𝐇𝐄𝐑𝐄𝐀𝐅𝐓𝐄𝐑 | 𝖨𝗋𝗈𝗇𝖲𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾

03

Poco a poco, Tony comenzó a recuperar la consciencia. Lo primero que percibió fue el penetrante olor a alcohol, ese característico aroma antiséptico de los hospitales. Parpadeó, sintiendo cómo su cuerpo le enviaba señales contradictorias entre el peso del cansancio y un súbito impulso por incorporarse. Al intentar levantar la espalda, sintió que la camilla ajustaba su posición por sí misma, ayudándolo suavemente a enderezarse. Notó aquel detalle y esbozó una sonrisa débil. Al menos aquí el servicio era bueno.

Abrió los ojos, encontrándose sumido en una penumbra profunda. Con un esfuerzo considerable, miró a su alrededor. La camilla parecía estar más elevada de lo normal, como si estuviera dentro de una especie de cuna. Consideró la idea de saltar al suelo, pero la debilidad de sus piernas, que se sentían como si estuvieran hechas de gelatina, lo obligó a desechar esa opción. Apenas podía sostener su propio peso.

—¿Hola? —pronunció, y la palabra pareció llenar el vacío que lo rodeaba. Al instante, la oscuridad comenzó a desvanecerse, dando paso a una tenue luz que se fue extendiendo por la sala.

—Justo a tiempo para la cena —respondió una voz grave y serena, que reverberó en el aire como un eco controlado. Tony sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Aquella voz, tan segura y profunda, le producía una extraña mezcla de intriga y desconcierto.

Cuando la iluminación finalmente se estabilizó, Tony pudo distinguir a un hombre que se acercaba hacia él, y a su lado... ¿una capa flotante? Alzó las cejas, perplejo. El desconocido llevaba una bandeja de plata en las manos, y en ella descansaba lo que, efectivamente, parecía ser una cena.

—¿Quién eres tú y dónde estoy? —preguntó Tony, su tono en guardia.

El hombre se detuvo a unos pasos, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro mientras lo observaba con ojos penetrantes.

—Soy el doctor Stephen Strange, y estás en mi santuario —respondió, sin apartar la mirada, como si aquella declaración fuera un juramento sagrado.