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A la mañana siguiente, Jeongyeon empezó a despertar sintiendo un agradable calor rodeando su cuerpo, algo le hacía cosquillas en el cuello y el dulce olor a melocotones que llegaba a su olfato la calmaba de forma indescriptible

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A la mañana siguiente, Jeongyeon empezó a despertar sintiendo un agradable calor rodeando su cuerpo, algo le hacía cosquillas en el cuello y el dulce olor a melocotones que llegaba a su olfato la calmaba de forma indescriptible.

No recuerda nada durante los primeros segundos, por lo que tomó aire una vez más, sintiendo sus pulmones hincharse en su pecho y llenarse de aquel delicioso olor de Omega.

Es entonces cuando los flashes de todo lo sucedido la noche anterior llegan a su mente y finalmente abre los ojos, encontrándose en una habitación que no es la suya, y al lado de una Omega que es nada más y nada menos que la chica de sus fotos y de sus sueños acurrucada en su pecho.

Entonces no fue un sueño. — Susurró sonriendo levemente, escuchando el ronroneo de la pelinegra.

Es apenas un murmullo, pero escucha perfectamente cuando la Omega dice algo. — Alfa, no quiero despertar aún. — Su voz se escucha adormilada y eso no puede provocarle más que ternura y felicidad a Jeongyeon.

De repente se siente en un sueño, uno de esos que te hacen sentir feliz incluso después de varios días, su escorpión se encontraba en sus brazos y no podía ser mas perfecto. — Lo siento, no quise despertaste pero... — A pesar de que la Omega se encuentra pegada a su cuerpo y sus brazos en algún momento de la noche rodearon su pequeño cuerpo, sigue sin atreverse a mover un músculo con temor de lastimarla o molestarla.

Y se encuentra debatiendo en su mente sobre aquello cuando la voz de la pelinegra la saca de sus pensamientos.

Soy real Alfa, y no me despertaste tú, fue mi estómago. — Confiesa Momo, soltando una pequeña risita que por la posición en la que se encuentran sus cuerpos hace cosquillas en el cuello de Jeongyeon. — Es que tengo hambre. — Añade mirándola por primera vez, reiniciando la vida de la Alfa gracias a aquella imagen de su rostro adormilado y sus brillantes ojos mirándola como si la conocieran desde siempre, algo que siente desde lo más profundo de su alma.

Y tiene que apartar su mirada para no dejarse controlar por el deseo que la invadió de tocar su rostro, sintiendo como la Omega se sentaba sobre sus talones, quedando frente a ella de rodillas en la cama. — Ya veo, solo... — Musitó en medio de un suspiro, y decide sentarse también, dándose cuenta de como el color morado predomina en aquella habitación, y de que incluso las sabanas que la cubren son de un lila que hace juego con la pijama de la pelinegra. — ¿Que fue lo que ocurrió? — Decide preguntar, sin sonar exigente o molesta.

Lo último que desea es asustar a la pequeña Omega que la mira con una admiración que la atraviesa.

¿No recuerdas nada? — Le pregunta la pelinegra, Jeong casi siente como su corazón se derrite en su pecho pues la dulzura de su voz la rodea tan cálidamente que la atrapa desde el primer segundo de su explicación, dejándole solo la capacidad para mover su cabeza en modo de negación, sin dejar de mirarla completamente hipnotizada. — Te desmayaste luego de llamar a mi puerta y como no sabía que más hacer te traje a mi habitación con ayuda de Sana-chan. — Explica y la Alfa ha detallado todo, cada movimiento de sus labios, cada destello en su mirada y cada esfuerzo que hace por no dejar que su acento sea tan notable. — Es que Kento Oppa no estaba para hacerlo. — Su voz se va apagando al final de la explicación y la castaña no puede evitar fruncir el ceño ante esa nueva reacción de su Omega.

Scorpion || OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora