Capitulo 2: Una carga

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Habían pasado un par de meses, desde que mi padre había sacado lo peor de si mismo, decidí que debía permanecer callada y no decir nada de lo que estaba pasando aquí, al final durante todo este tiempo, había sido yo quien recibía tantos golpes por pequeños detalles, que solo eran comportamientos de una niña de 7 años. Muy pronto sabía que cumpliría 8, no solo yo claro, también mi gemela.

Sabía cuando era mi cumpleaños, solo porque ese día, llegaba una cajita que muchas veces ví, iba dirigida hacia nosotras, ellos nunca nos dejaban tomarla, además de esto pensaban que yo no sabía nada, mucho menos leer, porque claro ¿como va a saber leer una niña de 7 años, que no va a la escuela?. Aunque eso no me afectaba, pues para mi era mejor que no lo supiesen, yo por mi parte, había aprendido muchas cosas sola y todo lo que aprendía, se lo enseñaba a mis dos hermanas, se que la más pequeña aún no entiende mucho, así que voy de a poco, en cuanto a Valery, bueno ella sabía lo mismo que yo.

Normalmente, cuando no estaban los adultos en casa, es decir casi siempre, aprovechaba para salir de la casa, ellos dejaban las puertas con seguro, así que me era difícil poder salir como la gente común, sin embargo, con mis hermanas, encontramos una ventana rota en la cocina. Tenía vidrios pegados aún, por lo que tuvimos que quitar varios pedazos, haciéndonos leves cortes en las manos, y aunque ya no era tan peligroso, había tenido unas cuantas heridas al salir y entrar por allí.

Cuando salía al exterior, siempre me dirigía al mismo lugar, la tienda de la señora que vendía dulces, no solo dulces, también comida y otras cosas. Ella siempre me prestaba algún libro viejo que tenía, me decía que habian sido de sus hijos, quienes ahora están grandes y trabajan.

Yo recibía cualquier libro, desde los más lindos con dibujos y muchos colores, hasta los que tenían números y eran muy gruesos, con estos al volver a casa, los leía todo el día y trataba de entender cada situación, poco a poco, lograba descifrar de que se trataba cada libro y mientras Valery juega y lee con Violett, yo preparó todo, para practicar ejercicios y enseñarselos a ella.

Un día, terminando de escribir en una hoja de papel, practicando con Valery para escribir rápido, escuchamos el llanto de un bebé. Ambas nos miramos y tomamos la decisión de esperar a escuchar de quien se trataba.

—otra mocosa—se queja papá, mientras azota la puerta tras de si.

—ya estoy harta, esta si la regalo—responde mamá, note que por el tono de su voz, estaba realmente molesta.

—no, no. Ni lo pienses, si la regalas así, no tendremos nada a cambio. Pero si esperamos y dejamos que crezca. Nos darán una fortuna, así como las 3 mugrosas que ya tienen el destino contado—mi padre ríe.

Al parecer esto los consolo, porque enseguida ambos entraron a la cocina y dejaron a el bebé solo con su llanto. Le pedí a Val, que  se quedará ahí, en la escalera mientras yo bajaba en silencio y veía a la pequeña criatura.

Ella me obedeció y yo camine lento hacia las mantas desgastadas donde se encontraba la pequeña, ví su rostro que se arrugaba por el llanto y por instinto, la arrulle con una canción que la señora de los dulces, me había enseñado, tardo un rato y tuve que repetir la canción más de una vez. Pero al final logre que se calmara y durmiera, escuche pasos venir, por lo que reaccione y volví arriba con mi hermana quien me esperaba en silencio.

—por fin, decidió cerrar el pico—ví como mi madre se sentó en el sofá.

—ya vez, solo era cuestión de dejarla llorar.

—yo nose, ya tengo con las 3 desagradecidas que hay en esta casa. No entiendo para que queremos una carga más—escucho como abre una lata de esa bebida, que huele horrible.

—simple, esto es como las drogas, no sirven para nada más que placer. Pero dan mucho dinero, es como cosechar tu propia planta, pero sin levantar sospechas de nada—escucho la amarga risa de mi padre, seguida de un trago que parece darle a su bebida.

No nos conviene seguir escuchando, mucho menos desde donde estamos. Eso es riesgoso, pues si alguno de los dos se da cuenta de que estamos allí, estoy segura de que no dudaran en hacernos bajar, solo para golpearnos o gritarnos cosas que aún no sabemos que significan.

—vamos, hay que subir—le susurro a mi hermana y ella asiente con la cabeza.

Se levanta y camina en silencio hacia la habitación, mientras yo la sigo, cuando llegamos nos sentamos en el lugar donde las 3 dormimos y continuamos escribiendo.

—Hermana—escucho de repente y me giro para ver  a Valery.

—¿Que sucede?

—¿Que quieren decir, con que les daremos mucho dinero? ¿Que piensan hacer con nosotras? —siento que sus preguntas me llegan al pecho, tal vez porque ni siquiera yo, sabía bien de que hablaban.

—yo, no estoy segura. Tal vez nos llevarán a algún lugar, para trabajar y conseguir dinero. Pero hay que esperar, porque aún estamos muy pequeñas—es lo único que se me ocurre como respuesta.

—pero, yo no quiero darles nada, ellos no nos dan nada a nosotras.

Dejó salir un suspiro y miro a mi hermana a lo ojos, tiene razón, aquí solo nos han dado sufrimiento y dolor. Pero no podemos irnos, no ahora cuando no tenemos donde ir.

—no lo haremos, cuando seamos grandes nos iremos de aquí ¿esta bien? —le digo y ella asiente.

—nos iremos con todas, así no volverán a decir que somos una carga—comenta y me duele que piensen eso, porque para mi, son todo lo que tengo, son la única razón por la que sigo en ese lugar, además de que son lo único por lo que quiero crecer y simplemente irnos de allí.

°VERÓNICA°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora