Un leve escalofrío de dolor se esparció por todo mi cuerpo. Intenté incorporarme, pero fue inútil, mi cuerpo dolía y me sentía mareado. Estaba totalmente aturdido, y empecé a sentirme en un aura pesado.
—No… puede… Esto sucedió. —La voz se escuchaba lejana, y era imposible de descifrar.
Sacudí la cabeza.
Las voces que provenían desde algún lugar del teatro, eran un poco confusas y estaban distorsionadas. Era difícil descifrar lo que trataban de decir.
Mis músculos se comprimieron ante el dolor que estaban experimentando. Me estremecí de inmediato al sentir una tensión en mis hombros. Y rápidamente el dolor de espalda se estaba convirtiendo en un dolor insoportable.
Percibí unos pasos firmes y acelerados hacia mi dirección. Mis oídos se agudizaron en cuanto él habló, pero el zumbido en mis oídos me privó de escuchar alguna palabra coherente. Se puso a un costado mío y me dio leves jalones por los hombros, esperando a que reaccionara.
—Necesito… —una voz masculina me llamó la atención—. Ayuda… No reacciona —no entendía qué es lo que trataba de decir—. Acércate… No.
Arrugué la frente tratando de comprender alguna palabra coherente que aquella voz masculina ronca, trataba de informar, pero fue imposible. Su silueta era borrosa, no parecía hablar conmigo, al contrario, parecía hablar con alguna otra persona que pudiera estar en alguna parte del teatro.
La nuca me empezó a arder, y un pequeño escalofrío frígido se esparció por todo mi cuello. Mi respiración se volvió entrecortada en cuanto intenté mover el cuerpo. El dolor no me dejó abrir los ojos por completo, el dolor se había intensificado, y lo único que quería era que desapareciera.
—Por favor, necesito que me digas algo —otra vez aquella voz masculina.
Entonces sentí mi cuerpo arder. La vergüenza empezó a esparcirse por todo mi cuerpo sin avisar.
No pude reaccionar. No llegué a decir nada, no me salían las palabras. Pero lo que sí me había dado cuenta, es que la voz se había escuchado mucho más nítida, y no pude evitar sentir lo siguiente: La vergüenza recobró fuerza en cuanto la voz masculina cubrió mis oídos sin permiso. No tenía duda, la reconocí, reconocí esa voz. Su voz era suave y ronca al mismo tiempo. Y su voz se volvió aún más dulce en cuanto abrí los ojos por primera vez.
Cerré un poco los ojos para divisar mejor su silueta que estaba a un costado mío, pero parecía ser una tarea un poco imposible. El dolor se esparció por mi columna, y volví a cerrar los ojos con fuerza.
Mi vista se encontraba un poco borrosa, parpadeé varias veces para poder observar aquella figura que se encontraba delante mis ojos y así mismo, poder transformar aquella silueta borrosa en una silueta nítida. Poco a poco su silueta se transformó en una nítida y pude reconocerla a la perfección. Y sí, era él. Tuve que parpadear incontables veces porque me llevé una sorpresa por ello. Y por última vez, cerré los ojos con fuerza, y volví a abrirlos.
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Mi Último Anhelo
Dla nastolatkówEl roce de mis dedos en el teclado del piano eran lentos, acariciaba cada tecla al compás de mis sentimientos, de mi dolor, y de mi desesperación al deseo de buscar una salida. Sin embargo, tus ojos me observaron desde una distancia lejana acompañad...