Kageyama Himeko, es una mujer de veinticinco años de edad, la cual no resalta entre otras mujeres de su edad a menos de que veas su árbol genealógico y te des cuenta que tiene como tío abuelo a uno de los más célebres jugadores de voleibol de Japón...
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Para mí, Kageyama Himeko, fue una enorme sorpresa que me lanzaran aquella bomba de que la entrevista sería mañana a las 8:00 am hasta las 7:30 pm y no conforme con eso sería de lunes a viernes; todo eso durante seis meses.
Claro, restando los fines de semana que sería mi descanso. Sin embargo, durante seis meses estaré desayunando, almorzando y cenando prácticamente con una persona de la cual debía indagar hasta el más mínimo detalle de su vida. Desde el día de su nacimiento hasta la vida adulta. Después de todo, es una biografía.
Me debía encargar de averiguar hasta el más mínimo detalle de su vida e incluso descubrir cosas de las cuales nunca quiso hablar, un ejemplo sumamente claro es su vida amorosa.
Esta última era lo que más quería saber mi jefe, más allá de la entrevista de uno de los mejores jugadores a nivel mundial y conocido por ser perteneciente a la generación de monstruos, a él realmente le interesaba los secretos más oscuros y bochornosos. A diferencia de sus colegas que sólo querían que me centrara en su vida profesional y en los consejos que podría darle a la generación de relevo.
A mi jefe lo que realmente le interesaba era lo que más vendería en el libro que sacarían sobre su vida, el jugoso chisme.
He ahí mi gran dualidad, si conseguía una de las cosas que me pedían indudablemente perdería algo.
Por más que pueda ganar gran cantidad de dinero o cierta fama, me seguía preocupando más cómo me vería el mundo una vez que publique el dichoso libro ese.
Si me equivoco, sin duda alguna, perderé algo. Ya sea mi trabajo o mi credibilidad como editora y realmente estoy preocupada por ambas cosas.
Así mismo me desperté a eso de las 6 am para arreglarme y poder estar presentable ante aquel jugador de voleibol, debía mostrarle una pequeña sonrisa, aunque no era mi mejor atributo de persuasión.
Realmente no me gusta mucho mi sonrisa, ya que se ve demasiado forzada y por más que trate de suavizarla parece que nunca desaparece, es como si fuera genética. No suelo ser una persona muy risueña, también pasa que debido a mis lentes siento que mis ojos son más pequeños de lo que realmente son y me disgusta por completo.
El día de hoy me puse un poco más de maquillaje de lo normal debido a las ojeras que había debajo de mis ojos, toda la noche tuve que investigar sobre Hinata Shoyo.
Ese era el nombre del jugador al cual iba a entrevistar, muy bonito nombre en realidad.
Apenas salí de la oficina y llegué a mi casa revisé en mi teléfono cualquier cosa relacionada con Hinata Shoyo y eran varias. Por no decir muchísimas.
Lo primero que me apareció fue una imagen de él en su juventud y de mi tío abuelo. Nunca lo conocí, pero si lo reconocí enseguida gracias a las fotos que había de él en la casa de mi abuela.
