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Era uno de los días más tristes, y al mismo tiempo felices, de su vida, su pequeña y dulce niñita asistiría a una escuela lejos de su casa, estaría muy lejos de ellos.

¿Que haría si llegaba a tener frío en las noches? De seguro nadie se molestaría en mantenerla calentita, en cuidarla para que no se resfríe, ni en darle chocolate caliente cuando no pueda dormir.

¿Y si se sentía sola? La niña era muy amigable, no tardaría en hacer amigos, pero ni el cariño de los mejores amigos sustituye al amor que una familia da a sus niños.

Había tenido dudas, y a aquella profesora que fué a explicarle todo no le fué fácil convencerla.

Tomaron el té y discutieron casi toda la tarde sobre por qué sería bueno que la niña vaya a Hogwarts.

Se excusó diciendo que lo pensarían, y luego de que su pequeña le hubiera estado rogando que aceptara, (una vez, hasta se había arrodillado a sus pies), se conformó con poder verla durante las vacaciones, si eso significaba que su pequeña sería feliz.

Haría lo que sea necesario para que su pequeñita esté feliz, no importaba si eso incluía tener que separarse de ella.

Claro que las lágrimas no faltaron.

El día que fueron a comprar lo necesario, en compañía de la misma mujer que había hablado con ellos antes, la niña practicamente saltaba de emoción, no paraba de hablar y divagar sobre todo lo que veía, y Petunia sintió punzadas de nostalgia en más de una ocasión.

Podía recordar casi con detalle la mañana en la que acompañó a su hermana y su madre a ese mismo callejón, recorriendo las mismas tiendas, y teniendo las mismas conversaciones, eligiendo las mismas plumas moradas, y unos frascos extras de tinta de colores.

Claro que le había comprado todo lo que le pidió, el dinero no fué mucho problema, desde que la encontró en su puerta había sabido que ese día llegaría.

Cuando entraron a la tienda de baúles, uno llamó inmediatamente su atención.

_¿es negro o es verde?_ preguntó la joven Petunia

_no es negro ni verde, si se mira bajo la luz adecuada es verde, pero a simple vista es negro, es algo que no puede determinarse así solamente_ respondió la pequeña pelirroja

>>es de un verde muy oscuro, que puede ser confundido_ la niña sonrió a su madre _quiero llevar este, me recuerda mucho a Sev_

Un pequeño flashback llegó de la nada.

La profesora que las acompañó le había comprado una lechuza blanca a su pequeña, Hedwig, la habían llamado.

Tal vez podría mandar una carta a un viejo amigo a través de ella.

...

La mañana del primero de septiembre era un caos en Privet Drive.

Esa mañana los Dursley llevarían a su pequeña a la estación King Cross, y luego a Dudley a Smelting, su nueva escuela, por lo que todos corrían por la casa buscando cosas y terminando de alistarse.

Vernon buscaba las llaves de su coche para subir el equipaje de sus niños.

Dudley cargaba dulces y algunos de los deliciosos sándwiches de su prima en una mochila.

La niña corría por la sala buscando algo para sujetar su casi incontrolable cabello pelirrojo

Y Petunia volvía a revisar la lista de materiales escolares de los niños, asegurándose de que no olviden nada.

Llegaron a la plataforma a las once y cuarenta y cinco, y para su suerte, una mujer con cabello rosa y aspecto agradable, Tonks, había dicho que se llamaba, les ayudó a cruzar a la estación.

Si hubieran llegado unos minutos más tarde pudieron haber perdido el tren.

La niña pelirroja subió apresuradamente, arrastrado su baúl con una mano, y sujetando la jaula de Hedwig con la otra, rogando que alguno de los compartimientos aún esté vacío.

Encontró uno cerca del final del tren, cerca del lugar en donde sus tíos y su primo estaban parados.

Dejó su baúl en una esquina, bajó a Hedwig con su jaula en el asiento contrario, y abrió la ventana para poder despedirse.

_mi niña, no puedo creer que ya irás a esa escuela_ una pequeña lágrima resbaló de sus ojos cristalizados, por la mejilla de su tía _parece que fué solo ayer cuando te tuve en mis brazos por primera vez_ se secó los ojos con el pañuelo que sacó de uno de sus bolsillos.

Se había convencido de que no lloraría, pero igual lo hizo, ¿Sería tan malo si solo no dejaba ir a su pequeñita?

"Oh, Petunia, tu pequeña solo irá a la escuela, además volverá para navidad, si actúas así ahora, ¿que harás cuando tu pequeña se case?" Pensó.

_cuidate mucho pequeña, si pasa algo, envíanos una carta e iremos en ese mismo instante a sacarte de esa escuela _ habló Vernon y abrazó a la tía Petunia

_te extrañaremos mucho prima, ya no será lo mismo molestar sin tí_ llevó su mano derecha a su frente, simulando un saludo militar.

En sus tiempos libres, el y su prima solían hacerles bromas a todo el que se cruzará por su camino, y era costumbre que ella las planeara, ya que incluso Dudley admiraba lo lista que era su prima, ella se auto nombró capitana, y desde entonces ese era su saludo especial.

_les enviaré cartas todas las semanas, no dejaré que nadie pase por encima de mí y les prometo que seré la mejor bruja del mundo_dijo orgullosamente y colocó una mano sobre su pecho _también te enviaré algunos dulces mágicos para que los pruebes_susurró a su primo.

El tren comenzó a moverse, y después de un último "adiós, los quiero mucho"  y una sacudida de manos se perdió de vista.

Petunia se sentía tan feliz de que su pequeña tuviera la oportunidad de convertirse en una gran bruja, la mejor de la historia, estaba segura, haría sentirse orgullosos a Lily y a James.

Además, con la ayuda de las personas correctas, su pequeña niña hasta podría derrotar al mago tenebroso que mató a sus padres, y salir viva de todo el lío en el que está atrapada desde incluso mucho antes de nacer.

Puede que durante años no tuvo contacto con el mundo mágico, pero era perfectamente conciente de la profecía que su pequeñita está obligada a cumplir en algún momento próximo.

Solo esperaba que todo le fuera bien por ahora a su niña.


Lirios, lirios, lirios...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora