Cuando llegaron al salón se sentaron cerca, e incluso conversaron un poco durante la clase.
¿Qué pasaría a partir de ahora? Nunca lo había considerado su amigo precisamente, pero ahora que habían pasado toda la mañana juntos, no sabía que pretender.
Le pareció que no sería mala idea permitir que él mismo lo decidiera. Aunque por supuesto no se lo preguntaría directamente. Si él actuaba como su amigo. Bien, serían amigos. Pero si él actuaba como si nada ocurrió. Entonces, ella haría lo mismo.
Le envió un mensaje a Madeley con su dirección y se fue a su casa. Hizo los deberes con suma rapidez para no preocuparse por ello si terminaban el trabajo algo entrada la noche.
Cuando Madeley tocó la puerta de su casa ella se puso más nerviosa de lo que había estado toda la tarde. Abrió intentando parecer despreocupada, lo cual al parecer logró ya que Madeley no le dijo nada. O lo había logrado o Madeley no le tenía suficiente confianza para preguntarle por qué actuaba así de raro. Empezaron con el trabajo y gran parte del timpo estuvo riendo de las locuras que hacía o decía su acompañante.
Terminaron todo el trabajo cerca de las siete de la noche. Madeley se quedó a cenar con su familia y después se fue. Edeline agradeció mucho su presencia puesto que de no ser por ella, el ambiente hubiera sido tenso durante la cena.
Su hermano le preguntó si esa noche dormiría con él, ya que la noche anterior se había quedado dormida leyendo ese libro “raro”, que era como lo había definido él.
Ella se había reído y dicho que sí.
Así que ahora se encontraba acurrucada en la cama con su hermano. La noche estaba muy fría, así que se acercó más a Elliot para conseguir su calor.
Esa noche solo había escuchado murmullos del pasillo y dos puertas cerrándose al mismo tiempo. Supo que su padre se había ido a dormir en su habitación. Deseó que su habitación no fuera tan paliducha, ya que no ayudaría en el ánimo de su padre, o al menos no tanto como lo haría la de Elliot que estaba pintada de mostaza, un color sin dudarlo, mucho más vivo.
No le gustaba sentirse culpable. Y así era como se sentía justo en ese momento. Cuando despertó su hermano ya no estaba junto a ella. No le tomó mucha importancia creyendo que estaría en el baño o en la cocina. Pero se llevó una sorpresa al descubrirlo junto a su padre, acostados en su cama con mini florecitas. Tomó lo primero que encontró y cuando estaba por salir Elliot la vio. La miró con ojos acusadores. Ella sin duda tenía el sueño más ligero y sin duda él sabía que ella si los había escuchado por la noche.
Se volteó sin prestar atención a su hermano. Salió de la casa sin desayunar o peinarse, por lo que se metió todo el cabello dentro de su gorro.
Fue agradable tener la compañía de Owen, y cuando él se iba, tener la de Madeley. Él siempre había estado allí, pero ahora que no estaba tratando de alejarlo su compañía resultó más alentadora de lo que se le habría ocurrido tan solo el día anterior.
-De acuerdo, Owen, compórtate o te largas –lo amenazó Madeley.
Edeline negó con la cabeza y rió.
-Pero Madeley…
-Pero nada. Compórtate de una maldita vez. ¿Tienes idea de cuántas ganas tengo de asistir a la fiesta?
Su amiga se movía de un lado a otro intentando pensar en algo que hiciera que Owen se quedara en casa para que ambas pudieran ir a esa fiesta.
Edeline, por su parte se reía de la escena mientras esperaba que algo se le ocurriera a Madeley. No tenía muchas buenas cosas que hacer en su vida, así que esa fiesta no estaría mal.
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Aprendiendo a Vivir
RomanceEdeline es una chica normal. La única diferencia entre ella y todas esas chicas de su instituto es que ella si usa el cerebro. En realidad, lo hace demasiado. Lo que puede llegar a convertirse en un defecto. Cómo puedes disfrutar la vida si estás to...