Soft Pink⁎yeonbin

[4]

Omnisciente

El castaño abandonó el aula inmediatamente en busca de su amigo.

"Es mi único amigo no dejaré que lo lastimen" - Había pensado aquí niño de tan solo 8 años.

Trató de ser más silencioso al caminar por las aulas para no llamar la atención, cuando realmente estaba desesperado por ir al baño.

Él ya había lidiado con sientas de criticas e insultos y sabiendo que era la primera experiencia de Yeonjun en la escuela no quería que sienta lo que él sintió, no quería que lo excluyera de los demás como él.

Cuando se dirigió al baño buscó entre los cubículos del lugar.

- ¿Yeonjun? - Llamaba en cada golpe a una puerta.

Quedaba tan sola una puerta por abrir.

Tocó unas cuantas veces.

- ¿Yeonjun? - Repitió.

- Él no está aquí - Se hoyó tras la puerta.

Soobin suspiro al escuchar a su amigo con la voz quebradiza, pegó su frente con la puerta y dio otro suspiro pesado.

- ¿No está? - Indagó sabiendo que era Yeonjun el que se encontraba ahí.

- No. - Luego de aquellas palabras unos sollozos se oyeron.

Yeonjun estaba llorando.

- Mm

Soy Soobin, si lo vez, ¿puedes decirle algo?

- ¿Qué quieres decirle?

- ¿Puedes decirle que lo lamento?, lamento no haberle dicho lo horrible que los niños podrían ser, no creí que alguien podría decirle algo porque no sé si él tiene problemas para adivinar colores o lo que sea es es el mejor amigo que tuve- bueno, el único bien no sé si me considera su amigo pero ¡yo si! Porque de todos los niños ha sido el que más bueno fue conmigo y lo aprecio y sea lo que tenga en sus ojitos a mi me gustan - El castaño tomó aire y volvió a hablar - ¿Sabes por qué me gustan sus ojitos?

- ¿Te gustan mis ojitos? - El pequeño niño pelinegro dejó de sollozar y levantó la cabeza, atento.- Sus ojitos. - Corrigió aún sabiendo que Soobin estaba perfectamente enterado de que el niño encerrado era él.

- Sus ojitos son la cosa mas hermosa del planeta - Susurró Soobin con una sonrisa inconsciente formada en sus pequeños labios cual fresa - Porque no importa qué es lo que tengan, son los únicos que me vieron como nadie lo hace, los únicos que no me han visto con asco como los demás niños, ese día en la cafetería lo noté.

El pequeño Yeonjun, sentado en el suelo, abrazando sus rodillas, bajó la mirada al suelo, completamente sonrojado antes las palabras del mayor y con una dulce sonrisa en sus labios.