Preguntó nuevamente viendo su vestimenta no acostumbrado a portar estas capas de ropa.

—Harry eres un mago y debes de portar esta ropa con orgullo, ahora representas a la familia Belmont.

Harry rápidamente se enderezó exageradamente y levantó su dedo meñique, no quería decepcionarla. — ¿Es esto suficiente?

Rebecca lo miró confundida por lo del meñique, supuso que era algo de los nomajs, pero sonrió por el intento de Harry.—Creo que debemos trabajar en tus clases de etiqueta.

Harry frunció el ceño pero asintió.

—Se que debe ser aburrido tener que acompañarme. —Le dijo mientras entraban a una tienda de pociones.

—No, me encanta venir contigo. —Harry sonrió. —Nunca es aburrido.

Al más pequeño le gusta mucho conocer de todo ese mundo que se había perdido, y estaba muy agradecido con Rebecca por todo.

Rebecca asintió y pidió las pociones que necesitaba para Harry, él estaba desnutrido y no quería que eso afectara su crecimiento.

Todas las compras que estaba haciendo las estaba guardando en una bolsa que tenía un hechizo expansible.

Después fueron a la biblioteca, ella necesitaba encontrar mucha más información de Harry Potter y todo lo referente al habla con serpientes.

—Si te interesa un libro puedes tomarlo Harry. —Rebecca observó como el más pequeño que se quedaba viendo algunos libros con imágenes.

—¿En serio puedo? —Los ojos verdes de Harry brillaron.

Rebecca asintió. —Todos los que quieras.

Harry se paseó entre los pasillos y tomó todo los libros que le llamaban la atención.

—H-hogarts. — Leyó Harry en la portada del libro. —Hogwarts.

Es la escuela que dijo Draco, pensó Harry.

—¿Ya estas listo Harry? —Preguntó la rubia y el azabache asintió.

Le mostró entusiasmado todo los libros que había escogido.

—ahora tendrás con que entretenerte en casa. —La rubia asintió y pagó por todos los libros que estaban llevando.

Fue en ese momento que algo se iluminó en su mente. Había algo que ella si podía hacer, debía ir al banco Gringotts, con ellos de su lado el ministerio británico no podría hacer nada ni tampoco si ella y Harry estaban en America.

Debía empezar a mover sus cartas, nadie sabía que Harry estaba con ella.

—Ahora Harry, tenemos que ir a un lugar más importante. —Le explicó al niño. —No quiero que te asustes por los goblins.

—Prometo comportarme. —Harry asintió.

Ambos caminaron, el azabache observó la gran estructura blanca, que tenía una placa que no alcanzó a leer. Al entrar Harry observó a unas personas muy arrugadas y orejas puntiagudas, el niño los reconoció como goblins.

—Buenas tardes, me gustaría hablar con el encargado de herencias.

—¿Quién lo solicita? —Dijo en tono inquisitivo.

—Rebecca Belmont. —El Goblins asintió y los llevó a una oficina aparte.

—¿Qué la trae al otro lado del mundo señorita Belmont? —Aquel duende le preguntó cuando finalmente estaban en aquella oficina.

—Lo que estoy apunto de decir es completamente confidencial y me gustaría mantenerlo así, ¿puedo contar con usted?

—Si contamos con el apoyo de su familia puedo considerarlo.

Rebecca sabía que no sería fácil, pero esperaba que la influencia de su nombre lograra el silencio del goblin.

—He adoptado a Harry Potter, en el mundo nomaj y tengo intenciones de también obtener su custodia mágica.

—¿Puedo tomar una muestra de sangre? Solo para comprobar que la identidad del niño es verdadera.

Asentí y le di una sonrisa a Harry. —Harry, solo necesitamos unas pequeñas gotas de sangre, no dolerá mucho, será como un pinchazo.

El de ojos verdes asintió y extendió su mano a aquella copa.

Con un hechizo salieron unas gotas y con otro cerró la pequeña herida.

—Harry James Potter, hijo de James Charlus Potter y Lily Potter, soltera Evans, nacido el 31 de julio de 1980. —El Goblin asintió. —Tu guardián mágico es Dumbledore.

—¿Dumdor?—Preguntó el niño. —Nunca había escuchado de él.

—¿Está diciendo que ese mago es el encargado de Harry y lo dejó bajo la custodia de nomaj? —La sangre de la rubia estaba hirviendo.

—Por lo que puedo ver Albus Dumbledore ha cometido negligencia en cuanto al cuidado del señor Potter. Esto es algo que tiene que hacer con el ministerio no con nosotros.

—Por está razón vine aquí, y no acudí al ministerio.—La rubia sonrió. —Ese mago es poderoso aunque me cueste admitirlo.

Hasta para los americanos el nombre de Albus Dumbledore es conocido ya que derrotó a uno de los magos oscuros más poderosos que causo mucho caos incluso en Estados Unidos, Gellert Grindewald.

—¿Qué quiere hacer señorita Belmont? —Preguntó el Goblin.

—¿Puedo ver la herencia que los padres le dejaron a Harry? —Preguntó la rubia.

—Lo siento pero eso es algo que solo su guardián mágico puede obtener. —El Goblin se cruzó de brazos. —desde que Sirius Black, su padrino fue arrestado y al no haber otro familiar, Albus Dumbledore tomó posesión de todas las bóvedas del señor Potter.

Harry no podía entender del todo lo que estaba sucediendo pero por el rostro neutro de Rebecca sabía que no podía ser nada bueno.

—La fortuna de nuestra familia es más que suficiente para heredar a Harry. —Dijo Rebecca. —No me importa nada de la herencia Potter, pero ¿Como puedo obtener su custodia mágica?

—Si también quiere la custodia mágica de Harry Potter debe hacer que su familiar de sangre firme esto. —La rubia asintió entendiendo.— Y su familia debe de aceptarlo como su heredero.

Lo primero sería fácil de conseguir, sin embargo lo segundo tal vez le tomaría un poco de tiempo.

—Espero su discreción con este tema. —Le advirtió la hechicera. —Tiene el apoyo de la familia Belmont.

El Goblin asintió, sabiendo que ahora tenía el apoyo de La aquella poderosa familia.

Ahora Rebecca tenia que hacerle una visita a Petunia Dursley.

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