-Ash, amor… Es el quinto mensaje de voz que te dejo. Contéstame por favor, quiero que hablemos aunque más bien NECESITO que hablemos. Sigo sin poder creer que estés tirando dos años de relación a la basura por algo tan absurdo. ¿Quieres que cambie? Bien, lo haré si eso te hace feliz. Por ti haría lo que sea. Ashley, ¡te amo! Por favor, perdóname. –oprime la tecla para finalizar la llamada, tira el teléfono sobre la cama, se tira el pelo y grita- ¡La puta madre! –para mi, es algo cómico verlo desesperado por alguien que dejó de quererlo hace tiempo. Pero no me mal interpreten, lo digo por los gestos que hace. A veces me gustaría darle un cachetazo y decirle “Ella no te quiere, entiéndelo. No pierdas la dignidad.” Pero no se puede *inserten cara de decepción*.
Les presento a Luke Edwards, un rubio muy guapo de 18 años que cursa su último año y es el mejor amigo de Summer. Como acaban de presenciar, está profundamente jodido con su actual ex novia quien terminó su relación hace… dos horas. Si les parece patético que él esté pisoteando su dignidad por ella sabiendo que Ashley no lo quiere, esperen a conocer la historia de la relación.
Ashley y Luke se conocen de toda la secundaria, él siempre estuvo babeando por ella pero Ash lo ignoraba. A los 15 de ambos Lukey, su apodo, comenzó a intentar conquistarla. Luego de un año entero en el que él mandó todo su sano juicio por la borda, logró enamorarla. Todo muy hermoso hasta hace seis meses, cuando Ashley empezó a enamorarse de alguien más en un momento en donde su relación con Luke pendía de un hilo. Desde entonces intentó luchar contra ese nuevo amor pero no lo logró. Hoy ha decidido romper con él, no quiere seguir lastimándolo con las nuevas actitudes que tomó con él y el pobre Lukey no quiere entender que debe dejar ir a la persona que ama. Sin embargo, para Luke, es el primer “golpe” que le dan. Su vida es normal: padres casados y amorosos entre ellos y con sus hijos, una hermana más pequeña, Lizzie, una buena posición económica. Pareciera que tiene una vida perfecta y ustedes se preguntarán “¿Qué haces tú con él si tu misión es hacerle la vida perfecta pero él ya la tiene?”. Bien, a eso iba.
Luke es completamente apartado de todos sólo por ser amigo de gente “diferente”, no obstante a él no le importa. El verdadero problema empieza con que Lukey es un invicto en las peleas ilegales. No te lo esperabas ¿cierto? Alguien tan enamorado y con su apariencia… definitivamente uno nunca creería que el señorito Edwards es alguien tan frívolo en una jaula de metal y que tiene problemas con las drogas. Su vida ya no aparenta ser tan perfecta ¿no? Comienzo a contarles un poco sobre este lado oscuro. Desde los 10 años, Luke sufre de un trastorno de identidad disociativo. Por el día, es un joven normal pero que tiene algunos problemas con las drogas. Sin embargo, por las noches, su trastorno se hace presente y se convierte en un joven invicto en las peleas ilegales, que de vez en cuando comercializa marihuana en zonas aledañas a la que reside. El hecho de que este trastorno haga que sufra de amnesia respecto a su segunda personalidad, hace que él no sea consciente de sus actos y mucho menos sus padres. Después de todo, serán cariñosos pero son bastante torpes y despistados a la hora de notar los comportamientos de sus hijos.
Sus amigos más cercanos, es decir el resto del grupo, están conscientes de este trastorno. De hecho, fueron ellos quienes descubrieron el problema de Lukey en una pijamada y lo llevaron a un doctor. Él lo sabe, sus amigos lo saben pero su familia no. Luke no quiso que ellos supieran de esto a pesar de la insistencia de sus amigos. Desde entonces, cuando realizan las pijamadas, atan a Luke para que este no se vaya y realice esos actos que ni ellos saben de qué se trata. A esto hay que sumarle el problema que tiene con las drogas.
Desde hace tres años, que fue cuando descubrió su trastorno, cayó en depresión al saber que tenía vaya a saberse cuántas personalidades además de la que él estaba consciente y tomó la mala decisión de consumir drogas para olvidar el mal sabor de lo que sabe. Pero ahí estuvieron nuevamente sus amigos para sacarlo de las malas y traerlo a la tierra otra vez. Aunque algunas veces se escapa de ellos y a escondidas se fuma algún porro o esnifa cocaína. En esos momentos me dan ganas de tirarle un baldazo de agua fría pero no tengo cuerpo y eso no se puede.
Suena “Hummingbird” de Thee Brandy Hips y Luke se mueve al ritmo de la música y lo hace muy bien. También canta y su voz me llena de placer, este chico es una caja de sorpresas y aunque tiene su lado malo, me encanta. Sigue con “Come as you are” de Nirvana y hace lo mismo que en la canción anterior y bueno, también las anteriores: cantar y bailar. Tiene un gran don para eso, así como para tocar la guitarra. Termina la canción y la pone en aleatorio, entra en su habitación y se desnuda para entrar al baño y darse una ducha. No es por ser guarra pero el chico tiene un muy buen cuerpo y aunque soy un ángel, hasta nosotros tenemos atracciones. Sí, me siento atraída por Luke.
Sale del baño, se coloca un bóxer y se va a la cocina a recalentar la pizza. Sigue disfrutando de la soledad de su casa. Una vez que termina con todo, se va nuevamente a su habitación y se dispone a dormir. Me pregunto cómo voy a hacer para no irme a su casa y verlo dormir cuando tenga un cuerpo. Definitivamente imposible.
Miro la pantalla de su teléfono, no hay rastros de Ashley pero presto atención a la hora, tengo que irme aunque sepa que en una hora él va a despertar y va a volver a lo mismo. Debo seguir con el recorrido.
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Vidas perfectas
Teen FictionEl color de las alas no define la bondad o maldad de cada ángel ni el exterior de cada persona define lo que es.