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Yeonjun al día siguiente se despertó repentinamente y cuando comenzó a procesar que ya no estaba dormido se levantó de golpe, el sueño dejó su cuerpo casi al instante.

Estaba alegre, su primera mañana de humor luego de tanto. Había extrañado tanto su hogar. Tan alegre estaba que al bajar abrazó a su madre y saludó al resto, quienes lo observaron totalmente confusos.

Yeji solo frunció el ceño con confusión mientras desayunaba, su hermano por otro lado solo giró los ojos disimuladamente.

— ¿Se puede saber la razón de esa alegría? — Preguntó la pelirroja y Yeonjun alzó las cejas indiferente mientras la observaba— Espero que sea por los preparativos de la boda.

— Claro, salto de alegría por eso. — Dijo con un pequeño tono sarcástico mientras tomaba asiento.

— Hoy tienes que ir a buscar y probarte el traje, encargué uno precioso para ti, la tela es perfecta. Te daré la dirección, no lo olvides. — Soltó la mujer.

— Iré en cuanto termine de desayunar.

El señor Choi solo observó en ocasiones a su hijo, casi ignorándolo, Yeonjun lo estaba ignorando por completo.

— ¿Tanta prisa tienes, cuñado? — Indagó el pelirrojo con obvia burla.

— ¿Bueno eso querían no? Compromiso por mi parte.

El pelirrojo solo relamió sus labios e hizo un gesto poco disimulado.

— No escuches a mi hermano, está molesto porque al fin alguien en la familia está un pie delante suyo.

— Tú cállate, yo no tuve que casarme.

— Deberías.

— Iré a ver el traje ahora. — Interrumpió Yeonjun levantándose de la mesa.

— Siquiera desayunaste. — Escuchó la voz de su padre y alzó la mirada.

— Buenos días para tí también. — Sonrió sin mostrar los dientes y se alejó de la mesa — No tengo hambre, provecho a todos, adiós. — Y abandonó la casa sin soportar un segundo más.

Caminó a pasos rápidos hasta salir a la calle y tomar camino hacia la pastelería.

Antes de cruzar la calle un aroma llamó su atención y volteó para ver de qué se trataba.

— Disculpe, ¿me puede dar un ramo? — Le preguntó al hombre después de admirar todas las plantas y flores de tal local.

— Claro, ¿cuales?

Yeonjun suspiró y sus ojos se movieron hacia la inmensidad de rosas, plantas y flores, unas más claras que otras y para su gusto todas tenían el mismo aroma.

— Esas. — Apuntó, el hombre se lo entregó y Yeonjun pagó.

Salió del local y antes de cruzar la calle observó las flores con atención, esperando que sean un tono de rosa, estaba casi seguro que era un tono de rosa algo oscuro, ya que las veía algo violetas.

— ¿Y yo para qué compré esto? — Se preguntó segundos después. — Porque eres su amigo y...no lo ves hace tiempo y...Dios.

Finalmente la luz se puso en verde y si no fuera porque las personas comenzaron a cruzar Yeonjun no se hubiera dado cuenta.

Murmuraba cosas incoherentes mientras se acercaba a la puerta de la pastelería.

Con una sonrisa nerviosa entró al local, había más gente de lo que le gustaría.

Buscó a Soobin de mesa en mesa e hizo una mueca al no encontrarlo.

— ¿Necesitas algo?

El pelinegro salió del trance y parpadeó unas cuantas veces hasta darse cuenta que estaba frente a Yoongi.

Soft Pink⁎yeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora