princesa o esclava, son lo mismo...

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Era una noche lluviosa, el sonido de los cascos de los caballos chapotear contra el suelo se hacían presentes, un carruaje negro bastante lúgubre se movía por los senderos que eran cubiertos por grandes árboles de roble, dentro del carruaje se encontraban dos jovenes, vestidas de forma muy diferente a las personas que escoltaban el carruaje, ambas tenían las manos atadas, una estaba más desarreglada que la otra, se notaba que la pelirroja habia puesto más resistencia que la peli blanca

La despeinada muchacha, miraba el piso de aquel elegante carruaje, mientras que sus lágrimas eran amortiguadas por su vestimenta, la chica a su lado tomo su mano tratando de consolarla, a lo que la castaña solo alejo su mano -Bolivia...-

-perdón Perú...yo no...-Las palabras se le entrecortaban, trataba de ser fuerte pero eso era meramente imposible, apretaba ligeramente sus labios para no dejar escapar los sollozos, Perú se acercó más y suavemente le ofreció su hombro para que se apoyase

Se acomodó dejándose por fin descansar, su vista se le nublo por las lágrimas que trataba de ocultar, la peruana no tenía idea de que más hacer, se sentía inútil por no poder calmar aquel dolor que tanto sufrimiento le traía a su adorada boliviana, de un momento a otro todo se hizo oscuro, un momento de paz, un momento de silencio para su mente aturdida, pero porque se sentia tan inquietante

-Ch'illchi...-

Una canción? Se le hacía familiar, el eco de una voz que ya no está, un amor que estuvo pero tuvo que volar lejos de ti

-ch'illchi paritay...-

Ahogado sonido que venía a calmarte, una canción de cuna interrumpida por la crueldad de sus captores

-Ch'illchimullaypuni, ch'illchi paritay-

Posiblemente por eso hoy estaba lloviendo

-Ch'illchi, ch'illchi paritay-

Tu madre estaba llorando, lloraba porque su dulce pajarito había sido encarcelado y el cantico se hace cada vez más débil

-no, espera...regresa...- se hundía lentamente en la propia oscuridad, elevó sus manos en busca de que le ayudarán a salir

Cada vez más hondo, cada vez más lejos de su felicidad, sus manos se extendían cada vez más desesperadamente, solo queria un poco más de luz, un poco más de fuerza, solo una última suave caricia, solo un adios

Una presencia detrás suyo la atrapó, susurrandole al oído con una conocida voz-nunca me olvidarás...¿Verdad Bolivia?-





-MAMÁ!!- Rápidamente se levantó asustada, trato de levantarse pero unas manos gentiles la detuvieron

-¡Su majestad! ¿Se encuentra bien?...-

La chica estaba desorientada aquella habitación se veía extraña, llena de cosas que jamás había visto antes, un fuerte relámpago resonó en la habitación y su vista se fue hacia las manos que la sujetaban, para finalmente mirar el rostro de aquella persona

Sus ojos se iluminaron al ver a Charcas,  la cual traía una extraña vestimenta, pero aún así no pudo evitar abrazarla-Charcas!...Oh Charcas, creí que también te habían...-

-no su majestad, no es así, ya todo está bien, está conmigo-sus manos acariciaron gentilmente la despeinada cabellera de la ahora princesa

-Charcas...todos se han ido, fue horrible, tantos muertos, tantos...gritos, tanto dolor...y mi madre...-comenzo a llorar mientras se aferraba a su sirvienta

-lo sé, lo sé...pero ahora debe calmarse y ya no me llame Charcas- sintió como rápidamente la princesa se alejo de sus brazos y la miro confundida

-¿Qué? ¿Porque?...-

-no es apropiado, ahora me han dado un nuevo nombre aquí...La Plata-

-¿¡La plata!? ¿Que clase de nombre es ese?...ahora que lo pienso, has estado hablando raro desde que desperté- soltó con un tono desconfiado

-no es así, es como realmente debo dirigirme hacia usted, ya que por decreto real todas las jóvenes que llegaron al palacio hoy, son princesas-

-¿Princesas?...-

-Asi es y yo debo cuidar de usted, en breve le enseñaré como presentarse ante su padre-

-Mi padre?- la confusión crecía tanta nueva información hacia que su cabeza le doliera

-Su padre, el Rey España...bien no perdamos más tiempo- hizo que Bolivia se levantará de su cama y se sentara en frente de un gran espejo, comenzó a cepillar el cabello de la joven, en eso la princesa miro a un lado notando dos vestidos acomodados en un sillón

-¿Qué son esos?...-la sirvienta observo los vestidos y mientras seguía peinando el cabello de la contraria respondió-son vestidos su majestad, debe escoger uno-

Se mantuvo en silencio mirando ambos vestidos, se veían similares solo cambiaba el color a su parecer, no podía decidirse

Al notar el conflicto interno de la boliviana para escoger, decidió ayudarla- elija el verde, resaltará el color de su cabello y sus ojos-

Solo asintió ante la sugerencia de la contraria, dando a entender que estaba de acuerdo

Cuando La plata terminó su peinado, Bolivia se miro en el espejo extrañada, se veía tan diferente, normalmente su pelo estaba suelto, se levantó del asiento y fue guiada hasta un cambiador por La Plata, dónde le puso una crinolina y un corsé, lo apretó ligeramente, sintió como su cuerpo se comprimía pero no se quejo en voz alta, solo observo silenciosamente cada movimiento de su sirvienta, el vestido cada vez iba tomando forma de igual manera cada vez se añadían mas cosas, se sentía incómoda realmente incómoda, la guío nuevamente frente al espejo

Saco de uno de cajones una almohadilla de algodón y le echo unos polvos enzima, cuando quiso acercar aquella almohadilla rápidamente la princesa alejó su rostro

-que sucede?- preguntó mirando extrañada el comportamiento de la chica

-¿Qué se supone que es eso?- La plata al darse cuenta de su error sonrió tranquila

-aqui las Damas acostumbran a maquillarse y ponerse estos polvos para verse lo más blancas posible- blancas, eso resonó en su mente no le había tomado mucha importancia pero con solo mirar el rostro de la plata, notaba esos cambios que ella tenia con ese tal maquillaje, ¿que tenia de malo su piel canela? Su madre solía decirle que era hermosa, solo la miró extrañada así dejando maquillarse

Observaba en el espejo como con un pequeño pincel le ponían rubor en las mejillas, demasiado llamativo enzima de esa piel falsa y tan blanca, en sus párpados se puso el mismo tono rosa, que desagradable no olía para nada bien hasta se sentía intoxicante, para los labios no le puso nada después de todo por naturaleza ya se veían rosados y brillantes, desvío la mirada se sentía como si le acabarán de poner una máscara

-¿Que sucede?- pregunto la mujer algo confundida por la reacción de la más joven

-¿ Acaso se supone que esto es lindo?...-solto mirando de reojo su aspecto se sentía tan cargado y horrible, quitenme este rostro que no es mío!

-en usted se ve bastante bien...le aseguro que usted será la princesa más codiciada del palacio cuando termine de educarla- educar, lo decia de una forma tan horrible, como si fuese un animal al que debia adiestrar, fue en ese momento que se dió cuenta que Charcas había abrazado con tanta fuerza a La Plata que jamás volvería, ya no tenia aliada ni compañia como ella creia, desde hoy y desde siempre sería una esclava presa de su soledad

Que aunque ahora posea una corona no la vuelve alguien libre, después de todo princesa o esclava es lo mismo, ambas sigues los deseos egoístas de alguien con más poder que ellas, ambas deben tapar su tristeza con rubor y abanicos, ambas son dulces pajaritos con las alas rotas

Calla, Complace y...Vuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora