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2 semanas antes de la fiesta...

—Irás a la fiesta, ¿No es así, Lizzie? —era la voz de Taylor.

—Claro que iré, ¿Quién crees que llevará el alcohol y las drogas? —dije riendo y recordando la antigua fiesta, claro que iría.

Aunque no le había dicho nada a mis padres sobre las notas finales­, después de todo, podía bajar por la ventana igual que cientos de veces que ya lo había hecho.

Taylor y Rebeca seguían hablando sin parar de la fiesta, iba a ser la fiesta para los iniciados de este año, ya que íbamos a graduarnos el siguiente teníamos que dar una buena impresión.

No pasó mucho tiempo hasta que lo vi...Iba de negro, camisa, zapatos, chaqueta y pantalón. Era la primera vez que veía a alguien así en la escuela y más un día como hoy, hacían 30 grados afuera.

¿Qué no sentía calor con toda esa ropa puesta?

Traté de ignorarlo, hasta que sus ojos se cruzaron con los míos, eran de ¿colores diferentes? Sí, eran de colores diferentes, uno era de un azul eléctrico muy impresionante y el otro era de un verde bastante intenso, muy raro la verdad, nunca había visto a alguien así por aquí. La mayoría de alumnos tenía los ojos cafés y muy pocos azules como los míos, era un pueblo pequeño, por ende, todos los conocíamos con todos.

Pero a él, nunca antes lo había visto.

Me alejé un poco de Tay y Rebe, pero alguien se atravesó en mi camino y lo perdí de vista.

—Maldición.

—¿Qué sucede? —dijo Tay.

—Nada, vamos a clases que se nos hace tarde —dije sin más.

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Ya en clase me dispuse a prestar atención, a pesar de las fiestas, el alcohol, los chicos y las drogas, era muy buena estudiante y nada, ni nadie me haría bajar mi promedio.

Hasta que lo vi en la puerta, era él, era el chico raro de los pasillos. —Buenos días, ¿Este es el salón 212? —dijo desde la entrada.

De repente se oyó el grito de emoción de la señora Harris.

—Bueno chicos, hoy tenemos un nuevo estudiante. Su nombre es Alekey Fisher. Estará con nosotros este curso, acaba de mudarse de Alemania, así que démosle la bienvenida —elevó su mirada hacía él—. Si gustas, puedes sentarte hoy donde quieras y decir algunas cosas sobre ti a los demás.

No lo podía creer, por eso no lo conocía, ni siquiera vivía aquí, aunque era extraño ¿Por qué se había mudado de Alemania?, ¿Por qué si vivía allá no se nota tanto su acento?, ¿Tan altos son los alemanes? Eran muchas cosas.

De repente habló.

—Mi nombre es Alekey, aunque pueden decirme Alec, viví en Alemania desde que nací y me mude la semana pasada junto a mi hermana.

Era extraño ¿Solo con su hermana? ¿Es que acaso no tenía padres? Mil preguntas divagaban mi mente hasta que oí una voz al final de la clase.

—Si dices que naciste en Alemania, ¿Por qué no tienes acento?

Al menos alguien pensaba como yo y no estaba loca.

Alec soltó una pequeña risa llena de ironía, eso causó un escalofrío en mí. Después dijo con burla.

Wer sagt, dass ich keinen Akzent habe? Nur weil du etwas glaubst, heißt das nicht, dass es wahr ist. Warum halten Sie nicht einfach die Klappe und lassen mich sofort sitzen? —¿Quién dice que no tengo acento? El hecho de que crea algo no significa que sea verdad. ¿Por qué no te callas y me dejas sentarme de inmediato? —soltó en alemán con una voz muy ronca y pasó a sentarse al final de todos.

Fuimos Nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora