Capítulo 4: Insensible

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Mi respiración se agita, escucho esos pasos aún más cerca, siento que, en cualquier momento, podría dejar de respirar y desmayarme, pero si eso pasaba, era más probable que me botaran, así como a los perros cuando mueren.

Me decido a guardar la calma, no quería que, por la ansiedad, me descubrieran y entonces de nuevo sufriera esa escena de golpes como el día anterior. Deje de pensar, deje de hacerme ideas y espere, simplemente espere hasta que hubo un gran silencio, uno tan grande que hasta sentí miedo de que, en cualquier momento, todo saliera mal. Pero no fue así, extrañamente, el silencio perduro hasta que la puerta principal sonó fuertemente, indicando que había sido abierta y cerrada. Ellos se habían ido.

Salí de mi escondite con mucho cuidado, no quería cometer algún error. Mire hacia ambos lados revisando de que ninguno de los dos estuviese cerca, una vez segura, salí con mucho sigilo y camine por la escalera sin hacer ruido, de tanto bajar y subir por aquí, ya sabía bien que escalones pisar para no hacer ningún tipo de ruido.

Todo estaba tan en silencio que me causaba algo de paz, pero al tiempo una parte de mí, se alertaba porque quizá mis padres habían hecho algo que no me gustaría para nada.

Sin demora, llego a la puerta de la habitación donde mis hermanas se encuentran y toco un par de veces, sin dejar de estar alerta. Pronto escucho la voz susurrante de Violett, la más pequeña.

—¿Vero? ¿Eres tú? —escucho su voz un poco tímida.

—Sí, soy yo, ábreme Vi—respondo con un tono igual de bajo.

No tardo en escuchar la puerta abrirse y en cuanto veo que puedo entrar, lo hago de forma muy rápida cerrando la puerta una vez estoy dentro.

—¿Qué traes ahí? —cuestiona mi hermana menor, señalando mis manos que ocultan aquel monto de dinero que había tomado.

—Esto es algo, que necesitaremos para salir las 4 de aquí, aún es muy poco, así que debemos tener paciencia—me acerco a un lado del suelo, donde anteriormente había abierto una de las tablas, donde escondería el dinero que recaudara de aquí en adelante.

—¿De dónde lo sacaste? —esta vez es Val quien habla, acercándose a mí para ver que es a lo que Vi se refiere.

Doy un largo suspiro antes de responder—De la caja que siempre llega en nuestro cumpleaños, hoy estuve abajo revisando en donde la dejaban, cuando la vi tuve la oportunidad de sacar al menos un cuarto del dinero que había allí. Al principio lo deje bajo la tabla donde siempre guardo todo, pero mientras me escondía por los pasos que se escuchaban, supe que ahí no estaría seguro y que debía tenerlo más cerca si no quería que lo descubrieran. Así que cuando volví a subir, rápidamente lo saqué y lo traje escondiéndolo entre mi camisa.

—Pudieron haberte visto, pudieron haberse dado cuenta y...—antes de que siguiera hablando, le hice una señal, ella hizo silencio. Yo estaba consciente de lo que había arriesgado al haber hecho tales movimientos, pero era un riesgo que había pensado más de dos veces tomar.

—Lose, sé que pudo haber salido mal, pero no fue así. Ahora lo que necesito—mire a mis hermanas por sobre mi hombro—es que las tres, guardemos el secreto, nadie más debe saber que esto existe. ¿Quedo claro?

Mis dos hermanas se miraron la una a la otra, luego giraron hacia mí y ambas asintieron, dando a entender que el secreto quedaría entre nosotras tres. Ninguna dijo algo más al respecto.

Mi vista se giró para ver a la cuarta de nosotras, aun no sabía que nombre ponerle a la pequeña, era lo de menos por ahora. La vi durmiendo y pensé que pronto podríamos salir de allí las cuatro, vaya que estaba equivocada, muy equivocada.

°VERÓNICA°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora