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Tada Banri se estaba probando unos vaqueros azules.

       Y ahora, el probador estrecho de esta vieja tienda de

segunda mano tenía un olor abrumador.

       Tenía el característico aroma floral artificial como el del

detergente y el suavizante. Pero encima de eso, todo el suelo

alfombrado del tamaño de medio tatami apestaba a las plantas

de pies masculinos sin lavar. Como en respuesta a ese problema,

colocado en la esquina del probador había un ambientador de

coche suficientemente fuerte como para matar a una persona,

que olía a cocos hawaianos.

       Procedente del otro lado del ventilador de ventilación,

había un olor como de comida y tabaco mezclados, y por debajo

una presencia inusual se estaba aproximando, dándose a

conocer. ¿Era agua en el sótano? ¿O eran aguas residuales? Un

olor como el de un cuarto de baño estaba allí oculto.

       Formando una mezcla perfecta en el confinado espacio

aéreo, los olores estancados invadían violentamente los nervios

de Banri y los míos a través de las membranas mucosas de

nuestra nariz. Nos sentíamos como la vez que tuvimos ese

horrible mareo de coche, la cabeza nos dolía y nos mareábamos,

nuestros estómagos se exprimían de arriba abajo como trapos de

limpieza. Podríamos haber vomitado, de verdad.

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       Aunque era malo para un cliente estar solo un rato corto,

¿no pensaban ni un poco en ello los empleados? ¿Tenían ya la

nariz rota y entumecida? No, debían haber pensado que

apestaba, ¿si no para qué los cocos hawaianos? Pero el fuerte

olor enfermizamente empalagoso de esta cosa estaba al borde de

ser peligroso, y de hecho era el peor agresor.

       Sufriendo todo esto de mal humor, de alguna forma

permanecí de pie en silencio en la esquina del probador, viendo

a Banri cambiarse, sin estar especialmente impresionado.

       Al quedarme así, quieto, en la esquina superior junto al

techo, sentí como si me estuviera quedando atascado, como

hipnotizado, en aquella notablemente sombría y oscura sombra.

Y luego enredándome a ella, como si me hubiera quedado

atascado allí.

       Al decir que me considero un fantasma, en resumen este

lugar, está encantado...

       -...¡Zzu! ...¡Uoe...!

       Poniéndose los baratos vaqueros azules de mil seiscientos

yenes, Banri bajó la mirada por un instante a los problemáticos

botones frontales. Comenzó a sentir náuseas por el apabullante

Golden time Volumen 2: LA RESPUESTA ES SÍWo Geschichten leben. Entdecke jetzt