-Capitulo 5-

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Todo siempre fue tan incierto en este mundo, las personas, las relaciones que entablas, el tiempo y el destino que nos puede estar esperando.

Todo se puede basar en esos pequeños momentos con personas que llegan a ser especiales para la vida de uno, momentos donde ambas personas se pueden sentir a gusto con la presencia del otro.

Justamente en esa noche Mikey y Takemichi ese momento de conformidad, donde la presencia del otro llenaba de cariño el alma de cada uno. Ambos podían sentir como se complementaban, sanaban heridas viejas y nuevas. Aunque mientras ellos eran ajenos al mundo que los rodeaba, fuera de esa habitación habían otras personas que necesitaban sanar heridas, dos personas que no sabían como iniciar algo tan importante que se quedó en el pasado.

—Deberíamos llamar a sus padres ¿No? Digo es lo más responsable que se puede hacer en esta situación— Rompió aquel silencio en el cual se habían sumergido desde que el pequeño de ojos celestes se marchó.

—No creo que sea lo mas conveniente ahora, digo por la hora y porque ellos no están muy bien— Shinichiro miró al dúo de niños quienes eran arrollados con una manta, tenían terribles ojeras mientras sus ojos estaban hinchados por todo lo que habían llorado esa noche.

—¿Nii-san?— Una dulce, suave voz llamó la atención en la sala, los dos mayores dirigieron su mirada hacia la causante de ese tierno llamado encontrándose con una niña rubia con apariencia adormilada. —¿Qué pasó? Entré al cuarto de Mikey y estaba dormido en el suelo junto con un niño... Eh, ¿Quién es ella?

Se podía escuchar su confusión y preocupación, Shinichiro se acercó a la dulce niña agachándose hasta poder quedar a su estatura y darle una sonrisa que transmitía seguridad, calma.

—Oh Emma, ¿Cómo te despertaste? Es muy tarde— No respondió a nada de lo que ella preguntó, pero ¿Cómo hacerlo? A pesar de ya haber pasado horas del incidente ocurrido aún no se había podido procesar todo. Emma notó que no le respondía ninguna duda y para mostrar su disgusto un tierno puchero adornó su rostro.

—Emmm... Yo dejaré que ustedes hablen, quiero ir a ver cómo se encuentran los niños— Tras eso la azabache dejó a los dos hermanos solos en aquel extraño ambiente, se dirigió al cuarto del niño rubio y al abrir la puerta ahí los encontró.

En ellos se podía sentir una armonia tan relajada, algo que llenaba el alma de paz y amor, era como si sanarán heridas que no estaban tan simples a la vista. Era como si dos almas al fin pudieran estar juntas después de ser separadas cruelmente por el mundo, Kyomi cerró suavemente la puerta de aquella habitación para dejar dormir con tranquilidad a los pequeños.

"Tal vez debería ver si Shinichiro pudo hablar con la niña, debe ser difícil explicar algo así a tu hermanita" pensó la joven mientras dirigía sus pasos a la sala, pero al llegar solo encontró al mayor fumando mientras en su rostro se podía notar el cansancio.

—Ah... Así que sigues fumando, ¿No muchas cosas cambian o no?— Dijo eso mientras se sentaba y tapaba su nariz para evitar oler el asquero olor al humo que ella no soportaba.

—Fumar una vez en la noche o el día no hace daño— Rió mientras expulsaba el humo que había contenido, aunque obviamente lejos de la chica de cabellos oscuros. —¿Aún sigues odiando el olor?

—Con lo que conozco de tu persona podría decir que no es el primero que consumes en el día de hoy, tienes ese olor impregnado en tu ropa, Shinichiro— Con un suspiro dejó de tapar su nariz, aunque odiara ese horrible olor, no odia a la persona que tenía actualmente a su lado. —Creo que siempre tendré un odio a este olor, solo son cosas que pasan ¿Tú lo sabes, no?

Rame. [TR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora