Capítulo 01

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El sol estaba en su máximo esplendor, pero a pesar de todo seguía existiendo aquella brisa de aire fresco que hacía los rayos de sol cálidos.

Todo era completa tranquilidad, pues a esas horas del día nadie se paseaba por aquel lindo mar.

El ruido de las olas no era tan fuerte para un gigante, pero para un pequeñito sí; es por eso que aquel rubiecito comenzó a despertar poco a poco, observando que se encontraba siendo cubierto del sol bajo los pétalos de una margarita mucho más grande que él.

El rubiecito comenzó a levantarse y miró hacia todas las direcciones posibles buscando alguien como él, buscando alguien que estuviera con él. Pero lo único que pudo encontrar fue arena del mar junto a plantas. Miró su cuerpo y éste estaba tapado por pequeñas ropas de color blanco con pequeños brillantes.

Se estiró un poco y comenzó a jalar de una pequeña rama para así desprender una hoja de aquella margarita. Una vez la obtuvo, se tapo de los rayos del sol y comenzó a buscar a alguien que pudiera ayudarlo.

- ¡Hola!.- Gritaba el pequeñito.

El rubio paso hora tras hora caminando en la orilla de la playa pero lo único que encontraba siempre era lo mismo, margaritas. Todo era tan confuso, como si simplemente estuviera dando vueltas en círculo.

Al no obtener alguna respuesta comenzó a tratar de salir de aquel mar. Grande fue su sorpresa que a unos cuantos minutos comenzaron a verse casas lejanas. Claro que al ser tan alejadas el pequeñito jamás se dio cuenta que eran casas de gigantes.

Cuando comenzó a acercarse a la ciudad de dio cuenta, todo era tan grande. Absolutamente todo era gigante y el solo era un pequeñito en busca de ayuda.

- Todos son como yo, pero en grande y con diferentes características físicas.- Pensó el rubio.

- ¡Mira esa rata!.- Escuchó decir.

Al percatarse de aquello volteó y rápidamente se dio cuenta que hablaban de él.

- Podemos venderla en el mercado mañana.

Al oír aquello, el pequeño no espero más y comenzó a correr y buscar un lugar para esconderse.

Miraba en todas direcciones mientras corría, y justo cuando había visto aquel agujero en la casa a unos cuantos pasos sintió como era tomado de su ropa por unos dedos.

- Mira a éste insecto Mimi.- Dijo el pelimenta.

- ¿Es un insecto Gigi?.- Preguntó el de cabello rosa.- No lo acerques, tengo miedo.

- Estoy aquí para protegerte Mimi.- Habló con orgullo el niño gigante.

- Confío en ti Gigi.- Besó la mejilla del contrario.

El niño sonrojado por fin haber obtenido un besito de su primer amor no presto atención a cuando unos adultos le quitaron al que el decía un insecto.

- Gigi se llevan al insecto.

- Conseguiré una mariposa para ti.

- Entonces Gigi merece otro besito.- El de cabello rosita habló, para así dar otro lindo beso la mejilla del pálido.

Ambos niños siguieron sus juegos sin importar que habían atrapado al pequeño rubio para así entregarlo en bandeja de oro a los que querían venderlo.

- ¡Déjenme!.- Gritaba.

- Deja de moverte o te guardaré junto a los animales.- Advirtió el gigante.

El rubio no dijo más y se calmó, pues no quería que lo guardarán con esos animales salvajes en el bolso.
Es así como siguieron aquel viaje.

La noche había llegado y con ella había traído a la madre luna consigo

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La noche había llegado y con ella había traído a la madre luna consigo.

El pequeño estaba encerrado en una caja, pues según los gigantes las jaulas eran muy grandes para él.

Todo era tan oscuro y aterrador, pero eso no impidió que aquel pequeño comenzará a abrirse paso entre la caja para crear un pequeño agujero y salir de ahí.

Se deslizó por la puerta de la casa de los gigantes para así poder salir a la libertad.

Camino unas cuantas calles y encontró una banca, pero al darse cuenta que estaba demasiado fría decidió sentarse en el centro de aquella flor que había aún costado de la banca.

Miró el cielo y ahí estaba, la gran luna. Siendo tan hermosa y brillante.

Sonrió por inercia al percatarse de que no amaba a la luna, sino que quería ser como ella. Grande, pues está en un mundo de gigantes; lindo y hermoso.

- No deberías estar aquí a altas horas.

El pequeño brinco por el susto y casi cae, pero aquel gigante controlo el movimiento de la flor y se equilibro.

- Para que contesto, nadie me escucha...- Habló el pequeño.

- Te escucho...- Susurró el gigante.

- Pero... ¿Cómo?

- Siempre tuve un oído más desarrollado que los demás. Supongo que en este momento será de mucha ayuda.- Rió.

- Supongo...- Dijo, volviendo su vista a la brillante luna de aquella noche.

- Veo que... te gusta la luna tanto como a mí.

- Es linda. Pero será mejor que me vaya.

- Espera, ¿De donde eres?

- Del mar.

- Jamás vi criaturas como tú en el mar.

- No se que soy, pero cuando desperté estaba en el mar, así que soy de ahí.

- Espera, quisiera saber tu nombre.

- No creo que te sea útil.

- Quisiera saber quien fue el pequeñito que me acompaño esta noche.

- Taehyung.- Dijo, sin saber de dónde recordo aquel nombre.- También quisiera saber el nombre del caballero que me acompaño a observar la luna.

- Jungkook.

- Ahora me voy...

- ¡Espera!

- ¿Si?.- Volteó el rubio.

- Ten.- Cortó un pedazo de tela de su camisa y la ofreció.- En las noches hace mucho frío...

Taehyung tomó el pequeño pedazo de tela entre sus manos y se cubrió con ella. Sería mentira si dijera que no ayudó a mejorar el frío.

- Fue un placer pequeñito Tae.

- Fue un placer gigante Koo.

Gracias por leer mi libro 。◕‿◕。

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Gracias por leer mi libro 。◕‿◕。

En multimedia dejé más o menos como es la altura de Tae y Koo.

Esperen los siguientes capítulos<3

𝐆𝐈𝐆𝐀𝐍𝐓𝐄 𝐊𝐎𝐎. ᴋᴏᴏᴋᴠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora