Capítulo 6

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No mucho tiempo después, ambos chicos se encontraban en la puerta del castaño. Estaba lloviendo fuerte y el frío en las calles de Londres era inhumano, por lo que estos se vieron obligados a correr para no enfermarse. Cuando el castaño comenzó a abrir la puerta, Harry habló una vez más;
- Umh, Lou, estás seguro de que tu madre no va a molestarse?
- Claro que no, Hazz. Le pedí permiso antes de salir y dijo que no había problema alguno. No te preocupes. -Le sonrió con cariño y tomó suavemente su mano, entrelazando sus dedos- Listo?- El rizado asintió, levemente sonrojado por la acción del ojiazul.
- Vamos.

Cuando entraron, Johanna, la madre de Louis, estaba esperándolos en el sofá ubicado frente a la puerta, y se levantó de inmediato cuando llegaron.

- Bien, aquí estamos. Mamá, el es Harry. Hazz, ella es Johanna, mí madre. - habló primero el ojiazul, presentándolos.
- Hola Harry, es un placer conocerte. Louis me habló mucho de ti. - Contestó la mujer, causando que ambos chicos se sonrojaran.
- H-hola Johanna, es un gusto conocerte también. Umh yo, lo siento, no quería molestar pero es que Louis insistió y yo no tenía a dónde- dijo un Harry nervioso, siendo interrumpido por la madre del ojiazul.
- Tranquilo Harry, no molestas. Louis ya me contó todo. No me importaría tener un hijo más. Y puedes llamarme Jay. -dijo antes de sonreír y abrir sus brazos, acto al cual el rizado respondió corriendo a abrazarla.

Estuvieron así durante varios minutos. Jay abrazaba al niño con cariño y este se ocultaba en el cuello de ella, como si estuviese recibiendo todo el afecto materno que le faltaba.
En ese instante, Johana se prometió a sí misma cuidar a ese pequeño como si fuese un miembro más de la familia.
El ojiazul observaba la escena con una sonrisa en el rostro. No pasó mucho tiempo para que este se uniera al abrazo, recibiendo una sonrisa por parte de ambos.

Poco después, Jay habló;

- Bien, mejor vayan a cambiarse o van a pillar un resfrío. Lou, prestale algo de ropa seca a Harry y dale un sitio para guardar sus cosas. Mientras, yo voy a preparar unas tazas de té, de acuerdo?- ambos chicos asintieron y se dirigeron a la habitación del castaño.

- Lou, en serio, gracias yo... Si tu no llegabas ahora estaría congelandome en algún parque.
- No me agradezcas Hazz, jamás me hubiese perdonado dejarte allí. Ahora, trata de no pensar tanto en ello, si? Ahora estás con nosotros, y no vamos a dejarte sólo. -Harry sonrió genuinamente y abrazó fuerte al ojiazul.
- Gracias Lou.
- Bien, bienvenido a mis aposentos. Nuestros, ahora. -sonrió-
La habitación de Louis no era demasiado amplia, pero estaba bien distribuida y decorada. Contaba con un placar grande, un escritorio y una ventana que tenía vista al jardín. Además de la cama, claro. Las paredes eran de color celeste pastel, al igual que el respaldar de su cama, el cual contaba con una guirnalda de lucecitas en la parte superior.
- Es muy bonita.
- Gracias, la decoré yo mismo.
- Tienes muy buen gusto Lou.- ante esto, el castaño miró directamente a los ojos de Harry para luego escanearlo con la mirada y alzar las cejas con una sonrisa juguetona.
- Ya lo creo. -dijo antes de dirigirse hasta su armario para buscar algo de ropa para Harry y para él. Demás está aclarar que para este momento, no había diferencia entre el rostro de Harry y un tomate.
No más de dos minutos más tarde, el ojiazul volvió con una pila de ropa para cada uno, y le entregó una al rizado.
- Ten. Puedes cambiarte aquí si quieres, yo usaré el baño.
- Ok, gracias Lou.
- Enseguida vuelvo -avisó antes de abandonar la habitación.
Harry se puso rápidamente la ropa del ojiazul y unos segundos más tarde, este golpeó la puerta.
- Pasa. -el castaño abrió la puerta, haciendo caso al rizado.
- Te ves muy tierno con mí ropa. -soltó, para luego apretar los labios en un interto fallido de ocultar una sonrisa. Harry sintió como el calor subía a sus mejillas.

Como lo indicó su madre, Louis le dió un lugar a Harry para que pudiera acomodar sus cosas y este ahora se encontraba instalándose en la habitación mientras que hablaban de temas que salían al azar. Un rato más tarde, Jay apareció por la puerta con dos tazas de té.

- Aquí tienen chicos. -apoyó la bandeja en la mesita de noche del castaño, para luego acercarse y dejar un beso en la frente de ambos. -Buenas noches, que descansen. Me avisan si necesitan algo.
- Gracias mamá, tú igual. -Saludó el ojiazul.
- Gracias Jay, descansa. -finalizó el rizado con una sonrisa, y la mujer desapareció por la puerta.

Mientras que bebían el té, miraban una película que el castaño había puesto hacía unos minutos. Una vez terminaron, se rescostaron, ahora sí, dispuestos a dormir.

- Lou -dijo el rizado, girandose en la cama, quedando de frente al ojiazul.
- Que sucede, Hazz?
- P-puedo abrazarte? -dijo sintiendo sus mejillas arder. Louis asintió con una enorme sonrisa, rodeando la cintura del rizado, atrayendo a su pecho. Este último no tardó en acurrucarse contra el ojiazul, devolviéndole el abrazo.

Y así, es como se durmieron. Pegados, notando como sus cuerpos encajaban perfectamente. Sintiéndose seguros en los brazos del otro.

El chico del paredónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora