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Strange deslizaba sus manos cicatrizadas con cuidado sobre las largas piernas de Tony, aplicando la presión justa en cada punto tenso. Esas manos, marcadas por las huellas de su propio sufrimiento, eran para él un recordatorio constante de lo que había sobrevivido. Strange no ocultaba sus cicatrices ni las lamentaba; más bien, las aceptaba con orgullo, pues eran la prueba de su resistencia y de cómo había vencido a su propio destino.

En su tarea, continuaba masajeando meticulosamente las piernas de Tony, quien, aunque intentaba resistirse, no tenía la energía suficiente para discutir. Las extremidades del genio estaban tensas después de tanto tiempo en cama, y Strange, firme en su propósito, le ayudaba a aliviar esa rigidez en una rutina de rehabilitación paciente pero precisa. A pesar de las protestas iniciales de Tony, que parecía incomodado con el contacto, Strange se mantuvo imperturbable, decidido a completar su labor.

El genio no tuvo más opción que resignarse por tres razones ineludibles:

Strange era, sin duda, más fuerte físicamente.

Tenía a su disposición múltiples hechizos de paralización que no dudaba en emplear si fuera necesario.

Y, sobre todo, Tony estaba agotado, tanto en cuerpo como en espíritu, incapaz de sostener por más tiempo aquella inútil resistencia.

Finalmente, se dejó llevar, cerrando los ojos y permitiéndose, en ese breve momento, disfrutar de la atención paciente y el alivio que aquellas manos le proporcionaban.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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𝐇𝐄𝐑𝐄𝐀𝐅𝐓𝐄𝐑 | 𝖨𝗋𝗈𝗇𝖲𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora