𝑬𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒍 𝒐𝒄𝒆𝒂𝒏𝒐

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Bajo la lluvia

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Bajo la lluvia...

Los relámpagos golpean la tierra como si estuvieran molestos.

Los truenos no se apiadan de cualquiera que por curiosidad quiera centrarse en su tortuoso sonido.

Y el llanto de un niño se mezcla con la banda sonora.

Un pequeño de cabellos tan oscuros como el carbón corría sobre los charcos mugrosos mientras abrazaba su propio cuerpo queriendo protegerse de manera inútil del frío, las gotas caían como un montón de balas y empapaban su pequeño ser sin piedad alguna, el agua de lluvia se perdía en su rostro como las lágrimas que emergen del mismo después de horas, días, meses buscando algo que comer o donde refugiarse de la cruel realidad que ahora le demostraba que nunca viviría en los cálidos brazos de un hogar, jamás tendría un lugar seguro...

Estaba sólo.

Bajo la lluvia.

Siempre le tuvo miedo a la noche, la oscuridad reinaba en cada rincón de penumbra.

Menos en un lugar.

Aún podía ver con las gotas de agua mojando y humedeciendo sus ojos y pestañas largas, ahí estaba. En aquella fábrica abandonada que pensó una vez que estaba maldita ¿Era habitada? No lo sabía, solo quería entrar y refugiarse pues no estaba en el momento de volver a aguantar otra feo resfriado que terminaba en una fiebre que lo hacía sentir que moriría en cualquier momento, corría sobre los charcos, no le importaba ensuciarse los pies descalzos que ya llevaba ensuciandose desde que fue tirado en la calle. Estaba allí, ágilmente preparado mientras se las ingenia para meterse sobre una ruptura entre las rejas no le importaba causarse rasguños por aquel acto y ignorando todos los carteles de peligro y que no se acercara se adentro a la fábrica subiendo por una de las descuidadas ventanas y finalmente salvándose por el momento de la lluvia.

La sala era iluminada por nada más que un patético bombillo que amenazaba con quemarse en cualquier momento y dejar de brindarle luz al lugar, Naoto no veía bien de que se trataba...Todo era un poco sombrio y extraño pues no había nadie. Exprimió un extremo de su camisa mientras el agua de su cabello también salpicaba al piso por sacudir del mismo, su nariz y cuerpo estaban fríos y ni hablar de sus manos.

Se adentro con cuidado, siendo muy precavido ocultándose en cualquier muro que tuviera a su disposición...

Y entonces lo vió.

Un sujeto de cabellos blancos como la nieve y ojos tan oscuros como como un pozo sin fondo estaba sobre un banco de madera, subiendo la mirada el pequeño aprecio en primer plano la soga sobre sus manos la cual estaba atada en un espacio más alto del techo. No comprendía que quería hacer aquel hombre...Pero en cuanto la acción de amarrar la soga en su cuello se hizo presente el niño de ojos azules entro en total pánico, el albino tan solo pretendió dar un paso para acabar totalmente con su vida.

𝑌, 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑠𝑜𝑙𝑜... ╰  ፝֯֟⋆⁺ 𝑩𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora