Jeff caminaba hacia la entrada de su casa con el celular en las manos y la mochila al hombro. Al irse su familia y él del Club, Sanban de alguna manera había conseguido su número de celular, habían estado mensajeando desde ese mismo día. Lo anterior sucedió el fin de semana y hoy era lunes por la mañana lo cual significaba que el castaño debía ir a la escuela en ese momento, claro, si quería llegar media hora antes del inicio de clases.
Al pasar por el vestíbulo, se encontró con Moris y le sonrió en forma de despedida. Al salir su automóvil se encontraba en la entrada, llevado allí por uno de los dos mayordomos de la casa. Saco sus llaves del bolsillo, entro y encendió el elegante auto cerrado de color negro para irse a clases.
En el camino paso frente a la preparatoria Boligan, la prestigiada preparatoria para señoritas, no pudo evitar recordar que Sanban le había comentado que ella asistiría a clases allí. Tratar de conocer a Sanban fue algo increíblemente sencillo, la chica parecía tener mucho interés en formar una amistad con él, seguramente porque sabía de quien era hijo. Y a estas alturas este hecho no le molestaba. Cuando era un niño y recién comenzaba a salir de casa tenía muchos amigos, todo gracias a Bruno y a John, pero conforme iba creciendo, Jeff se daba cuenta que cada vez más todas las relaciones que lograba entablar llevaban algún tipo de interés de por medio. Esto lo volvió bastante cerrado, su mundo se conformaba de pocas personas a las que realmente apreciaba, fuera de eso el solo era educado y amable por compromiso, después de todo, una persona simplemente no puede empezar a ser borde de un día para otro sin que alguien le exija explicación. Ser amablemente indiferente le había resultado muy útil en casi cualquier situación.
Al bajarse del auto en el estacionamiento de la escuela encontró con la mirada a Bruno en la entrada de la escuela, este al verlo corrió lo más rápido que pudo al lado del castaño.
-Veo que por fin te regresaron el automóvil. Casi pensé que nunca te lo regresarían. Ya podrás volver a llevarme a casa.- Sonrió el rubio
- ¿Qué te hace creer que te llevare a tu casa?- Siguió caminando hacia la escuela, no volteando a ver a Bruno, Jeff estaba seguro que este lo miraba atentamente y que le seguía el paso.
- Te encanta mi compañía-
- Casi lo olvidaba, muero por pasar siempre un minuto más contigo- Las palabras de Jeff estaban tan bañadas de ironía como siempre. Bruno ya estaba acostumbrado al curioso humor de su amigo.
- Me necesitas, Jeff-
Habían llegado al aula y Bruno se sentó a un lado de Jeff con una sonrisa insistente.
- ¿Qué?-
- Paso algo-
-¿Algo?-
- Si — El de ojos azules le mira con una sonrisa boba, ignorando el entrecejo del otro. — Conocí a una chica- Fue la respuesta Bruno.
Entonces el entrecejo de Jeff se borró y por un momento se pudo observar desilusión en el rostro de castaño. Sintió una pequeña punzada, algo diminuto dolió dentro de él. Temía por la relación entre él y su amigo, no quería que cambiara, no quería invasores en su brillante y diminuto pilar que era Bruno. Muchas veces antes había escuchado a su amigo decir algo similar. Tantos "Vi a una chica", "Hay una chica", "Mira que hermosa", nunca causaron algún malestar en Jeff, pero este "Conocí" era diferente, lo hizo sentir miedo de que su amigo cambiara y se alejara. Era increíblemente egoísta de su parte querer tener la atención de su amigo solo para él, sabia lo infantil que estaba siendo, incluso más que el propio Bruno. Por eso mismo él tenía que sobreponerse a ese llamado de peligro que sentía y ser el amigo que Bruno merecía.
- Increíble, eso es una buena noticia- "No debiste decirlo" La mente de Jeff trabajaba a la misma velocidad que su boca al hablar, pensando lo contrario de lo que decía en cada oración.
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No lo entenderias
RomansaJefferson Randell vive una farsa, tiene su vida hecha una maraña de mentiras y ni el mismo conoce la verdad. Debe finjir ser perfecto delante de todos y esconder lo que es. Esto lo envenena desde dentro. Pero aunque el no lo crea, existen personas...