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Hace mucho tiempo, había seis hombres en una casa. En lo alto de la casa vivía un joven que era muy... muy... cruel
Vivir en un hogar compartido, no siempre es la misión más simple. Los hogares compartidos siempre requieren de organización, reglas, orden y más que nada paciencia, mucha... mucha paciencia.
La paciencia no siempre es una tarea fácil para algunos es como comer un rebanada de pastel de limón, para otros es como armar un rompecabezas de trece mil piezas y todas las partes son transparentes, para algunos fácil para otros la tarea más difícil. En el caso de los adolescentes y los jóvenes adultos es un trabajo mucho más pesado, las personas adultas pasaron por mas experiencias por ende son gente que ya lidiaron con problemas muchos más grandes pero para los jóvenes les queda mucho por vivir.
Por eso vivir en un hogar compartido no era fácil para cinco personitas, más si tenías que vivir con Lee Jooyeon.
Él tan solo tenía diecinueve años, quiere vivir la vida al máximo sin ningún límite o algún tonto adulto que le diga que hacer o que no hacer. Jooyeon odia sobre todo, las reglas, así que nunca las sigue, el hace sus propias reglas.
Esa mañana en particular era explendida, hoy sería su día lo veía venir. Jooyeon se terminó de vestir correctamente con una chaqueta de lana sin mangas con debajo una camisa de un tono gris acompañado de unos pantalones beige y sus típicas converse, un estilo retro —según como lo había llamado— no le vendría mal hoy. A veces scambiar de estilo le hacia bien a uno, así que es buen momento para probar otros estilos.
Se miró en el espejo completo quitando una fotografía de un bajista que le inspiraba solo para verse el rostro, el día anterior lo había pegado con cinta, motivos que no recuerda el porque. Se veía increíble, sonrió ladino revolviendo su largo cabello oscuro y paso su dedos por el único mechón decolorado, se sentía increíble al punto de guiñarse atraves del espejo.
— ¿Quién es el guapo con buenos gustos muiscales? — cualquiera que lo viera se reiría del hecho de que se esté alagando a sí mismo. — Claro, pero si eres tu Jooyeon.
La música retumbaba por las cuatro paredes hasta el punto que parte de sus pertenencias daban pequeños saltos sobre su lugar con las vibraciones. La canción de una de sus bandas favoritas hacía presencia en su habitación haciéndole imposible no bailar y saltar al ritmo de esta. Al punto de gritar, cantaba la letra de 'Dance Dance' con toda la emoción en sus pulmones. Sin duda sus mayores se enojaran de todo el ruido que hacía.
Jooyeon vivía con cinco personas bastante quisquillosas y sobre todo malhumoradas. Todo el tiempo se enojaban de lo que hacía.
"Jooyeon lava tus trastes" "Jooyeon bájale a tu música" "Tu turno de limpiar el baño" "Tienes que dejarnos dormir en la madrugada" " "Jooyeon no dejes tirados tus zapatos" "Jooyeon recoge tus cosas de la mesa"
Eran las frases que escuchaba día a día y para ser sinceros, eso le cansaba.
Sí, a veces puede llegar a ser alguien desordenado, pero solo quiere ser joven y vivir como quiere. Jooyeon solo quiere ser el mismo.
— Dance, dance with me. Everybody one, two, three — No le importaba si tenía un mala pronunciación al inglés solo tenía tantas ganas de cantar.
Comenzó a saltar por todas partes fingiendo que sostenía una guitarra —aunque no supiera tocarla— mientras seguía el ritmo y la letra, algunas cosas se caían por sus movimientos bruscos y sus risas acomplementan a la canción sintiéndose tan vivo.
Jooyeon se sentía tan bien, que vivir era lo mejor de esos momentos, tan ser humano. Pero alguien le arranco la vida en esos momentos.
La música cambió a una mucha más fuerte y estruendosa. Jooyeon estaba recostado sobre su alfombra, rodeado de sus pertenencias y plumas, sin vida.
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Cuatro chicos subían las escaleras que dirigían al sotano, los cuatro con un humor pesado y enojados soltando maldiciones hasta azotando sus pies por tal ira.
Todos tenían algo en común, estaban de mal humor y todos querían que Jooyeon se haga responsable de sus molestias
El menor de ellos abrió la puerta hasta azotarla y con voz firme habló. — Lee Jooyeon, en este momento quiero que le bajes a la música sin peros o reclamos, ¡estoy cansado de que nunca me...! — pero sus palabras quedaron al aire.
Los cuatro recién llegados voltearon a ver a su mayor cuando estaba desconectando el cable auxiliar dejando la habitación en silencio, con los ojos bien abiertos mirando al cuerpo tirado en medio de la habitación. Se aguchillo, estiró una mano hacia el rostro del contrario y su rostro se transformó a uno que alarmó a todos los intrusos.
Pero su respuesta fue mucho peor a su reacción. — Jooyeon esta muerto.
Y a todos se les fue el alma en ese momento.
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