No podía soportarlo.
Todo esto empezaba a agobiarla. La aplastaba. Se sentía extraño. No estaba acostumbrada a tanta atención.
Esa semana había estado recibiendo invitaciones para salir, más invitaciones de las que había recibido durante el año entero, probablemente, más de las que había recibido durante toda su vida. Era asfixiante para ella.
A pesar de estar rodeada de personas se sentía vacía. Se sentía sola. Y eso era mucho peor que estarlo realmente. No le gustaba ese sentimiento que la embargaba por completo ahora mismo.
Se sentía triste. Se sentía sombría. Sentía que si alguien le dirigía una palabra rompería a llorar en ese momento.
No tenía uno de esos lugares con hermosa vista a los que acudir si estaba triste, esos lugares tan preciosos que aparecen en muchas películas en las que la chica principal es una chica con muchos problemas porque todo el mundo está en su contra, y siempre que se siente muy afligida va a su lugar especial, va de noche, de madrugada, a la hora que se le antoje. Basta con que alguien le diga algo para que salga corriendo a esconderse, y en menos de cinco minutos está acurrucada llorando, pensando u observando el paisaje, la lluvia, el sol esconderse o la caída lenta de copos de nieve, acompañado del sentimiento de que su vida se derrumba.
En este mismo instante un lugar especial no le vendría nada mal. Pero como no tenía uno de esos lugares se limitó a encerrarse en su habitación, con la cara enterrada en su almohada y la música llenando el espacio. Tan alta que se filtraba por sus poros y la hacía sentir que podía llenarla a ella también. Tal vez podía.
Odiaba la adolescencia. La odiaba por ser la culpable de todos aquellos cambios drásticos y estúpidos. Por su culpa tenía sentimientos que se salían de su compresión.
Se había encariñado con todos muy rápido, pero durante toda su vida el único amigo que había tenido era Thieu. Lo extrañaba en este momento. Él hubiera sabido que hacer, él hubiera dicho las palabras exactas para hacerla sentir mejor.
Se levantó de golpe movida por la que parecía una buena idea. Tomó su ordenador y se dispuso a hacer una lista con las cosas por las que quería a sus nuevos amigos. No era la idea más original que haya tenido, era lo que hacía Thieu cuando ella se peleaba con alguno de sus hermanos tan fuerte que no quería ni verlos.
Él llegaba, y lo primero que hacía era bromear para aligerarla, la hacía sonreír para que el ambiente no sea tan tenso, y después presentaba esas ingeniosas ideas suyas que la hacían sentir mejor. La lista a la que llamaban "El Visto Bueno", fue una de sus primeras ideas, hace mucho que no la usaban pero era realmente efectiva. No la había dejado de usar porque Mathieu se fue, la dejaron de usar mucho antes, no se había peleado con sus hermanos lo suficientemente fuerte en mucho tiempo como para necesitarla.
El Visto Bueno
· Madeley: es exactamente lo contrario a mí. Es atrevida y dulce al mismo tiempo. Es profundamente hermosa y divertida. Complementa mis defectos.
· Owen: está atento y sabe escuchar. Es muy servicial y siempre da su mejor esfuerzo. Si lo necesito está justo allí, donde pueda encontrarlo, incluso si no tengo fuerza para buscarlo.
· Dan: es profundo, abierto. Soy solamente yo estando con él. Es fácil estar con él, me gusta cómo me hace sentir, me hace sentir especial. Siento que puedo decir cualquier cosa y él no se burlará. Si me equivoco, me corregirá con el afán de que sea mejor, no por hacerme sentir mal. Hablar con él es muy natural. Es gentil, dulce y todo un caballero. Piensa siempre antes de hablar y no se enoja por cualquier cosa. Es divertido e inteligente. Sus ojos me hacen sentirme perdida y su sonrisa me pone a divagar.
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Aprendiendo a Vivir
RomanceEdeline es una chica normal. La única diferencia entre ella y todas esas chicas de su instituto es que ella si usa el cerebro. En realidad, lo hace demasiado. Lo que puede llegar a convertirse en un defecto. Cómo puedes disfrutar la vida si estás to...