Capítulo 4: Todos amamos la hora de dormir (1)

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Después de que la cena terminara, la mayoría de los donceles estaba disfrutando del postre de la noche en completa calma mientras miraban la televisión y analizaban algunas cosas o más bien los partidos que jugaron en el FFI con la intención de sacar provecho de las grabaciones a petición de sus entrenadores. Por parte de los mayores y a votación de todos les tocó lavar los platos que se ocuparon.

– Shiro Tienes que tomarte tu pastilla para el dolor – Someoka venía de la cocina con una charola en las manos la cual tenía un vaso con agua simple y dos pastillas de color rosa.

– Saben a cacahuate ranció – Se quejo el copo de nieve al identificar que medicina era, la pastilla si sabía mal y le amargaba la boca – No las quiero me aguantare el dolor como macho –

Kazemaru miró con cara de regaño a su cuñado por lo cual volteó a ver al gemelo malvado mayor de todos, así que un castaño de banda roja obligo al defensa de cabellos plateados a tomar su medicina, no fue la forma más bonita que se le pudo ocurrir al delantero, pero si fue la más efectiva.

Shinku al levantarse de su lugar agarro la mandíbula del Fubuki mayor, para abrirla con fuerza de jalón, por poco y le traba la quijada, acto seguido le puso las pastillas en la boca para empinarle el vaso con agua haciendo que se las tragara de golpe – Problema resuelto Someoka – Comentó victorioso al ver la mueca de su víctima y le devolvió el vaso de cristal al mencionado.

– Eso no fue nada amable de tu parte – Se quejo el príncipe de las nieves al querer quitarse el mal sabor de boca con lo poco de helado que le quedaba.

– Sinceramente me vez cara de que me importe – Respondió el de banda roja al sentarse otra vez con Mamoru.

– Mejor no le busques tres pies al gato si tiene cuatro – Midorikawa solo dejo su comentario al aire ya sabía que a Satoru le llegaba a dar igual algunas cosas y más si eran por una tontería.

Un pequeño lapso paso, para que ahora todos estuvieran por parejas puesto que la hora de dormir ya había llegado y como no amarían esa hora si tenían una habitación sola donde podrían hacer lo que quisieran. Nadie les diria algo si deciden dormir tarde o si no quieren dormir, la verdadera libertad se sentía en el lugar.

– Ryuugo en verdad no tienes que dormir en la sala solamente acuéstate de mi lado izquierdo y ya – Un pequeño detalle, es que a cierta pareja de adolescentes le había tocado la habitación con una sola cama matrimonial donde en efecto cabían bien ambos, pero el mayor de ellos estaba algo indeciso.

– Pero Shiro que pasa si por algún mal movimiento te llego a lastimar más tu pie – Explicó el moreno de cabellos rosas al besar la mano del niño de piel nívea – No quiero hacerte daño, prefiero evitar cualquier otro accidente –

– No pasara nada yo no me muevo mucho... Y menos me voy a mover ahora porque sentiré la mínima cosa en el pie, así que ¡Te acuestas de una vez o yo soy quien se va a dormir al sillón! – Ordenó al final de cuentas el menor de los dos, jalando a su novio y obligándolo a abrazarlo, al poco rato ambos se quedaron bien dormidos con una fina manta de brillitos azules.

En otra de las habitaciones de la casa dos peli rojos estaban algo molestos el uno con el otro por el pequeño incidente de su primer día de vacaciones, ambos ya estaban acostados, solamente que se estaban dando la espalda y estaban agarrados de la mano, ninguno dirigía la palabra al otro ni tenían la mínima intención de hacerlo. Cuando se llegaban a pelear simplemente se ignoraban por el tiempo que fuera necesario para que ambos se les olvidara el porqué del enojo.

– (Iré al baño, no debí de tomar mucho jugo) – Kiyama soltó al mayor de los dos sin mirarlo, con la misma entro al baño donde aparte de hacer sus necesidades fisiológicas se tardó por estar hablando con sus hermanos adoptivos en el teléfono. Al salir notó que su novio no estaba en la cama, poca importancia le dio al final de cuentas no se iban a hablar hasta días después.

Kira antes que nada le dio cosa el por qué tardaba tanto en salir su doncel, por un momento se preocupó como buen niño que no era, pero una llamada por parte de su padre hizo que saliera a contestar al balcón de la habitación – Odio que siempre tengamos que hacernos la ley del hielo para que nuestros problemas se arreglen solos – Aquellas palabras salieron con amargura del de cabellos alborotados, pero suspiro por un momento para calmar sus ánimos.

Cuando por fin termino de hablar regreso a la cama dónde su pareja ya estaba profundamente dormida o eso creía él por la posición en que se encontraba el delantero. Así que se acostó a su lado y tomó de nueva cuenta la mano de su pareja.

– Yo también lo odio, pero nunca dices nada – El Hiroto menor entrelazo sus dedos con los de su novio – En todo lo que llevamos de novios nunca he escuchado que te quejaras por la forma en que arreglamos nuestros problemas –

– ¿No estabas dormido? – La pregunta fue contestada por un bufido de gracia propio del príncipe estelar.

– Que te apropies de mi cama no significa que no te pueda patear a la tuya... Sabes que no puedo dormir sin que me hagan compañía o alguien se quede cuidando mis aposentos – La respuesta fue algo burlona a decir verdad, el delantero más joven de cabellos rojos tenía los ojos cerrados y su sonrisa se agrando de manera arrogante.

– Aprendiste tan bien de mí que a veces me molesta haberte enseñado mis mañas mi príncipe estelar – Hiroto mayor suspiro y jaló de la mano al otro quedando ambos cara a cara.

– Mira no pienso seguir más tiempo con la estúpida ley del hielo así que bésame, abrázame, mímame, discúlpate y no me sueltes porque si no te pateo en todo lo que tienes para hacer descendencia – Que bellas palabras salieron de la boca del menor, la primera junto con la segunda y tercer orden si fue cumplida al pie de la letra por Kira ya que no le quedaba de otra. 

 

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Las Aventuras De Los Gemelos EndouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora