3

607 47 3
                                    

Me acerqué a él y con sumó cuidado le aparté un mechón de cabello enrredado y graso de la frente.

Me dejé caer en la silla que estaba a mi lado, y sostuve su mano entre la mía. Por más que lo miraba no podría creer que el fuera mí Gohan. No parecía la misma persona con la qué ayer contraje matrimonió.

Sus mejillas, infantilmente sonrrojadas, no mostraban color alguno y el resto de su piel se había tornado de una palidez enfermiza. Sus labios habían perdido su rosado natural, y ahora de habían tornado de un color morado.

Lo que más me asustó es cómo se sentía su piel. Sus pálidos brazos, en los que tanto le gustaba rodearme en invierno tenían un tacto frío gélido. Tuve la sensación de qué tocaba la mano dé un muerto.

Estallé en lagrimas. No se como había empezado a llorar. Tampoco me importaba. Lo único que sabía es que estaba recostada sobré su pecho, llorando y gimiendo cómo si me estuvieran matando. Esperaba que se levantara y me abrazara con todas sus fuerzas, que me susurrará al oído que todo estaba bien y que era una tonta por llorar sin motivó. Pero ese gestó nunca llegó.

Goku me sujetó suavemente por los hombros y me obligó a incorporarme,  enseguida, su esposa se acercó y me abarazo. Nadie mejor que ella sabe cómo me siento.

Me acompaño al exterior de la habitación, y me ayudó a sentarme en una de las sillas de espera.

Estuvo sentada a mi lado hasta que conseguí calmarme, apoyándome en silenció. Realmente agradecí que hiciera eso.

Goku prefirió quedarse adentró con su hijo, no parecía muy cómodo al estar rodeado de mujeres llorando.

Cuándo logré recobrar la serenidad por completó insistí en volver a entrar a la habitación.

Estuve todo el rato al lado de mi esposó, sin atreverme a alejarme de su lado, ni un miserio segundó.

Sus padres también permanecían en la habitación. Únicamente salieron para ir a la cafetería de la planta baja a la hora de armosar. Me pidieron que los acompañara me decían que necesitaba despejarme y descansar, pero me negué rotundamente a dejar solo a mi marido.

Durante la tarde hubo muchas visitas. Todos nuestros amigos vinieron a visitar a su viejo compañero, pero todos ellos salieron de la habitación con la misma expresión de horror y espantó, que intentaban disimular bajó una mueca que, en teoría, debía ser una sonrrisa.

Supongo qué debe ser bastante perturbador ver a aquel joven valiente y fuerte, al hombre que durante su infancia libro tantas batallas y que a la tierna edad de once años derroto al temible monstruo Cell, postrado en una cama de hospital y con el escalofriante aspecto de difunto.

Incluso Vegeta parecía consternado después de haberlo visto.

Le di un suave beso a mi amado en la frente y le acaricié delicadamente el lugar dónde lo había besado. Deseó qué se despierte...Deseó que se encuentre bien.

Los médicos aún no saben con certeza qué es lo que ocurre, y no tienen claro si pueden hacer algo para ayudarle. Sólo saben que sea lo que sea que tiene es grave.

Y yo sigo aquí en una interminable espera por saber que le pasará a mi marido...Si va a poder ver otro amanecer.

Hasta que la muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora